Cuando los partidos políticos aparecen diariamente como los actores principales del acontecer nacional, el EZLN convoca a todos los mexicanos y mexicanas que no pertenecen a partidos u organizaciones políticas a participar en el congreso de fundación del Frente Zapatista de Liberación Nacional. Cuando los futuros líderes de las fracciones parlamentarias disputan día a día las modalidades del ejercicio de sus nuevos espacios de poder, el EZLN se dirige a todos aquellos que quieren luchar, por medios civiles y pacíficos, por la democracia, la libertad y la justicia, sin aspirar a la toma del poder.
Estos requisitos básicos de quienes quieran participar en la fundación del FZLN tienen su antecedente en la Cuarta Declaración de la Selva Lacandona que data del 1 de enero de 1996, y su inclusión en los últimos dos comunicados del EZLN es la ratificación de unos principios y la confirmación de la vigencia de unas demandas, que las elecciones del 6 de julio no resolvieron y que la próxima integración del gobierno de la ciudad de México, y la nueva composición política del poder legislativo, pudieran no satisfacer.
La convocatoria al congreso de fundación del FZLN fue precedida de un comunicado del 8 de agosto de 1997 (La Jornada 11-13/8/97) en el que se encuentran las diferencias que el EZLN percibe entre la nueva fuerza política zapatista y los partidos y organizaciones políticas actualmente existentes. Los zapatistas conciben su lucha como un desafío al sistema político y económico; sus esfuerzos organizativos apuntan hacia la posibilidad de transformación radical por vías pacíficas; los cambios se impulsan desde abajo, apoyados en y por los movimientos ciudadanos y populares, y están dirigidos contra la relación de dominación existente entre Estado y ciudadanos.
Estas características que los diferencian, no llevan a los zapatistas a ignorar el papel que desempeñan, o podrían jugar, los partidos que actúan en el escenario nacional, sobre todo a la luz de los resultados del 6 de julio. En dichas elecciones y en algunos lugares del país, como el DF, la sociedad civil se reveló como el actor principal que logró abrir un espacio democrático, espacio que los grupos afines al poder, incluidos algunos partidos y organizaciones políticas, pretenden disputar a las fuerzas populares y ciudadanas.
La oportunidad de profundizar y ampliar ese espacio democrático abierto por la sociedad civil puede perderse si, en lugar de impulsarse transformaciones radicales, se conservan intactos los problemas fundamentales de la Nación, tal y como lo exigen los grupos de poder nacionales y extranjeros. Quienes abogan por esta simulación, sostienen que la derrota electoral del PRI en ciertos lugares del país significó el fin del régimen de partido de Estado y la consolidación democrática de la república.
Quienes comparten estas posiciones aconsejan a la sociedad civil que no se mueva, que espere a que desde arriba el poder decida y conduzca la transición que, aseguran, será hacia la democracia.
En su comunicado del 8 de agosto, el EZLN advierte que la disputa por la apropiación del espacio abierto por la oposición ciudadana del 6 de julio alcanza a todos los actores políticos, entre ellos al PRD, cuyos militantes reconocen que hay un debate acerca del rumbo y definición de su partido. Independientemente del desenlace de ese debate y el perfil que adopte el PRD, el EZLN piensa que en el escenario de los partidos políticos nacionales, es necesaria una opción electoral de izquierda propiamente dicha, que no luche por ocupar el ``centro'', que aspire a la toma del poder y que consiga el apoyo de la mayoría de los ciudadanos sin renunciar a los principios de la igualdad social, la democracia, la libertad y la soberanía nacional.
Esta opción electoral de izquierda podría llegar a ser, aunque evidentemente no lo es hoy por hoy, el PRD. Pero tampoco es la aspiración del EZLN ni del FZLN. Los zapatistas no pretenden constituirse en partido político ni aspiran a ese poder, sino a la transformación radical del sistema político y económico, y de la relación existente entre el Estado y los ciudadanos. No se trata de dos estrategias de lucha que pudieran complementarse en una misma organización, sino de dos estrategias para dos tipos diferentes de organización en función de dos concepciones distintas de los objetivos que se proponen alcanzar, y los medios utilizados para lograrlos