Los organismos empresariales están llamando a una apertura del debate sobre la economía política y el diseño del presupuesto que pronto comenzará a discutirse en la Cámara de Diputados. Pero no son sólo los empresarios los interesados en esta cuestión crucial para el futuro del país. Todos los sectores sociales tienen un interés marcado en la forma en que se gastarán los dineros que recibe la Secretaría de Hacienda. Por ello es indispensable que los partidos políticos piensen a fondo cuáles serán las nuevas prioridades que deben regir el manejo de los dineros públicos.
El hecho de que se esté alcanzando un superávit fiscal en este año indica que ya comienza a ser factible reorientar el gasto público y aumentar la inversión en aquellos sectores económicos y sociales que han sido más perjudicados por la tremenda crisis de los últimos dos años y medio. Es más, como ha señalado recientemente Martín Werner, director de Crédito Público, el éxito alcanzado en restructurar los plazos de pagos sobre la deuda externa implica que en los próximos años habrá mayor flexibilidad para utilizar tanto los ingresos impositivos como los que obtiene Pemex, en impulsar el desarrollo nacional, en vez de tener que remitir tantos dineros al exterior a los acreedores internacionales.
¿Cuáles son los sectores que requieren de mayores apoyos? Es sobremanera evidente que si México espera integrarse al concierto de naciones desarrolladas, no puede permitir que una parte importante de su población siga sufriendo desnutrición, analfabetismo, falta de vivienda adecuada e insuficiente servicio de agua corriente y electricidad. Los millones de ciudadanos que sufren estas carencias -especialmente en zonas rurales- tienen derecho a una mejora en dichas condiciones. Los programas actuales del gobierno en esta materia son claramente insuficientes para garantizar que toda la población de la República sea sana y fuerte y, por consiguiente, que pueda tener un desempeño productivo más eficiente. Aumentar el gasto público en estos rubros es, por consiguiente, una prioridad ineludible en el futuro próximo.
Otros sectores que requieren apoyos incluyen tanto la pequeña y mediana empresa industrial y agrícola como la educación y la salud pública. Todos han sufrido una fuerte merma de inversión en los últimos tiempos, lo que incide no sólo sobre niveles de bienestar general, sino además sobre la eficiencia de la economía en el corto y mediano plazo. Según organismos internacionales, el gobierno mexicano gasta menos en términos relativos de sus ingresos en estos rubros de lo que requiere para asegurar el relanzamiento del desarrollo integral.
Sin embargo, existe una fuerte pugna dentro del país de parte de intereses corporativos por apropiarse de los fondos fiscales disponibles. En particular, son las grandes empresas constructoras las que están dando la batalla por obtener mayores concesiones y subsidios, a pesar del notorio fracaso económico de los grandes proyectos de autopistas de lujo del sexenio pasado, que absorbieron miles de millones de pesos que no pueden recuperar. Ahora solicitan nuevos apoyos del gobierno. La verdadera cuestión es si es conveniente volver a canalizar sumas enormes para proyectos que no están encaminadas a mejorar el bienestar de la mayoría de la población. ¿Qué es más importante: invertir en autopistas o erradicar la desnutrición y relanzar la pequeña y mediana empresa? Los partidos políticos tienen la palabra y los medios para decidirlo.