La Jornada Semanal, 17 de agosto de 1997



LA ERA DEL GENOMA


José Angel Leyva


El científico Francisco Bolívar Zapata es una de las principales autoridades de nuestro país en el área de la biotecnología. En esta entrevista, ofrece un rico panorama de su quehacer académico y alude a las muchas interrogantes morales y científicas surgidas desde la célebre clonación de la oveja Dolly.




Recientemente, el doctor Francisco Bolívar Zapata dio una serie de conferencias en El Colegio Nacional, del cual es miembro desde diciembre de 1994, y en Cuernavaca, donde continúa desarrollando su trabajo de investigación en el Instituto de Biotecnología de la UNAM, al tiempo que dirige la Coordinación de Investigación Científica de esa casa de estudios. Su última conferencia en El Colegio Nacional se llamó ``La era del genoma'', y en ella abordó los logros y las expectativas de la terapia génica, los conflictos éticos y la dificultad de los propios investigadores para digerir el hecho de manipular, diseñar y editar vida en un laboratorio. Los resultados de la ingeniería genética han provocado olas de preocupación y declaraciones políticas moralizantes, sobre todo después de la presentación del primer ejemplar de un mamífero clonado, la oveja Dolly.

Desde su posición de científico, ¿qué reflexiones se ha hecho en torno a los alcances de las técnicas biológicas y la ética, en particular del proyecto del genoma humano?

-El proyecto busca determinar la posición relativa que guardan los cien mil genes existentes en los 46 cromosomas que poseen los seres humanos: su genoma. Imaginemos que cada cromosoma es un gran tomo con diversos capítulos, o un caset donde hay información que representa una canción, luego otra y así sucesivamente. Los genes vendrían siendo dichos capítulos o canciones. De facto, cada canción biológica es una proteína, y puede ser más o menos larga. Los segmentos genéticos de cada cromosoma están organizados de manera lineal, como las canciones de un caset. Tenemos cien mil genes que hacen cien mil proteínas diferentes, las cuales a su vez conforman moléculas que nos permiten funcionar. Hay proteínas que actúan en el transporte de oxígeno en la sangre, como la hemoglobina; otras que sirven para romper ciertas proteínas que comemos, como la tripsina; o proteínas que forman parteÊde la piel, como el colágeno. Cada tejido hace un tipo de proteínas: el páncreas produce insulina, y el estómago tripsina. Todas las células del ser humano tienen la información de cien mil genes pero con diversas expresiones.

Como sociedad mundial estamos involucrados en este proyecto, cuyo objetivo central es mapear, localizar a cada gene en su relación con los otros que conforman el genoma humano. En la actualidad, por diferentes técnicas, ya se sabe la posición de aproximadamente seis mil genes humanos. De hecho, se conoce la secuencia nucleotídica del 90% de los ADN complementarios a los mensajeros. Esto es muy importante porque va a permitir, en la primera década del 2000, tener un mapa borrador con el 90% de los genes localizados con precisión. Lo mismo se hace ya con otros organismos. Gracias a esteÊavance empezamos a entender que el hombre comparte el 99% de su material genético con el chimpancé, el 90% con el ratón, el 30% con la mosca y un cinco por ciento con las bacterias. Comprendemos que hay genes ancestrales que han cumplido adecuadamente con una función y han formado parte de los siguientes organismos en la escala evolutiva de diversas especies; tal es el caso de los genes relacionados con las proteínas, que integran los ribosomas que conforman el aparato para hacer ADN. Muchos de estos genes se han conservado a lo largo de la escala filogenética. Así, dicha información confirma que el hombre viene definitivamente del mono. Como sociedad, lo más importante es entender que estas técnicas permiten conocer cómo somos, cuál es la información que tenemos por dentro a nivel genético, y que dichas herramientas biológicas abren la posibilidad al diagnóstico de una célula que trae mal la información genética. Esto es, que se puede detectar un error en el nivel de los gametos masculino y femenino o en las etapas tempranas del huevo (o cigoto) que van a dar lugar a un individuo humano. Significa que hoy podemos diagnosticar enfermedades congénitas desde antes de que nazcan los individuos y planear sus tratamientos o decidir opciones. Por ejemplo, si hay deformaciones cromosómicas, pueden preverse y evitar una vida subhumana, desgraciada; se puede intervenir antes de que se forme el sistema nervioso, etapa que muchas personas consideran el momento en que aparece el intelecto y el espíritu humano mismo, pues antes no puede considerarse que el espermatozoide, la unión de éste con un óvulo o el cigoto mismo, sean en sí un ser humano, cuando son apenas un conjunto de células que por el proceso de duplicación y diferenciación dará lugar más tarde al sistema nervioso central.

A esto me refiero cuando hablo de la pérdida de la intimidad biológica, pues antes de estas metodologías nadie era capaz de conocer dicha información genética. ¿Quién tiene derecho a conocerla y qué uso puede darle? ¿Quién puede exigirla y bajo qué condiciones? Estas son cuestiones que involucran a la filosofía, al derecho, a la política, a la ética.

-El proyecto del genoma humano establece la ubicación de los genes y su posible manipulación combinatoria, es decir, que de algún modo este paso nos lleva a la reducción del azar genético. Se trata de una manipulación dirigida. ¿No hay en esa ruta la presencia del fantasma de la perfección contra la imperfección?

-Lo primero es preguntarse: ¿dirigida hacia dónde?, ¿quién define lo que es mejor o peor? Tenemos numerosos ejemplos en la historia de que hay muchos mejores, dependiendo del color con que se vea cada valor y cada etapa. Realmente, la evolución nos ha demostrado la posibilidad de tener diferentes opciones para contender con distintos problemas, y de que hay muchos mejores, de acuerdo al entorno y a las circunstancias particulares. Esta posibilidad de intercambiar el material genético entre los seres vivos, entre distintas especies -regularmente a través de los virus-, o entre la misma especie, trae como consecuencia la generación de organismos diferentes, como somos cada uno de nosotros en la especie humana. Los organismos funcionan, así, sumándose, integrándose.

Insisto en que lo más importante del proyecto del genoma humano es que nos va a permitir conocernos y ver estrategiasÊmás adecuadas para contender con las enfermedades; tener la posibilidad de corregir mediante la terapia génica las enfermedades genéticas, haciendo llegar a los cromosomas que tienen un gene malo, un gene que sea capaz de corregir el defecto y, eventualmente, posibilitar al organismo para que él mismo pueda repararlo. Le pongo el ejemplo de un niño de burbuja. Como sabemos, se trata de individuos incapaces de vivir fuera de un ambiente artificial que los aísle de virus y bacterias, pues su sistema inmunológicoÊno funciona. A uno de estos niños se le colocó material genético de uno de sus padres en la médula ósea y comenzó a responder favorablemente, logró desarrollar su sistema inmunológico y vivir con normalidad. La terapia génica no se puede realizar en este momento con cualquier ser y con cualquier gene, pues no contamos con la capacidad técnica para hacer llegar la información genética al sitio específico que deseamos corregir; es como buscar una aguja en un pajar. Todavía tenemos que avanzar en el desarrollo de los vehículos que nos permitan alcanzar dichos niveles. Yo creo que aún es ciencia ficción, pero pienso que no falta mucho para hacer terapia génica con las características mencionadas.

-¿La sociedad se halla preparada para manejar las herramientas de esta revolución biológica?

-Es bueno que surjan estas preocupaciones en la sociedad. Pero la tecnología emerge obviamente frente a la necesidad de mejorar las condiciones de vida del hombre y sus entornos; nadie puede garantizar que se emplee con fines contrarios. No porque los cuchillos que se utilizan en la cocina se empleen para matar, dejaremos de hacer cuchillos. La posibilidad que nos brinda la ciencia de conocernos mejor, es la oportunidad de enfrentar, con mejores estrategias, los problemas que nos agobian. Pero las inquietudes sobre los usos indebidos de la tecnología son también oportunas porque se deben acotar las aplicaciones de las herramientas y del conocimiento científico para evitar que se orienten en contra de los fines positivos al hombre y a la naturaleza.

Igual que en otras ocasiones, ya se ha legislado en torno a los nuevos estudios. En Estados Unidos, el presidente Bill Clinton creó una comisión bioética para analizar el asunto de la clonación en animales y descartar la posible clonación en humanos. En realidad, lo que hicieron los irlandeses con la clonación de la oveja Dolly fue detener el ciclo celular de las células de mamífero -que regularmente deja de duplicarse luego de cuarenta y tantas generaciones de cultivo- para pasarlas a un medio en el cual se retrocedió el reloj biológico de estas células a cero, cosa que no se había podido hacer antes. Se trasplantaron a un huevo (o cigoto) y se obtuvo un ejemplar idéntico al que se le tomó la célula del trasplante. Ya se está haciendo la clonación en otros mamíferos.

-Son idénticos biológicamente, pero ¿el medio será determinante para modificar sus conductas y su relación con el entorno? ¿Tendrían que reproducirse las mismas condiciones ambientales para obtener resultados exactos?

-Existe la teoría determinista de que todo es definido por los genes, pero no es el caso. Los genes desempeñan un papel muy importante, tienen la información para hacer proteínas, pero estas proteínas que van a conformar a cada uno de los individuos interaccionan con el medio ambiente y entonces se provocan señales que apagan o prenden determinados genes. Esto permite que se formen proteínas que muy probablemente en otro medio no aparecerían. Son los genes más sus productos, las proteínas, y la interacción con el medio. No hay gemelos totalmente idénticos, sobre todo si se desarrollan en ambientes separados; podemos descubrir en ellos reacciones y puntos de vista divergentes, con personalidades distintas.

La clonación de los organismos es muy importante porque va a permitir hacer contribuciones relevantes para el entendimiento del proceso de diferenciación celular. ¿Cómo, a partir de un cigoto, de la fusión del esperma y el óvulo, se forma una mórula y luego un organismo que tiene tejidos diferentes? Poder detener estos estadios y analizarlos, repetirlos para conocer cuáles son los conjuntos de genes que se prenden y se apagan, resulta fundamental para entendernos a nosotros mismos. Nos volvemos a preguntar, admirados, ¿cómo es posible que a partir de estas dos células nos podamos convertir en lo que somos? La clonación en animales es una posibilidad de ver detalladamente dicho proceso. Está claro que no debemos hacer la clonación en seres humanos, pero no debemos olvidar que la posibilidad existe. Allí está ya la herramienta.

-¿Percibe usted que las ciencias sociales y la humanidades viven un fuerte rezago respecto del avance y las posibilidades que presenta el conocimiento científico? ¿Cree que esto influya en la falta de comprensión ética?

-Vivimos una revolución científica en la que en un tiempo muy corto pasan demasiadas cosas; los paradigmas, los horizontes se modifican a gran velocidad. Un ejemplo es la transformación radical de las ciencias biológicas: la biología moderna. La manipulación atómica de los organismos es un elemento importante de dicha transformación. Veremos muy pronto cómo sus efectos rebasan el contexto experimental y académico para influir en los terrenos de la medicina, de la justicia, de lo laboral, de la vida pública. Los saltos del conocimiento científico nos llevan inevitablemente a este tipo de escenarios, para los cuales, por supuesto, los científicos naturales no tenemos respuestas, y por eso llamamos a intercambiar ideas con los colegas de las áreas humanísticas: filosofía, derecho, sociología, etcétera. Pero a mí me gusta ver esta emergencia de paradigmas y horizontes del conocimiento como la esperanza de conocernos mejor, de entender correctamente a los seres vivos con los que interactuamos, de comprender la vida en general, y tener la posibilidad de diseñar y planear escenarios más adecuados que den paso a la sustentabilidad y el respeto a las especies del planeta, que es una especie de barco donde navegamos todos los seres vivos; y es mejor que lo hagamos con respeto e inteligencia si deseamos sobrevivir. La especie humana es la que posee un sistema nervioso superior y por ello está comprometida a proteger a la naturalezaÊde la depredación, pues formamos parte de ella.

Es tiempo de que la sociedad tome conciencia de la importancia de su riqueza biológica, de su responsabilidad para preservar los ecosistemas. México, además de su gran biodiversidad, posee una tradición biológica invaluable; basta observar el manejo de plantas medicinales para darnos cuenta de que ello se debe justamente a su riqueza natural. El uso de la biodiversidad puede tener un papel de liderazgo en el próximo milenio. La verdad es que no sé por qué no somos un país protagónico en otras áreas, pero ojalá y no perdamos de vista que es necesario evaluar y defender nuestro tesoro biológico para usarlo en beneficio colectivo de manera responsable. Me parece que un paso definitivo sería abandonar esa visión negativa de la ciencia y la tecnología en cuanto a que sólo son fuente de riesgos y amenazas.

-¿Cómo puede un científico de su nivel influir en el diseño de políticas que se orienten al uso adecuado de los recursos naturales, de que se impulse la educación y la investigación para salir del estancamiento sistemático? ¿Cómo podría participar en la construcción de una sociedad en donde la ciencia y la tecnología no representaran el miedo sino la esperanza en un mundo más confortable y menos perverso?

-Hoy se presenta una oportunidad extraordinaria para el país de que este cambio político, esta apertura democrática que nos devuelve la confianza en nosotros mismos como individuos y como sociedad, sea motivo para que la gente reflexione acerca de las posibilidades reales de transformación y avance. Es tiempo de pensar en que podemos ser un país de primera con una sociedad de primera, no porque consumamos mucha energía y generemos mayores cantidades de desechos, sino por nuestra preocupación hacia los problemas sociales, hacia un desarrollo sustentable de nuestro entorno. Es la oportunidad de aprovechar las capacidades existentes en México, de poner atención en nuestras riquezas, como la biodiversidad y el mosaico cultural, étnico, que nos pueden llevar a otros niveles de desarrollo. No me canso de repetir esto en cualquier foro y ante cualquier autoridad, como miembro de El Colegio Nacional, como investigador, profesor o académico universitario.