La Jornada sábado 23 de agosto de 1997

Fernando Benítez
José Lorenzo Cossío

Hay hombres que son famosos en vida y, a su muerte, casi nadie los recuerda. Este es el caso de José Lorenzo Cossío y Cosío. Descendiente de abogados y doctores, en su vida llegó a ser un extraordinario abogado y consejero privado de cuatro presidentes de la República.

Disgustado con la política de uno de ellos, don Lorenzo se exilió dos veces en la isla de Creta, en Grecia. (Yo hice una visita a la isla y quedé admirado de sus bodegas y de sus frescos, donde las mujeres saltan en forma prodigiosa sobre un toro que las embiste.) El licenciado Cossío inició excavaciones en la isla, con el permiso del gobierno griego, y encontró valiosas joyas arqueológicas que lo hicieron acreedor de la Medalla de Oro al Mérito, máximo honor que concede Grecia.

En México fundó universidades y centros de cultura; fue miembro distinguido de innumerables sociedades y academias: filatélicas, numismáticas, botánicas, de historia y de geografía. Reprodujo en ediciones especiales códices mexicanos poco conocidos; algunos de ellos se encuentran en museos del extranjero. Su biblioteca de dos pisos contenía códices nunca vistos en México.

Cossío transformó su casa de Coyoacán en un verdadero museo. En todos los cuartos tenía vitrinas con su colección de monedas, única en México, así como distintas obras arqueológicas, algunas de oro y plata.

Al morir con honores, su hijo Manuel heredó sus tesoros y los conservó intactos mediante restauraciones. Creo que vale la pena rescatar del olvido las obras de este ilustre mexicano que fue José Lorenzo Cossío.