Pereció el músico Conlon Nancarrow
Julio Estrada, especial para La Jornada Ť La tarde del domingo 10 de agosto falleció en su casa de Las Aguilas Conlon Nancarrow, compositor de genio indiscutible, ser íntegro y amigo absolutamente entrañable. Su obra musical es un ejemplo de sencillez extrema por la raíz que tanto alimentaba a sus materiales, el jazz, a la vez que del rigor intelectual más exigente por su intrincada concepcion del tiempo. Conlon Nancarrow deja un catálogo de cerca de setenta obras que comprenden música de cámara, para pequeña orquesta y, sobre todo, aquélla que ha trascendido todas las fronteras, geográficas y estéticas, al mostrar un universo totalmente inédito: sus más de cincuenta Estudios para piano mecánico.
La singular concepción de los Estudios de Conlon Nancarrow renueva los esquemas de la polifonía imitativa tradicional al proponer la noción de canon entre velocidades: un juego de imitación de una secuencia melódica o melódico-armónica entre tiempos --tempi-- que corren, cada uno, a distinta velocidad. El ensamble de dichos materiales podría compararse al de la reverberación de una misma música escuchada en una extensa perspectiva, como si cada imitación fuese un espejo nuevo que surge a lo lejos en un tiempo que se alarga o se acorta. Cada tema es así conducido con la obsesividad magistral del contrapuntista dentro de una inmaterialidad arquitectónica hecha de simetrías producidas por la superposición matemática de velocidades que funcionan como módulos que dividen el tiempo total de cada Estudio.
A diferencia de cánones o de fugas como los de Bach, en los que la música va avanzando dentro del tiempo único que da carácter a cada obra, y donde el cálculo de las relaciones del tema consigo mismo se sitúa en un tiempo y un espacio aún rigido --el antiguo nivel del punctus contra punctus--, los cánones de Conlon Nancarrow muestran un nuevo modelo de cálculo contrapuntístico. Los Estudios pertenecen al tiempo-espacio einsteniano, más elástico y permisivo dentro del continuo e incisivo en su discontinuidad.
Conlon Nancarrow tuvo en Henry Dixon Cowell (1897-1965) a un gran maestro --como Buxtehude lo fue de Bach-- en cuyas investigaciones se insprió en buena parte de sus trabajos, si bien la modestia de Nancarrow --inaceptable para todo análisis profundo-- no le dejaba decir cuánto aportó con su propia creativdiad e inteligencia deslumbrantes. Al igual que Cowell --quien fuera encarcelado en San Quintín por la furia anticomunista-- Nancarrow se identificó con ideas progresistas: se enroló en la Lincoln Brigade y fue a luchar en contra del franquismo desde el 37 hasta el final. A su regreso a Estados Unidos, se le retiró el pasaporte y decidió venir al país que había acogido a los republicanos españoles; llegó en 1941 casi junto con ellos, pero desde la frontera norte. Conlon no alcanzó a conocer a Silvestre Revueltas, quien había muerto un año antes, con quien hubiese coincidido más que con ningún otro músico en México. Se hizo mexicano hace ya varias décadas, a pesar de lo cual todavía algunos lo consideraban ``comunista'', ``extranjero'' o ``ajeno a la cultura nacional''. Aún así, desde fuera de México todo mundo se ocupa de su música como uno de los grandes logros del siglo, consagrándole conciertos o festivales enteros, algo que quienes conocen su obra saben volverá a ocurrir al conocerse internacionalmente la triste noticia de su deceso: Conlon Nancarrow será llorado hoy en todo el mundo. También aquí, porque dicho en términos que para el lector local se entenderán con mayor cercanía, me permito afirmar que, desde Silvestre Revueltas, Conlon Nancarrow es el compositor más trascendente, íntegro y de mayor nobleza que haya tenido el México de nuestro siglo.