Ante el relator de la ONU, presunto narco denuncia tortura por parte de soldados
Gustavo Castillo García Ť Fausto Soto Miller, presunto integrante del cártel de los Arellano Félix y actualmente preso en Almoloya de Juárez, denunció ante el relator especial de la ONU contra la tortura haber sufrido ``brutales torturas'' en la V Región Militar, entre el 12 y el 27 de septiembre de 1996, para que declarase que había participado, el día 13 de ese mismo mes, en la muerte de Eduardo Ibarra Santés, ex subdelegado de la PGR en Tijuana.
Nigel S. Rodley escuchó el testimonio de Soto Miller en cuanto a cómo elementos al mando del general Jesús Gutiérrez Rebollo lo torturaron hasta el grado de ``no responder a nada, y recibir descargas eléctricas más fuertes para volverme en mí y golpearme con un tronco en el estómago para que vomitara el agua que había tragado''.
La carta, sellada como recibida por la Comisión Nacional de Derechos Humanos el 5 de agosto, relata:
``Sólo cabeza y pies salían del rollo de cobijas y lona en las que me habían envuelto militares al mando del general Jesús Gutiérrez Rebollo. De la cabeza pendía una cuerda. De los pies cables conectados a instalaciones eléctricas que a la voz del capitán Javier García Hernández iniciaban las descargas.
``Durante 15 días fui sometido a las más crueles torturas. Golpizas, toques eléctricos, ahogamientos, amenazas de asesinar a toda mi familia, todo ello para que me declarara culpable y firmara declaraciones que yo no hice''.
Soto Miller explica en su misiva que ``el 12 de septiembre de 1996, el militar Horacio Montenegro Ortiz y el capitán Javier García Hernández, así como Luis Octavio López Vega, El Profe, ex director de la Policía Municipal de Zapopan, y un teniente de apellido Corona, lo detuvieron con lujo de violencia a las 21:30 horas en la calle Puga 127, interior 6, colonia Arcos Sur, sector Juárez de Guadalajara.
``Todos iban vestidos de civil. Me sacaron esposado. Me subieron a una camioneta y me vendaron los ojos. Esa misma noche me condujeron violentamente a la instalacion militar conocida como La Nopalera, a unos 20 minutos de Guadalajara por la carretera a Colima.
Durante 15 días, dice, fue sometido a brutales torturas para que se declarase culpable, hasta que el 27 de septiembre fue trasladado al cuartel militar de la V Región Militar, ``donde las torturas continuaron hasta que firmé la declaración ministerial que el investigador especial, idetificado por el apellido Juárez, me presentó ya elaborada''.
``Permanecí en la V Región Militar hasta el 28 de septiembre, ya que ese día fui entregado a la PGR y conducido en un avión, junto con otras personas, que después supe acusados del mismo delito, al Distrito Federa,l y de ahí a la sede de la PGR''.
El 30 de septiembre, en la procuraduría lo obligaron nuevamente a firmar otras declaraciones ya eleboradas, sin la presencia de ninguna persona de su confianza o de un abogado defensor, sin haber ingerido alimentos ni líquido alguno, con las manos esposadas a la espalda y encapuchado, hasta su ingreso en Almoloya de Juárez, el 1o. de octubre.
``Durante mi estancia en la PGR y mi ingreso al penal de Almoloya, estuvieron presentes altos mandos militares y oficiales del Ejército Mexicano, así como durante el tiempo que pasé en la V Región Militar.
Asegura que reconoció a sus torturadores gracias a que unos días antes de ser entregado a la PGR le fue retirada la venda de los ojos, aunquie cuando no podía ver se grabó los apodos, grados y claves de cada uno de ellos.
Cuando estuvo en la V Región Militar, dice, ``siempre estuve custodiado por militares, dos vestidos de civil y dos con uniforme, ellos me daban de comer en charolas de acero inoxidable''.