La Jornada 3 de agosto de 1997

Campaña mundial por los acuerdos de San Andrés, compromiso del Intergaláctico

Jaime Avilés, enviado, Puerto Serrano, Andalucía, 2 de agosto Ť Con el compromiso de lanzar una campaña mundial para presionar al gobierno mexicano a cumplir los acuerdos de San Andrés, esta noche concluyó aquí el segundo Encuentro Intercontinental por la Humanidad y contra el Neoliberalismo, que por otra parte no definió dónde será la próxima cita el año entrante.

Más de dos mil personas participaron en la plenaria de clausura, sin debatir las conclusiones de las distintas mesas y submesas que durante la semana pasada trabajaron en cinco puntos de la península ibérica. La declaración final, aprobada en forma unánime, demanda la inmediata desmilitarización de las zonas indígenas de Chiapas y de todo el país.

Asimismo, el documento formula votos porque la vía del diálogo prevalezca y evite nuevos derramamientos de sangre. Exhorta a las personas, grupos y organizaciones que estuvieron presentes, a desplegar toda su capacidad de acción para ``obligar al gobierno de México a llevar a la práctica los acuerdos que suscribió el 16 de febrero de 1996, en San Andrés Sacamch'en con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional'' (EZLN).

Y en este mismo tenor, los intergalácticos se comprometieron a realizar, el próximo 10 de octubre, una jornada mundial de lucha en apoyo de los zapatistas, ``y como una forma de repudiar el llamado Día de la Raza, que se celebra todos los años dos días más tarde''.

Sin embargo, la plenaria no resolvió, y ni siquiera sometió a discusión, dónde y cuándo podría efectuarse el tercer Intercontinental, pese a que al margen de la asamblea formal se descartó la candidatura del Frente Polisario de Marruecos que había propuesto el desierto del Sáhara como el próximo país sede.

Así, por eliminación se fortalecieron las iniciativas del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra, de Brasil, y las que expresaron distintas delegaciones europeas argumentando que el encuentro debe regresar a México, bien a la Selva Lacandona, bien al Distrito Federal.

Un representante de los Sin Tierra dijo a La Jornada: ``nos llevamos la idea a Brasil, para analizarla con los compañeros. De momento no nos atrevemos a asumir una responsabilidad tan grande, porque antes debemos estudiar si tenemos la estructura necesaria para desarrollar exitosamente la reunión''.

Aplausos, muchos aplausos

Por su parte, los mexicanos adscritos a los comités civiles de diálogo que conforman el Frente Zapatista de Liberación Nacional, explicaron que ellos tampoco estaban facultados para aceptar el compromiso en nombre de ese organismo, y que se limitarían a informar a sus compañeros cuando vuelvan a México, para pronunciarse sobre el particular.

Después de 10 horas de relatorías en tres y a veces en cuatro idiomas, leídas no simultánea sino consecutivamente y bajo el yugo de la temperatura ambiental, que no anduvo lejos de los 40 grados centígrados, la plenaria encontró su catarsis cuando, pasadas las nueve de la tarde (pues aún había luz solar), subieron al estrado Dalia y Felipe, los portavoces oficiales del EZLN, para agradecer las abrumadoras muestras de simpatía que recibieron, y decir adiós.

``Me siento contenta de saber que nosotros los zapatistas tenemos una casa aquí en Europa. Quiero decirles compañeros que ustedes igualmente tienen una su casa en nuestras comunidades, ofreció ella, antes de referirse al proyecto central que ha acaparado la atención del EZLN a lo largo de este año: ``Nosotros los pueblos resistimos en la guerra porque de por sí estamos dispuestos. Y para resistir ustedes nos ayudan con su palabra y su apoyo para levantar escuelas para nuestros hijos''.

``A los compañeros andalucenses'', dijo a su turno Felipe, ``les agradecemos el ejemplo que nos dan. Nos dicen que prefieren ser pobres pero libres y no perder la dignidad de humanos. Por eso hoy les decimos: hermanas y hermanos, sigan resistiendo como nosotros, porque el futuro de ustedes y nosotros es triunfar''.

Huelga añadir que después de esto, el gentío se levantó del asiento y con los toscos acentos del español de Castilla y de Andalucía, pero también del itañol e incluso del inglés y del francés, mientras los alemanes, los africanos, los latinoamericanos y los asiáticos llevaban el ritmo con las palmas, la plenaria cantó a voz en cuello el himno zapatista y lanzó vivas a Dalia, a Felipe, a Ramona, a los pueblos que en el mundo luchan, y por último al EZLN, pero no al subcomandante Marcos, aunque muchos rescataron aquello de ``todos somos Marcos'', para que las feministas contraatacaran con ``todas somos Ramona'', antes que los más exaltados zanjaran la cuestión con el ``todos somos indios''.

Las dos orillas

Horas antes de la clausura, los delegados zapatistas sostuvieron un nuevo encuentro privado con las seis familias andaluzas que desde 1983 ocupan la finca El Indiano, que había pertenecido al consorcio Rumasa, antes que el gobierno de Felipe González se lo expropiara a su dueño.

La charla se verificó en el departamento de la finca donde Dalia y Felipe se hospedaron, y durante media hora consistió en un intercambio de preguntas y respuestas sobre temas tales como el significado del pasamontañas, las condiciones de vida que existen en la selva, los preparativos de la rebelión del primero de enero del 94, etcétera.

Los visitantes y los anfitriones experimentaron ciertas dificultades para entenderse, toda vez que cada parte hablaba desde las dos orillas fonéticas del castellano: los andaluces con el acento cerrado que quedó en ellos como vestigio de la dominación árabe de El Alándaluz, y los tojolabales con la sintaxis castellana del siglo XVI. Y por momentos no sé si a los tímidos campesinos que desde marzo trabajaron bestialmente para recibir a tantos forasteros, no sé, repito, si les quedaron del todo claras algunas explicaciones, como ésta, que se le ocurrió a Dalia cuando una señora le preguntó cuántos son los zapatistas en realidad.

--Nosotros no podemos decir un total de números porque no lo sabemos. Pero, para que se hagan una idea, les podemos decir que somos un chingo.