IN MEMORIAM, WILLIAM S. BURROUGHS
Agencias, Kansas City, EU, 3 de agosto Ť El escritor estadunidense William S. Burroughs, representante de la generación beat y figura imprescindible de la contracultura en Estados Unidos, murió el sábado a los 83 años.
Su literatura underground, experimental, pasada por el filtro que le proporcionaba su adicción a las drogas, en especial la heroína, evocaba con prosa deliberadamente irregular un mundo de pesadillas, no exento de un turbulento sentido del humor y una gran inventiva.
La generación beat, de la que fue figura de culto, significó un movimiento social, político y cultural estadunidense que algunos años después de la Segunda Guerra Mundial arrasó con las formalidades y los paisajes tranquilizadores en la literatura.
Considerado pionero en su ruptura con el estilo narrativo tradicional, fue famoso por su novela Almuerzo desnudo (Naked lunch), que relata sus experiencias como drogadicto y donde la descripción de la violencia y el sexo impresionó tanto a los editores que tardaron tres años en publicarla, siendo 1959 fecha determinante para la literatura contemporánea.
De acuerdo con informes de su editor neoyorquino de la casa Grove Press, Ira Silverberg, Burroughs falleció en el hospital de Lawrence, 24 horas después de sufrir el viernes un ataque cardiaco. Añadió que el narrador gozaba de buena salud, pero el viernes repentinamente tuvo que ser ingresado en el hospital.
Abiertamente homosexual, El hombre del sombrero trataba su sexualidad y drogadicción con franqueza y se convirtió en referencia obligada de otros representantes de la contracultura como Allen Ginsberg, Jack Kerouac, Gregory Corso y Lawrence Ferlinghetti, sobre los que ejerció una gran influencia. Junto con esos poetas, el autor de Junkie simbolizaba la bohemia, la rebeldía contra el poder establecido y el inconformismo, bandera de la generación beat (generación perdida). Su vida, determinada por la adicción a la heroína, lo orilló en 1954 a vender su máquina de escribir y continuar sus obras a mano.
Lucha contra la oscuridad
Nacido el 5 de febrero de 1914 en Saint Louis (Missouri), William Seward Burroughs provenía de una familia pudiente y realizó sus estudios -sin demasiadas ganas- en Harvard. Marchó a Europa en 1936, donde se casó con la judía Ilse Klapper (quien huía de los nazis) para poder llevarla a Estados Unidos. Al llegar a América se separaron de inmediato.
Nieto del inventor de la primera calculadora, del que llevó su nombre, desempeñó en Nueva York trabajos aventureros, entre otros, como fumigador. Se inició en la heroína en 1944, y nueve años después vería la edición de su primera novela Junkie: confesiones de un drogadicto sin remedio (1953), bajo el seudónimo William Lee, como una crónica desesperanzadora sobre su adicción.
En 1951, con varios litros de alcohol y porciones de droga en el cuerpo, le colocó a su segunda esposa un vaso de agua encima de la cabeza para practicar tiro, y acabó con la vida de Joan Volner Adams. Las autoridades mexicanas lo consideraron un accidente y pronto lo dejaron en libertad.
Esa experiencia, así como su estancia temporal en el Amazonas, donde viajó para seguir probando nuevas drogas, quedaron reflejadas con detalle en The yage letters (1963), correspondencia que mantuvo con Ginsberg en 1953 y no se editaría como libro sino una década después.
Desde diciembre de 1981, el novelista se había instalado en la residencia de estudiantes de Lawrence y vivía rodeado de sus gatos. En 1989 escribió el libreto del musical El jinete negro (The black rider), que Robert Wilson montó para el teatro Thalia de Hamburgo (Alemania) y que obtuvo gran éxito lo mismo en esa ciudad que en Nueva York. Había dejado de fumar seis años atrás, debido a que se le practicó una operación de corazón para colocarle un marcapasos triple.
``Es el único escritor estadunidense que todavía vive y del que se puede decir que es un genio'', solía decir de él Norman Mailer, en tanto Burroughs comentaba que su vida había sido ``una lucha constante para resistir la fuerza de la oscuridad'', para él sus peores aspectos personales.
La fama le llegó a través de su novela Naked lunch, escrita mientras vivió en Tánger (Marruecos), publicada en París en 1959 y llevada a la pantalla cinematográfica en 1991. Esa obra estuvo prohibida en su país hasta 1962, cuando el Tribunal Supremo decidió levantar la censura contra ese volumen relativo a la autodestrucción. En opinión de Burroughs, todas las formas de drogadicción son contraproductivas para el escritor, y durante los 15 años que vivió bajo su dominio no obtuvo nada positivo, salvo admitir que el drogadicto es una víctima de su propia opresión.
A partir de ese libro, el novelista se dedicó a experimentar más con la estructura de sus narraciones, entre las que destacan The soft machine (1961), Nova Express (1964), The wild boys (1971), Exterminator (1973), Cities for the red night (1981), Queer (1985) y Tornado alley; sin embargo, ninguna de ellas fascinó tanto a la crítica como su célebre Naked lunch.
Además de la literatura realizó trabajos como fotógrafo, pintor y escultor, y su vida fue llevada a la pantalla en un documental realizado por Howard Brookner.
El último tributo que se le rindió fue en la Universidad de Kansas, con la aparición de artistas como Michael Stipe, del grupo musical R.E.M., y Deborah Harry, la antigua cantante de Blondie, ambos representantes de la nueva generación beat.
El mundo de la música lo tuvo como símbolo, al grado de que Burroughs apareció en el último video del grupo irlandés U2, titulado Last night on earth, que se rodó en mayo en Kansas. Otros personajes del mundo del rock, como David Bowie o el extinto Kurt Cobain, lo consideraban también ``emblema de la transgresión''.
Con estancias en París, Nueva York, Londres, México y Tánger, Burroughs siguió escribiendo hasta el final de sus días. Poco antes de su muerte colaboró en la selección de algunas de sus obras, que se publicarán el año próximo en una nueva edición recopilatoria. En noviembre de 1996 declaró a The New York Times que ya no se podía concentrar para escribir. ``Supongo que ya no me queda nada qué decir'', explicó.
Javier Molina Ť Y ahora el patriarca William Burroughs. El escritor que cuando niño escuchó hablar a la sirvienta diciendo que el opio producía sueños agradables. Y entonces pensó:
-Cuando sea mayor, fumaré opio.
En Almuerzo desnudo dice que por aquí lo compraba. Caminamos por la calle de Dolores, un perro cruza la calle, pasa de la sombra al sol del oriente, leemos los nombres de los bares, cerca del Callejón de las Damas: el Poseidón (dios griego del mar), el Salón Orizaba, con su pequeño tapanco, donde el sediento de escasas monedas puede pedir de una vez una caguama; los vecindarios de la noche clandestina, underground. Recordamos su deambular por la colonia Roma, también los bares donde -se dice- por lo regular tomaba vodka o tequila. El México lindo y querido que luego le parecía deprimente, los claroscuros, las mariposas que salen de los escombros.
Burroughs, quien vio la primera luz en San Luis (bueno, San Luis Blues), el chamán de Ginsberg y Kerouac, conocedor de los cultivos, actor en el cine, defensor de su propia forma de vida, de la libertad que pretende negar el poder en todas sus formas. Explorador de vastos territorios de la mente. Recordamos cuando reflexionaba sobre el glifo egipcio que es un junco o pluma y agua, y que borra el concepto de una pregunta de su mente: ``El signo de interrogación se desvanece, se transforma en junco y agua. La pregunta ya no existe''. ¿Quién? El agua, la pluma.
El escritor que conoció Paul Bowles en Tánger, tranquilo, sin cuidado. ``Cuando lo conocí me di cuenta de que la leyenda existía a pesar de él y no por él: le traía sin cuidado''. Y recuerda su buen humor, cuando leía en voz alta páginas encontradas al azar de su libro Almuerzo desnudo, y reía a carcajadas (con razón, porque es un libro con frecuencia divertido). ``Lo mejor de Bill Burroughs es que siempre tiene buen sentido del humor, incluso el de mayor mordacidad''.
Vino a México no porque le encantaran sus altos contrastes en los tiempos del alemanismo (1949-1952), su grandeza, su sordidez y su lujo, sino más bien huyendo de Estados Unidos, de la Gran Norteamérica que engendró a la beat generation. Oigamos sus reflexiones sobre el poder: ``El infierno consiste en caer en manos enemigas, en manos del virus del poder, y el cielo consiste en liberarse uno mismo de ese poder, en lograr una libertad interior, libertad de los condicionamientos''.
Ezra Pound contra el sistema, Kerouac, Ginsberg, Joan Vollmer... De otra manera Angela Davis, Miles Davis, Bob Dylan (con Dios de nuestro lado las cosas están cambiando), el jazz, la juventud contra la guerra, el amor (¿no es una redundancia?) libre, el cine y la literatura, el pop art y los Panteras Negras. Nombres nocturnos y musicales: Memphis, Nashville, Kansas, San Luis. Palabras en Tánger, las canciones de México... Y los vastos territorios de la mente. ``El hombre nació en el tiempo -escribía Burroughs. Vive y muere en el tiempo. Donde quiera que vaya, lleva el tiempo consigo y lo impone''.