La deuda pública de México ha sido motivo de análisis, reflexión y polémica desde hace varias décadas. A raíz de los sucesos ocurridos en diciembre de 1994, ha vuelto a cobrar auge la discusión sobre la estrategia del manejo de la deuda nacional.
En este artículo se exponen las acciones más importantes que el gobierno ha realizado en materia de deuda pública en los últimos dos años. En primer lugar, se analiza brevemente el problema de liquidez que México enfrentó a finales de 1994 y principios de 1995, así como las medidas tomadas para abordarlo. En segundo término se describe cómo el acceso a los mercados internacionales de capital ha permitido mejorar significativamente las condiciones, en cuanto a plazo y costo, de la deuda pública, eliminando así la vulnerabilidad asociada a la deuda de corto plazo. Finalmente, se realiza un análisis de la evolución histórica de la deuda pública, así como una comparación internacional de los principales indicadores de solvencia.
A finales de 1994, el país enfrentó un severo problema de liquidez. En diciembre de ese mismo año el saldo de la deuda pública externa de corto plazo (incluyendo Tesobonos) se había incrementado a 35 mil 600 millones de dólares y las amortizaciones para 1995 sumaban más de 41 mil millones de dólares. Esto, aunado a un déficit esperado en cuenta corriente de casi 30 mil millones de dólares y a un monto de reservas internacionales cercano a los 3 mil millones de dólares, implicaba que México debía obtener recursos del exterior por casi 70 mil millones de dólares en un solo año. Esta situación desencadenó una reacción de pánico entre la comunidad inversionista debido a la magnitud de las obligaciones que el gobierno federal tenía que cubrir en tan poco tiempo, generando, en buena medida, la crisis financiera de 1994-1995.
Es evidente que nuestro país no enfrentaba un problema de solvencia, ya que la deuda pública total como proporción del producto se mantuvo en niveles manejables (alrededor del 40 por ciento del PIB) en comparación con los niveles observados a finales de la década de los ochenta, cuando la deuda pública total alcanzó a ser mayor a 1.2 veces el Producto Interno Bruto. Sin embargo, a finales de 1994, sí se encontraba ante un severo problema de liquidez.
Ante esta situación, únicamente existían dos posibles soluciones: (i) declarar suspensión de pagos, lo que hubiera desencadenado una crisis económica de mayor magnitud a la que tuvimos, o (ii) buscar un paquete de emergencia económica que fuera puesto a disposición del país por la comunidad financiera internacional, toda vez que los mercados voluntarios de capital se encontraban cerrados para México.
Con los recursos provenientes del paquete de ayuda financiera fue posible hacer frente a las obligaciones de corto plazo, lo que a su vez detuvo la corrida sobre la deuda pública y privada. Asimismo, el 9 de marzo de 1995 el gobierno federal anunció un sólido programa económico mediante el cual se buscaba contener los efectos inflacionarios de la devaluación, reducir el déficit en cuenta corriente y atenuar los costos sociales de la crisis.
La solidez del programa macroeconómico y el respaldo financiero internacional hicieron posible un rápido retorno a los mercados internacionales de capital, reflejando la creciente credibilidad de la comunidad financiera en las perspectivas de la economía mexicana.
Después de la crisis de 1982, siete años tuvieron que transcurrir para que México pudiera volver a los mercados voluntarios de capital, mientras en esta ocasión únicamente fueron necesarios siete meses. Así, de julio a diciembre de 1995 se lograron colocar recursos por 5 mil 633 millones de dólares, lo que permitió refinanciar parte de los Tesobonos con financiamientos de mercado.
Una vez que se logró tener presencia en los mercados internacionales y bajo un entorno macroeconómico más estable y con mejores perspectivas, en 1996 los objetivos de la política de la deuda pública se orientaron a reducir los costos de financiamiento y extender la estructura de vencimientos, suavizando el calendario de amortizaciones y reduciendo la vulnerabilidad asociada a cambios en las condiciones de los mercados.
Mediante el acceso responsable a los mercados en diferentes monedas y a diferentes plazos, México logró mejorar significativamente el perfil de su deuda externa, habiendo emitido durante 1996 más de 15 mil millones de dólares, cada vez en mejores condiciones en cuanto a plazo y costo. Es importante señalar que todas estas fueron operaciones de refinanciamiento que permitieron mejorar las condiciones de la deuda pública externa y no incrementar los niveles de la misma.
Asimismo, a menos de dos años de haber recibido el paquete de emergencia económica por parte del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, el gobierno federal fue capaz de cancelar en su totalidad dichos financiamientos con tres años de anticipación a su amortización originalmente calendarizada. En agosto de 1996, se llevó a cabo un pago anticipado por 7 mil mil millones de dólares, liquidándose dos terceras partes del paquete financiero puesto a disposición del país en febrero de 1995. Seis meses más tarde, en enero de 1997, se realizó un pago anticipado adicional por 3 mil 500 millones de dólares, con lo que se liquidó la totalidad del saldo vigente del paquete de ayuda financiera.
* Subsecretario de Hacienda