La Jornada 4 de agosto de 1997

Cumplida, la meta de encontrarnos: organizadores del Intergaláctico

Hermann Bellinhausen, enviado, Utrera, Andalucía, 3 de agosto Ť Sonaron las notas saltarinas de una graya (dulzaya en español, o dulcimer) con una melodía catalana.

Al abordar el tren que habría de conducirla de regreso del segundo Encuentro Intercontinental por la Humanidad y contra el Neoliberalismo, la delegación del EZLN, formada por los civiles tojolabales Dalia y Felipe, dejaba atrás un fenómeno político importante, contradictorio, con sus claroscuros, símbolos y lecciones.

Incontables expresiones de una izquierda mayoritariamente europea, juvenil y lo que se ha dado en llamar ``alternativa'', se congregaron durante una semana en un happening que también fue seminario de estudios, escenario y congreso, escaparate y espejo.

La frescura general, por momentos ingenuidad, no impidió tampoco la presencia de los anquilosamientos y las intolerancias de una izquierda occidental que apenas se repone del fin del Muro y el desmadejamiento de sus paradigmas.

La presencia de los zapatistas de Chiapas, con su fuerte carga testimonial, fue a la vez catalizador de todo, y sólo una de las múltiples zonas que se entrelazaron en el Intergaláctico. De hecho, es por ellos, a causa de los centenares de pueblos mayas que representan, que se congrega esta ensalada de rumbos. Todo ocurre bajo el signo de la solidaridad y el agradecimiento. Sin ese cemento unificador sería impensable el encuentro de corrientes y organizaciones disímbolas, incluso antagónicas.

Por sorprendente que parezca, un movimiento de campesinos analfabetas en una de las regiones más rezagadas de la República Mexicana vino a meter, a las luchas de resistencia y liberación, una gasolina que parecía haberse agotado. De ahí que se repitieran en ponencias, recitales, sobremesas y acalorados debates los términos ``utopía'', ``esperanza'' y ``futuro''. El cariño, la admiración y el júbilo que despertaron Dalia y Felipe por momentos llegaba a ser sobrecogedor.

Una de las zonas menos espectaculares, pero más expresivas, fue la de los pueblos en resistencia del que, cuando todavía se aceptaba la existencia de varios mundos, se llamó ``Tercer Mundo''. Ayer, durante una entrevista entre los delegados del EZLN y algunos representantes del norte de Africa, un delegado marroquí dijo: ``Notamos que desde el surgimiento de los zapatistas ha cambiado el mundo. Entramos en una etapa nueva. Se puede luchar. Estamos orgullosos de vernos reflejados en la lucha de los indígenas mexicanos, como bereberes que somos''.

En otra reunión, con representantes de luchas latinoamericanas, un vocero de los Sin Tierra de Brasil dijo: ``Los zapatistas son una referencia importante para nosotros''. Un salvadoreño consideró, críticamente, los acuerdos de paz en su país, que trajeron una cierta pacificación, ``pero dispersaron el movimiento social''. A su vez, un indígena guatemalteco, de la Oficina del Pueblo, consideró que la firma de la paz en su país ``fue muy importante, pero muy pobre de contenidos''. El guatemalteco les habló a los guadalupanos sobre la pérdida de tierras: ``No es fácil luchar donde la vida no sabemos si vuelve o no vuelve''.

Durante esta Babel no sólo de lenguas, sino también de pensamientos y movimientos, tal vez anticipando la dispersión, se privilegió el encuentro mismo, sobre el debate conclusivo. Se escuchó al feminismo europeo, y también se le dejó de escuchar, pues en dos mesas (en Barcelona y Madrid) la oposición entre géneros llegó al extremo de excluir la participación masculina. Además quedó claro que la lucha contra el patriarcado es tema predominante en el feminismo europeo.

Además de las decenas de colectivos de solidaridad, acudieron Refundazione Comunista, de Italia, y las luchas de liberación nacional de los pueblos saharahui y kurdo. Comparten dos cosas: su identificación con los zapatistas mexicanos y su conciencia urgente contra el neoliberalismo global. Quizá pueda señalarse una escasa participación de una izquierda orgánica y el predominio entre los europeos de los grupos de resistencia focal y acción directa, y que la búsqueda de redes alternativas conserve, con desarmante tozudez, una vocación marginal que se contrapone a la supuesta intención universal del antineoliberalismo.

Algunos temas todavía queman: ¿autonomía a ultranza o nuevo federalismo?, ¿nacionalismo a secas o liberación nacional abierta o incluyente? Hubo temas que impusieron, por ejemplo, el tipo de dieta en algunas sedes intergalácticas. En el Camping de Almuñécar, el ``antiespecismo'', corriente radical contra cualquier empleo mortal o manipulatorio de las especies animales, indujo menús estrictamente vegetarianos, a orillas de un blanco puerto andaluz rico en frutos del mar. De igual modo, la crítica de los medios de comunicación masiva y la búsqueda de redes alternativas, no comerciales e independientes, llevó a un desdén hacia la prensa ``oficial'' o de gran escala que dificultó una mayor difusión.

El Intercontinental ya fue

La clausura del Encuentro, la noche del sánado en la finca El Indiano, en Cádiz, fue breve y corrió a cargo de los organizadores andaluces y los delegados zapatistas. Después de una sesión de sesiones plenarias agotadora y poco concluyente (como se esperaba), Dalia, entre aplausos que la interrumpían, dijo: ``Nuestra lucha de todos ustedes, mujeres y hombres del mundo, va a triunfar''. Y Felipe: ``Vamos a crear una unidad más humana, más fuerte, de agarrarnos la mano. Vamos a formalizar nuestros pasos de lucha en nuestros países y en nuestro mundo''. Por último, una andaluza llamada María leyó un comunicado de clausura: ``Estamos aprendiendo a crear nuevas formas de vida y de hacer política''. Dijo que, pese a las diferencias, ``en el cansancio, acribillados por el sol dulce y caliente de estas tierras... nos hemos encontrado''.

En la noche, en el vecino pueblo de Puerto Serrano, hubo una rumbosa fiesta de despedida. Una troupée de niñas y jóvenes bailaoras y cantaoras prendieron con su flamenco y su hermosura gitana el tablao del estadio de futbol. Después el rock, y lo que sea, para bailar hasta casi amanecer, cuando la extenuación alcanzó por fin a la fauna intergaláctica.

Al abandonar esta tarde la estación de Utrera, no lejos de Sevilla, la sexta sede del Intergaláctico condujo a bordo cientos de delegados europeos y mexicanos para atravesar los inacabables campos planos de Andalucía y La Mancha. Era el último cabo del hilo que tejió la red posible, la punta del nuevo hilo para la próxima red. Una línea de fuga y recomienzo. La locomotora apuntaba, tendida, hacia la puesta del sol sobre Castilla, en Aranjuez.