Veintiséis obras de Alberto Gironella y un retrato en xilografía que le hizo su hijo Emiliano integran la exposición que con el lopezvelardiano título de Café con leche se presentó inicialmente en el Museo Goitia de Zacatecas, después en otras ciudades y ahora en el Centro Cultural Casa Lamm. Hasta donde sé, el autor de Suave patria es el último amor literario del pintor, quien le dedica una gran caja-collage titulada Obra maestra, reproducida en varios periódicos y en la portada del catálogo. Se trata de un tigre enjaulado --la imagen en collage es muy efectiva-- acompañado del retrato de perfil de López Velarde, de quien es lo siguiente: ``el soltero es el tigre que escribe ochos en el piso de la soledad. No retrocede ni avanza. Para avanzar, necesita ser padre. Y la paternidad asusta porque sus responsabilidades son eternas''. La cita y la reproducción de la obra están insertas en la última página del catálogo, ideado por Gironella y diseñado por Paulina Campderá. En la página primera aparece el retrato xilografiado, con marco de bambú, que le hiciera Emiliano y en la contracubierta aparece el pintor, tan corpulento como Diego Rivera, rodeado de multitud de asistentes al Primer Congreso Internacional de la Lengua Española, que tuvo lugar en el ex templo de San Agustín, en Zacatecas; la foto es de Pedro Valtierra.
Las obras que se exhiben son retratos de escritores: Edna como Sorjuana (1988) bellísimo cuadro; Octavio Paz homenajeado dos veces en 1990 y en 1992, existe al menos un retrato más exhibido hace algunos años durante la muestra de Gironella en el Festival Cervantino; Ramón María del Valle Inclán (1869-1936) poeta, dramaturgo, ensayista y novelista agresivo, muy independiente, vanguardista para su tiempo y a la vez amante de la tradición comparece en dos óleos magistrales, una técnica mixta, una serigrafía basada en el óleo de 1985 y un dibujo: Valle Inclán furioso. Además de los Valle Inclán están Rosa Chacel, León Felipe (extraordinario aguafuerte en varios estados además de una técnica mixta y un relieve en bronce), Buñuel con tiara de obispo en Festín en palacio; José Vasconcelos, una serigrafía-retrato de Francisco de Quevedo con los infaltables ``quevedos'' (los lentes); un hermoso dibujo a línea, Retrato tropical de Carlos Pellicer (1962)*; Juan José Arreola muy joven, dibujado por el incipiente artista en 1954, el torero José Bergamín, y Ramón Gómez de la Serna el autor de Ismos que incluyó el ``riverismo'' como ``ismo''. Una de las obras que le está dedicada es El Ramón de Plácido o el Diego de Alberto. Es una puerta en cuyo cuerpo rectangular liso Gironella trabajó un óleo con collage sobre tela, adherido a la madera, glosando el retrato de Ramón Gómez de la Serna de Diego Rivera, con un ojo redondo y abierto y el otro cerrado que se ha exhibido en México hasta donde recuerdo una sola vez, en el Munal (1985), integrado a la muestra coordinada por Ramón Favela: Diego Rivera. Los años cubistas. El juego de palabras que el título entrega es descifrable sólo a través de la segunda frase: ``el Diego de Alberto''. De eso no cabe duda: las iniciales de los dos pintores están en el ángulo inferior izquierdo de la composición. Ahora bien, El Ramón de Plácido muy probablemente alude al afortunado poseedor de la pieza.
Hay otros autores homenajeados implícitamente en la exposición y en forma explícita en el catálogo mediante una selección de párrafos entresacados por Gironella. El primer citado es Buñuel: ``No sé de que fecha datan los primeros planos greguerísticos de RAMON, pero si son anteriores a 1913 y Griffith los conocía, sería innegable la influencia de la literatura sobre el cine''. Buñuel se refiere al montaje paralelo, a los primeros planos, al fundido encadenado, los ritmos y acciones rápidas, que según dice Edgar Soberón Torchia en un libro reciente en el que comenta 100 películas, Griffith utiliza en su primera película narrativa: El nacimiento de una nación (1915). Claro que hay una influencia de la literatura en el cine, como la hay también en la pintura y en todas las artes, aunque sería problemático plantear si la literatura afecta lo que es propiamente la acción de narrar en imágenes movibles, como da a entender Buñuel.
Por cierto, Gironella no cuenta historias, sino que más bien devela certezas --sus certezas-- acerca de los personajes que asume como tema. Parece decir algo semejante a lo que en alguna ocasión propuso Wittgenstein, bajo distintos términos: ``en algunos casos pongo las cosas, las dibujo, las combino, las pego, las pinto porque sé que así son'', en otros casos puedo decir ``lo sé'' o ``hace años que lo aprendí'' o bien ``estoy seguro de que es así''. La forma especial gironellesca de hablar a través de lo que hace obtiene su sentido porque está apasionado con sus homenajeados, uno de ellos tiene más de 100 años de edad: Ernst Junger, quien el primero de febrero de 1995 le dedicó un autógrafo desde wieflingen: ``Señor Gironella mit guten Wünschen y su firma, muy briosa, como la de un joven. La coordinación de la muestra se debe a Víctor Sandoval y a Sanda Racotta.
* (Se exhibe ahora en la Sala Pellicer del MAM, gracias a la benevolencia de su propietaria La China Mendoza.)