Al perder el PRI la mayoría en la Cámara de Diputados y la mayoría calificada en la Cámara de Senadores, el PAN y el PRD quedarán en una competencia muy cerrada por el segundo lugar y sobrevivirán como partidos menores solamente el PVEM y el PT; las decisiones en el futuro deberán tomarse con nuevos criterios. La agenda de debates empieza a perfilarse: el formato del informe presidencial y la política fiscal, sobre todo en lo que respecta al impuesto sobre el valor agregado.
Ahora que ya no tiene todas las cartas en la mano el PRI parece olvidar los métodos como impuso el aumento al IVA hace un par de años y apela a la negociación, el diálogo y el consenso para tomar decisiones. Sin embargo, las elecciones expresaron una decisión de los electores, con intenciones bastante claras. Por eso es interesante ver de nuevo los datos electorales bajo una óptica diferente. Si se consideran los votos que obtuvieron los partidos en números absolutos, en vez de hacer referencia a porcentajes, y se analizan las diferencias entre las elecciones de 1994 y 1997 se verá que: a) el gran perdedor fue el PRI a pesar de que contó con mucho más recursos que los demás y con el apoyo de gobernadores, funcionarios públicos y hasta del Presidente de la República (en 1994 obtuvo 17 millones 175 mil 210 votos y en 1997 solamente 11 millones 427 mil 548 o sea una pérdida neta del 33.46 por ciento)1/.
También resultaron perdedores el PAN que perdió el 11.63 por ciento de su votación en relación a la elección anterior (un millón de votos) y el PT que perdió 13 por ciento de su votación.
En las elecciones de 1997 hubo solamente dos ganadores en números absolutos: el PRD que aumentó su votación en dos millones lo que significa un incremento del 31 por ciento y el PVEM que pasó de casi medio millón a millón 114 mil votos (133 por ciento más).
El Distrito Federal fue definitivo para los resultados, porque si se compara la elección para jefe de gobierno en 1997 con la presidencial en 1994, se encuentra que el PRD ganó un millón de votos (106 por ciento), el PAN perdió más de medio millón (48 por ciento) y el PRI perdió más de un millón de votos (47 por ciento). Las pérdidas juntas del PRI y el PAN son mayores que los votantes ganados por Cárdenas, lo que significa que hubo votantes de estos partidos en 1994 que ahora fueron abstencionistas.
El PRI sigue siendo el partido más grande, no está ``ni tullido ni manco'' como dijera Arturo Núñez (La Jornada, 13 de agosto de 1997, 1a. pág.), pero ya no tiene la capacidad de rechazar tajantemente los cambios que propone la oposición, y mal haría ésta con ceder porque esos cambios son un compromiso con los electores. La votación del 6 de julio fue un rechazo a las políticas impuestas por el partido oficial en este sexenio y a la continuidad con las políticas del salinismo.
Sin embargo las elecciones pasadas también indican una gran incógnita: los abstencionistas. Los ciudadanos empadronados aumentaron de 45 a 52 millones (+14 por ciento), los votantes disminuyeron de 35 a 30 millones en números redondos (-14 por ciento), esto supone una importante baja en la participación electoral que en buena medida es explicable porque las elecciones presidenciales siempre han despertado mayor interés que las elecciones intermedias. Los ciudadanos abstencionistas podrían ser muchos de los electores que el PRI ya no puede movilizar, pero para el futuro de todos los partidos la gran incógnita está en los 22 millones de ciudadanos que no votaron en 1997.
1/ El incremento decremento se calcula como sigue:
((t2-t1*100)/t1), donde t1 es 1994 y t2 es 1997.