La Jornada viernes 15 de agosto de 1997

ASTILLERO Ť Julio Hernández López

Ruidosamente acompañado por más de un centenar de apoyadores, el directivo ferrocarrilero y diputado electo, Víctor Flores, se presentó el pasado viernes en La Jornada para exigir que sus emisiones verbales fueran escuchadas en el nivel directivo del diario y, además, por el autor de esta columna.

Informado de que ninguna de sus deseadas interlocuciones estaba en Balderas 68, pero que en esta comunidad periodística hay suficientes reporteros para atender todo asunto que así lo demande, Flores dijo que se mantendría en plantón con sus compañeros el tiempo que fuera suficiente hasta que sus puntos de vista fueran escuchados y publicitados por las personas que él había decidido.

Poco duró, sin embargo, la enhiesta actitud del líder que ha permitido que sus representados sean liquidados y jubilados contra su voluntad pues, pasados apenas unos segundos, el todavía presidente del Congreso del Trabajo aceptó la grabadora que profesionalmente le ofreció el reportero Antonio Vázquez para que expusiera sus puntos de vista.

Nada de lo expresado por el peculiar líder rielero fue diferente de lo que ha sostenido respecto al proceso de privatización de las líneas ferroviarias nacionales (pleno apoyo, beneplácito por el respeto a los derechos de los trabajadores, rechazo a las pretensiones de un minúsculo grupo que se aferra al poder sindical y pretende enlodar la privatización), pero lo importante para él era mostrar ante sus subordinados su capacidad de confrontación.

Esa necesidad de mostrar audacia está en la misma línea de razonamiento que un año atrás le llenó de ingrata fama, cuando violó el espacio legislativo al agredir al diputado Marco Rascón y arrebatarle la máscara de cerdo con la que el perredista ridiculizó el ritual de las ceremonias presidenciales.

Ahora, Flores organizó el viernes 8 --un día después de haber sido citado en la Secretaría de Gobernación para asuntos guardados en secreto-- toda una estrategia obligadamente pacífica para enfrentar a la Comisión Nacional para la Defensa del Contrato Colectivo del Trabajo, llamada Conapro y dirigida por Salvador Zarco, para inhibir las críticas periodísticas al entreguismo sindical que ha permitido increíbles violaciones laborales, y para demostrar a los nuevos dueños de las líneas ferroviarias que la vía confiable para mantener al gremio callado sigue siendo el propio Flores.

Ese viernes fueron convocados todos los secretarios generales de las secciones sindicales ferrocarrileras del país para recibir indicaciones respecto de la todavía incipiente insurrección rielera. En una maniobra que debe haberle secado el seso al autor, los reunidos dijeron haber estado a la espera de que los integrantes de la Conapro (que habían programado para ese día una Asamblea Nacional Ferrocarrilera, y una marcha a Los Pinos para entregar una solicitud de auxilio presidencial) se presentaran en el recinto sindical para escuchar allí sus inconformidades.

Dado que los ferrocarrileros independientes no se presentaron a la cueva del lobo en la que se les había asignado una audiencia nunca notificada, don Víctor Flores y acompañantes dedujeron con brillantez que a la Conapro le mueven otro tipo de intereses y que no tienen deseos reales de solucionar los problemas que dicen abanderar.

Luego, en otro movimiento táctico deslumbrante, se movilizaron a bordo de dos autobuses a la calle de Balderas y los estacionaron a unos 200 metros de La Jornada, a la altura del cine Arcadia. Ya en tierra, desplegaron mantas recién rotuladas con leyendas de apoyo a su líder, medio cerraron la circulación de automotores y llegaron a la puerta de Balderas 68 en demanda de hablar con la directora del diario y con ``el tal Julio Hernández''.

La urgencia de Flores no provenía de una aclaración, un desmentido o una corrección a lo expuesto en esta columna, ni su enojo tenía como sustento el que anteriormente se le hubiera negado espacio para reproducir declaraciones valiosas, o hubiera alguna actitud contraria a su derecho de réplica.

Flores quería amedrentar con el respaldo escandaloso de sus convocados, y hacer sentir una presión numérica en uno de los sitios donde se han documentado sus andanzas y las consecuencias.

Ese mismo estilo de apabullamiento matraqueril fue usado en días pasados contra Mario Suárez, el líder de la Confederación General de Trabajadores, que en una reunión del Congreso del Trabajo criticó severamente a Flores. Cuando Suárez hablaba, un grupo de rieleros especialmente llevado para esos menesteres, silbaba y abucheaba.

De la misma forma se acallan los intentos de algunos ferrocarrileros de hablar durante las atropelladas y fugaces visitas que Flores hace a los centros de trabajo y a las asambleas sindicales para defender la privatización y dar por recibido el apoyo de los trabajadores para ese proceso. Acompañado por gritones y guardaespaldas, Flores hace como que instala una reunión, hace como que pronuncia un discurso, y luego sale a empujones sin escuchar nada que esté fuera del guión.

Tal vez la escena que mejor describe la realidad sindical ferrocarrilera la haya dado el propio Flores, luego de conseguir su hazaña de ser entrevistado a las puertas de La Jornada, cuando dirigió un encendido discurso a sus seguidores... montado a hombros de uno de ellos.

(Por cierto, señor Flores, esta columna se publica de lunes a viernes, de tal manera que, aunque usted vea Astillero publicado el último día de la semana laboral inglesa, le sería importante entender que se escribió un día antes, el jueves, y que el viernes y el sábado son días de descanso del columnista. Digo, para que le vaya mejor otro día que lo tengamos de visita, acompañado si así le es menester o, para más valía, tan individual como es el autor de esta sección).

A la medianoche Cervera romperá la barrera sexenal

Hoy, cuando termine el día, Víctor Cervera Pacheco habrá cumplido seis años como gobernador, los cuatro primeros como interino y dos más a cuenta de los seis para los que fue elegido constitucionalmente.

Los partidos Acción Nacional y de la Revolución Democrática han anunciado su disposición para impugnar la permanencia de Cervera por diversas vías, tanto legislativas y judiciales como de movilización política, y además se ha formado allá un grupo plural que defiende la constitucionalidad que entiende agraviada por el llamado cerverato.

Al primer minuto de este sábado 16, cuando el gobernador haya roto la barrera histórica de los seis años como límite de estancia en el poder, estarán en Mérida 180 de los diputados locales panistas de todo el país, que realizan allá su XVII Encuentro Nacional.

La diputada Ana Rosa Payán, presidenta del panismo yucateco, dijo que si Cervera insiste en quedarse como gobernador, ``los legisladores del PAN serán testigos de que en Yucatán se empieza a dar un mal precedente para México''.

Según el programa de la reunión, mañana, en el primer día extrasexenal de Cervera, la diputada María Elena Alvarez de Vicencio dará una conferencia con el tema de Etica política en la autoridad y en el Congreso. El encuentro nacional será clausurado el domingo.