Además de ser calumniosa y carente de elemental sentido común, la denuncia formulada ante la PGR contra el Conasida por Jorge Serrano Limón, dirigente de Pro Vida -en la que se señalan los presuntos ``delitos'' que esa institución del sector salud comete al recomendar, en sus campañas publicitarias, el uso del condón como medida preventiva del contagio de VIH-, en nada contribuye, e incluso obstaculiza, a la consolidación de la necesaria cultura informativa y de prevención del sida que se requiere para hacer frente a un problema de salud pública que es cada vez mayor.
La epidemia del sida, en efecto, es un fenómeno dramático que tiene causas y repercusiones en múltiples aspectos -no sólo médicos y sicológicos, sino también éticos, económicos, sociales y de derechos humanos- que deben tenerse en cuenta en las estrategias orientadas a conocerlo y combatirlo.
Conasida tiene la obligación de establecer políticas y acciones de información y regulación encaminadas a prevenir y controlar la epidemia de sida, pero no está facultada para intervenir -como lo pretende Pro Vida- en la privacidad de las personas ni en sus preferencias y prácticas sexuales. La labor de Conasida se encuentra estrictamente apegada a criterios médicos y científicos, y se limita a propiciar y recomendar prácticas de seguridad para impedir la propagación del VIH, tanto por la vía sexual como por las otras formas de contagio, así como a vigilar el cumplimiento de las disposiciones sanitarias en la materia. Si dejara de hacerlo, como lo exige Pro Vida en el caso del condón, además de incumplir su mandato legal, pondría en riesgo la vida de muchos mexicanos.
Por ello, las intenciones de Pro Vida de sabotear las campañas de información realizadas por Conasida y proponer la no utilización el condón bien pudieran ser interpretadas como un delito contra la salud, en el entendido de que tales declaraciones desinforman a la sociedad y la exponen a riesgos que pueden y deben ser evitados. Una situación similar, para ilustrar la gravedad de esas informaciones, sería invitar a la población a no vacunar a sus hijos o a consumir alimentos contaminados.
En tanto no se descubran tratamientos eficaces para curar el sida y no se encuentre una vacuna que evite de manera definitiva el contagio, el preservativo será el método más útil para prevenir la transmisión por vía sexual de una epidemia que, hasta la fecha, permanece fuera de control. A fin de cuentas, como lo muestra la propia realidad, el uso del condón ha aumentado en México en los últimos años, especialmente entre los adolescentes, y es aceptado por la mayor parte de la población como una opción real para la planificación familiar y la prevención del contagio del sida y otras enfermedades sexualmente transmisibles.
Las afirmaciones de Pro Vida, además de ser improcedentes y carentes de propuestas viables para enfrentar esa epidemia, atentan contra la salud de los mexicanos y son una muestra de actitudes regresivas que deben ser superadas, denunciadas y aisladas. Sólo con una amplia información y educación sexuales, en que las consideraciones científicas y las acciones epidemiológicas prevalezcan por encima de moralinas totalitarias y mojigatas, será posible reducir, en México y en el mundo, la incidencia de casos de sida y el riesgo de contraer el VIH.