Se canalizarán este año 7 mil 533 millones de pesos mediante el plan de apoyos directos en la materia
Angélica Enciso Ť Este año el Programa de Apoyos Directos al Campo (Procampo) prevé canalizar 7 mil 533 millones de pesos -casi mil millones de dólares- en beneficio de más de tres millones de agricultores, cuya producción no ha sido incentivada por este instrumento.
Con el objetivo de constituirse en un apoyo directo al ingreso de sus agricultores, de los cuales casi dos millones están orientados al autoconsumo, Procampo, con 556 pesos por hectárea y ciclo productivo, ha pasado a ser un instrumento de garantías para el campesino, ya que éste cede esos recursos para la adquisición de insumos.
Mientras para algunas organizaciones Procampo debe elevarse a rango de ley para garantizar recursos permanentes en el sector, para otros se trata de un mecanismo asistencialista que no atiende los problemas de raíz y debe desaparecer.
El responsable de la aplicación de Procampo, Carlos Montañez Villafaña, considera que la limitante de este mecanismo es que no puede garantizar recursos a largo plazo, sino sólo por cada ciclo productivo.
Esto, indica en entrevista, dificulta el uso de Procampo como fuente de pago más alla de un ciclo. En este momento, dice, no hay respaldo jurídico para crear un mecanismo de cesión de derechos por más de un ciclo productivo, ya que el presupuesto que se otorga para el programa es anual.
El PRI, la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras (ANEC) y organizaciones campesinas independientes se han manifestado por que ese instrumento se eleve a rango constitucional, pero los objetivos de su creación, al desplazar los subsidios otorgados mediante los precios de garantía, tenían como fin la entrega de un monto asignado por hectárea con una vigencia de 15 años.
Los objetivos por los que este mecanismo fue creado se centran en garantizar un apoyo directo al ingreso de cerca de tres millones de agricultores, incluidos aquellos que no recibían los beneficios de los esquemas de precios controlados.
También se preveía, entre otros aspectos, cambiar la orientación de la producción hacia aquellos productos con ventajas comparativas; apoyar los ingresos de los productores otorgándoles certidumbre sobre los futuros niveles de apoyos al ingreso, y compensar los efectos negativos que ejerce sobre los mercados mundiales el otorgamiento de subsidios a los productores de otros países.
Un programa muy vigilado
Montañez Villafaña indicó que Procampo está muy vigilado por la cantidad de recursos que se utilizan anualmente. Hasta ahora, sólo se han aplicado poco más de 2 mil millones de pesos y en noviembre habrá terminado la cobertura total. Sin embargo, no se logrará que estos recursos -con los que se atiende a los casi 2 millones de pequeños y medianos productores- den un salto a la libre competencia, agrega.
Explica que, como eje fundamental del cambio estructural de la política agropecuaria, el Procampo se da en el contexto de apertura tanto del mercado externo como interno, sobre todo derivado de las negociaciones del Tratado de Libre Comercio, así como de la desaparición de empresas paraestatales del sector.
Al hacer su diagnóstico de la creación de Procampo, explicó que los precios de garantía, en la forma en que operaban en México, ocasionaban dos problemas. Primero, quien recibía una mayor dotación del subsidio era el productor de mayores rendimientos y de volumen de producción, y segundo, distorsionaban el mercado, pues concentraban el patrón de cultivos.
Además, dice, al administrar el gobierno los precios de garantía, lo que se daba era una discusión entre los productores y el gobierno, mientras que los consumidores, y el mercado en general, nada tenían que ver en ella, pues se trataba de una polémica entre autoridades y productores.
A partir de ello se planteó la necesidad de modificar el mecanismo de subsidio, sin plantear su desaparición. Con ello se logra canalizar el subsidio al productor indistintamente de su producción, ya que se cuenta con personas que no eran beneficiadas con la política de precios de garantía.
Resalta que Procampo puede ser utilizado para mejorar las condiciones de producción, pero no es el único instrumento gubernamental orientado a ello. Estas acciones, agrega, no están en función de los costos de producción, porque podría llegar hasta 3 mil pesos por hectárea y ello provocaría efectos distorsionantes. Agregó que ,para apoyar a los productores, también esta Alianza para el Campo.
Al sumarse la superficie de los nueve productos básicos se tiene 86 por ciento de la superficie cultivable, de la cual Procampo recibe 90 por ciento, refiere. Uno de los objetivos, indica, también es que ``produzca un cambio profundo en la unidad económica a donde llega y que sea permanente''.
Programa asistencialista
El Procampo se estableció en el ciclo otoño-invierno de 1993, previo a las elecciones de 1994, lo cual llevó a que se considerara como un programa electorero. ``En esa primera etapa su uso fue muy burdo, se hace un manejo discrecional, se registran grandes cantidades de tierra y todo ello en favor del partido oficial'', indica Víctor Suárez, director de ANEC.
Se trataba, agrega, de un instrumento para el desmantelamiento de granos básicos, más que de apoyo a la producción, pero los productores han hecho de él, en los dos últimos años, un cambio.
Se busca, indica, que se eleve a rango de ley porque ``mañana, si hay una crisis presupuestal, el gobierno puede decir que ya no hay recursos, por lo que se requiere certidumbre''. El PRI también ha considerado entre sus reivindicaciones políticas elevar a rango de ley el Procampo.
Para Jorge Calderón, profesor de Economía Agrícola en la UNAM y senador electo del PRD, un programa ``asistencialista'' como Procampo, constituye una parte de las acciones compensatorias que a largo plazo entran en crisis debido a que, al no resolver el problema de la pobreza, lo agravan.
Agrega que los limitados apoyos pierden efecto, el impacto de contención de la crisis social se anula y estallan en toda su dimensión los conflictos sociales.
En este caso, la utilización de este instrumento es considerada por Calderón como un medio de inducción al voto, ``existe la simbiosis entre funcionarios de Procampo, presidentes municipales, líderes campesinos y autoridades federales y estatales''.
Agrega que en este momento es ``tan grave la crisis de los productores de medianos y pequeños ingresos, que los recursos de Procampo les sirven como un paliativo para mitigar la dureza de la crisis productiva que enfrentan''.
Considera que en la forma en que Procampo fue diseñado los productores de medianos y bajos ingresos no lograrán la autosuficiencia ni la capacidad de expansión.