La Jornada Semanal, 8 de agosto de 1997
Esta mañana terminaron los años ochenta
setenta parecidos a los
sesenta: sobrios y fieros.
``Tres décadas de una esperanza agotada...''
Toma un negativo (y olvida): aquellas
enteramente congelados en el kiosko de periódicos, los
esperaban, algunos solitarios por el esplendor de sus
un vórtice de pigmentos grises, día y
analogías muertas de todos los ángeles muertos, sin
muy bien como cualquier otro
aquí en Europa central
después de la salida del sol con
tropeles de nubes galopantes y barullo
de un puerto... ¿Es eso? Mientras sigues haciéndolo,
de las tautologías, del hambre, de la
con los restos de los
filas de espera cruzándose en
las paradas, las congestiones del
tráfico oficinal, gestos
(``¿Conoce usted a Dante?''). Viste cómomalos entendidos (``¿Está usted herido?'')-
exilios. El aire (entonces invulnerable)
estaba colmado de escenas de
películas de Chaplin, delante
noche de lluvias grises por la
central térmica de carbón encima de las
brazos ni piernas sobre las
ruinas en derredor. Bueno pues,
pensaste: este sitio
temprano de voces como atrapado
por la aspiración
te entusiasmas, bostezando
saludas a unos extraños
(``¡Uno que bosteza!'') harto
lenta introducción a este día.
(De Zona gris por la mañana)
Erguido ante el televisor que seguía encendido, los ojos
Vidriosos.
Detrás de las cortinas un trémulo azul, más tarde
Los huesos blancos.
Dijeron los vecinos que lo escudriñaban con temor, pues
Todos pensaban hacía tiempo lo mismo: ``Yo lo
Olí.''
Fue sin duda un final hermoso.
Berlín. Un muerto pasó trece semanas sentado,
Descomposición y hedor en la habitación,
Nada
Un muerto pasó trece semanas sentado...
Fin de siglo.
Durs Grünbein (Dresden, Alemania, 1962) ha publicado Grauzone Morgens (Zona gris por la mañana, 1988), Schdelbasislektion (Lección de base de cráneo, 1991), Falten und Fallen (Arrugas y trampas, 1994) y Den Teuren Toten. 33 Epitaphe (A los amados muertos. 33 epitafios, 1994). En octubre de 1995, la Academia Alemana de Lengua y Literatura le otorgó la distinción más alta que se concede a un escritor en ese país, el Premio Georg Büchner. En el discurso de entrega, Heiner Müller resumió en una frase la poesía de este joven autor: ``Sus imágenes son radiografías, sus poemas sombras de poemas en el papel proyectadas como por un rayo nuclear.''
Agujas.
una mezcla de agujas y alientos
dormidos.
Pero yo no dormía.
Ni los pies que fueron
mis pies, que
bajaron al piso lentamente,
sabrían mitigar con su pureza
de objetos hechos para nada
esas agujas:
El aliento. La superficie de un mar que se congela.
La dulzura no es menos, no
puede ser más
que todo
esto.
Bebí
la incisión del frío.
Rien ne m'estur que la chose incertaine
Villón
al mirar contra el sol mi cara en las vidrieras.
Si voy de pie, me cuadro los anteojos
para observar los charcos que no evito,
los setos que atravieso. Y con los mapas
me ha quedado muy claro que en la calle
donde vivo no hay gente, ni casas -no aparece
ni siquiera el buzón que guarda estos renglones.
Ayer, sin ir más lejos, traía metido en la cabeza
que ningún mar excede al pez que lo ha bebido,
que si dejara de pensar por las mañanas
pensaría por las tardes, y las cosas del mundo
tropezarían de nuevo con mis dedos
y yo diría salud y buenas noches
y no metería la mano al fuego por mis manos,
que parecen cada minuto menos fuertes,
más largas. Y aunque ya sea otro tema, sólo pido
vagar por una tierra en que las lluvias
no deshagan la flama -y estar vivo
al morir, de pie, despierto
para observar las vidrieras que atraviese,
para testificar que sea seguro lo inseguro.
Digo salud cuando estornudo, y buenas noches