Muy azarosa fue la llegada de los primeros dominicos a la Nueva España. De doce frailes que hicieron la larga travesía, algunos murieron en el viaje, otros enfermaron y tuvieron el mismo fin al poco tiempo de su arribo, a pesar de los cuidados que les brindaron los franciscanos, que fue la primera orden religiosa que vino a evangelizar el nuevo mundo y los acogió en su primitivo convento.
Los tres que quedaron fundaron su institución en el sitio que después ocuparía la Santa Inquisición. Al llegar refuerzos, se cambiaron a un lote adjunto y construyeron la edificación conventual y un templo que fue consagrado en 1575. Estas obras fueron muy dañadas por las frecuentes inundaciones, y en 1736 las levantaron de nuevo pero ya en estilo barroco y a todo lujo.
Las propiedades dominicas eran famosas por las obras de arte que albergaban, tanto en adornos como en pinturas. La famosa Capilla del Rosario tenía un retablo maravilloso de mármoles y bronces dorados a fuego, y grandes cuadros de Santiago Villanueva. El claustro, por su rica decoración, era comparado con los de los conventos italianos; las paredes estaban recubiertas de lienzos del excelente pintor Miguel Cabrera, que representaban pasajes de la vida de Santo Domingo.
Como resultado de las Leyes de Exclaustración, todo esto fue casi totalmente destruido, abriéndose para tal fin la calle de Leandro Valle, ``que no va a ningún lugar ni viene de ninguno''. La iglesia, aunque despojada de sus adornos mayores, se conservó y hace unos años se mejoró con la extraordinaria restauración que llevó a cabo el sacerdote-arquitecto-pintor Julián Pablo Fernández, quien devolvió al altar mayor la belleza que había previsto Manuel Tolsá, quien lo dejó inacabado; ahora es de los más bellos de la ciudad.
En los vestigios que quedaron del claustro se realizó una obra de remodelación, aprovechando las columnas del enorme patio y algunos salones como el que fue comedor, que conserva magníficos frescos originales. No obstante que la obra es polémica, pues se integraron muchos elementos discutibles, el resultado final es una impactante construcción contemporánea, que finalmente salvó restos valiosos.
Lo mejor es que está muy bien aprovechada por el Sindicato Nacional de Maestros, que allí instaló su Biblioteca Nacional de Educación --centro cultural en donde ofrece, además de la consulta tradicional de libros, lo más avanzado en sistemas de computación en su sala Siglo XXI, que tiene conexión con dos satélites y los mejores videos y software. En ese lugar los maestros hacen sus materiales didácticos y se capacitan para enseñar nuevos sistemas y técnicas en sus localidades. Cotidianamente se imparten cursos que tienen valor curricular.
Para los maestros y el público en general hay diversas actividades culturales: exposiciones, conferencias, presentaciones de libros y excelente cine, como la muestra, para agosto, en homenaje a Marcelo Mastroiani; los sábados a las 13:00 horas van a exhibir sus mejores películas, entre las que sobresalen La noche, Días de amor, Entrevista, Ojos negros y Esplendor. También hay buenas cintas para niños, los domingos a las 10 de la mañana; todo sin ningún costo.
El impresionante edificio con su magno patio adornado con palmeras, está ubicado en la mencionada calle de Leandro Valle 20, a un costado de hermoso templo de Santo Domingo en la majestuosa plaza del mismo nombre. Al frente está el doctor Carlos Ramírez Sandoval, quien ha hecho una magnífica labor. Da gusto ver que hay sindicatos que sí aplican las cuotas en beneficio de los agremiados, pues a este lugar asisten diariamente cerca de 500 docentes de todos los rincones del país a mejorar su formación y también a disfrutar de la rica vida cultural. Hay que felicitar a su líder, Humberto Dávila quien, no obstante el buen desempeño, el próximo año dejará la dirigencia, siguiendo la democratización que inicio Elba Esther Gordillo tras las décadas de control de Jonguitud.
A un par de cuadras, en la esquina de Tacuba y el Zócalo, está el restaurante México Viejo, en el lugar donde estuvo por muchos años La bombi; ahora totalmente renovado en un estilo mexicano-turístico, pero limpio y luminoso, ofrece todo tipo de comida y un menú ejecutivo bastante aceptable de tres platillos, postre y café.
Por cierto, ya salió el nuevo número de la gaceta del Consejo de la Crónica de la Ciudad de México, con interesante información recabada a través del Programa de Historia Oral de los Barrios, que ahora habla de la Magdalena Contreras y sus pueblos, en sabrosos testimonios de su gente mayor. También hay artículos de Rogelio Alvarez y Andrés Henestrosa. Se vende en Gandhi, Sanborn's, Vips, Liverpool, Palacio de Hierro y en El Pórtico, en su hermosa capilla ubicada en San Juan de Letrán 24, esquina Venustiano Carranza.