Luis Javier Garrido
La intransición

Quienes apostaron que tras el 6 de julio Ernesto Zedillo volaría con alas propias y rompería con Carlos Salinas de Gortari se equivocaron. El 6 de julio entrañó una debacle para el PRI pero significó una consolidación del grupo salinista que se asumió como triunfador porque mantiene su control sobre el aparato económico y político del Estado.

1. El aspecto más significativo de lo que acontece está en el hecho de que la confusión que existe en la burocracia priísta por el avance de ``la oposición'' contrasta con la seguridad de los tecnócratas: que saben que sus intereses públicos (y privados) están más allá de los partidos.

2. La confusión que tienen (o quieren tener) muchos políticos y analistas proviene de que no quieren entender que el sistema se está reconvirtiendo, tal y como lo exige Washington, a fin de ser funcional a los intereses trasnacionales, lo que implica una reducción del papel histórico del Partido de Estado, la creación de una nueva central obrera que remplace al antiguo Congreso del Trabajo, la sustitución del ``Pronasol'' por el ``Progresa'' y, desde luego, una mayor presencia de los partidos de oposición en los gobiernos locales y en el Congreso, que puede llegar hasta la ficción actual de que en la Cámara de Diputados domina ``la oposición''.

3. Una mayoría ``no priísta'' no es necesariamente una mayoría ``de oposición'', y ese es el caso actual de la Cámara de Diputados. La foto de los líderes de las diputaciones del PRD, del PAN, del PT y del PVEM, en la que su vocero, el panista Santiago Creel, anuncia la creación de ``un bloque opositor'' en la Cámara baja (La Jornada, 14 de agosto), podría sintetizar la impotencia de los partidos ante la situación actual si no fuese por la dosis de simulación que entraña. Al no tener esos cuatro partidos la posibilidad de convergencia alguna en un programa de democratización del país o en materia social y económica en vistas a formular una Ley de Ingresos y un Presupuesto de Egresos que atiendan a los intereses de las mayorías, no pueden dar a conocer más programa de acción que su decisión de controlar el aparato administrativo de la Cámara y de repartirse los cargos.

4. La llamada ``dignificación'' de la Cámara de Diputados no es de esta manera otra cosa que la legitimación del ``sistema''. Zedillo necesita que ``la oposición'' le dé otra imagen al Poder Legislativo para justificar su retórica sobre la supuesta democratización del régimen, y da pruebas de estar dispuesto a alentar cambios en el estilo de legisladores (y de la Cámara), porque sabe bien que en el fondo no arriesga nada por una razón sencilla: porque no hay una mayoría opositora a sus políticas.

5. El drama para México está en el hecho de que el ``sistema'' y las políticas neoliberales parecen tener asegurada su dominación, por lo menos hasta el año 2000.

6. Una de las paradojas de lo acontecido tras las últimas elecciones estriba en la circunstancia de que el PRI no tiene la mayoría absoluta en una de las dos cámaras, pero el salinismo y el gobierno ``de Ernesto Zedillo'' la siguen teniendo en ambas Cámaras: y en consecuencia podrán seguir aprobando cuantas leyes necesite el proyecto multinacional, de ahí sus declaraciones de autosuficiencia. Guillermo Ortiz (secretario de Hacienda) no se cansa de repetir que la política económica no variará, Herminio Blanco (titular de Comercio) se atreve a afirmar que los salarios ya recuperaron su poder adquisitivo (14 de agosto) y Jesús Reyes-Heroles (secretario de Energía) declara una y otra vez que la privatización de la petroquímica va a proseguir (13 de agosto).

7. La lectura que hubiese tenido un gobernante democrático tras el 6 de julio lo habría decidido a hacer cambios, pero los salinistas en el poder han actuado en pleno agandalle, con el clásico ``ya la hicimos'', y la cereza en el pastel está siendo la exoneración de los hermanos Carlos y Raúl Salinas de las gravísimas acusaciones que pesan sobre ellos. La PGR, en vez de investigar los crímenes políticos y económicos del sexenio pasado, está dada a la ardua tarea de exonerar a quienes presuntamente atentaron contra la Nación.

8. ¿Mayoría opositora? podría preguntarse legítimamente cualquier ciudadano. ¿Opositora a qué? ¿Al ``sistema''? ¿A las políticas neoliberales? ¿Al salinismo que se ha adueñado del poder económico y político en México?

9. El costo que tienen que pagar los dos partidos ``de oposición'' al aceptar el papel ``institucional'' que se les está reconociendo puede ser muy alto. Las cúpulas del PAN y del PRD saben que asumir la tesis oficial de que en México hay ya una ``normalidad democrática'', significa entrar en la lógica que Joseph-Marie Cordoba le impuso al PAN en el sexenio pasado, y que compromete a una fuerza ``de oposición'' a no cuestionar la legitimidad del régimen, de su Partido y de las políticas neoliberales, y a no criticar a la figura presidencial. Y a algo, además, muy importante: que en el escenario de un conflicto todo se puede ``negociar'', y que por lo mismo es inadmisible recurrir en ``la normalidad democrática'' a las movilizaciones sociales o a los actos que evidencien la verdadera naturaleza del ``sistema''. Aunque todo se siga decidiendo conforme a las reglas ``no escritas'' y por encima del marco constitucional.

10. ¿No se darán cuenta quienes gobiernan a México que todas estas prácticas corresponden a la política del ``viejo estilo''? ¿Que las querellas de la burocracia política, los reacomodos de las fuerzas del ``sistema'' y las negociaciones de las cúpulas partidistas se están haciendo al margen de la sociedad, y que ésta lo ha comprendido.