La Jornada 24 de agosto de 1997

Liman asperezas Cardoso y Menem; Samper, el más crítico

Stella Calloni, enviada, Asunción 23 de agosto Ť Cuando los presidentes de Brasil y Argentina, Fernando Henrique Cardoso y Carlos Menem, respectivamente, aparecieron en un pequeño escenario construido a la salida del lujoso hotel Yacht y Golf Club, con el fondo de las

banderas de todos los países, se produjo el momento de mayor expectativa.

Finalmente el fogoso intercambio de palabras que dio un color especial a esta undécima cumbre del Grupo de Río iba a ser apagado con un intercambio de declaraciones de buena amistad. Ambos mandatarios se mostraban sonrientes, pero no sucedía lo mismo entre algunos miembros de ambas delegaciones.

De los 900 periodistas acreditados aquí --el número mayor que registró Paraguay en su vida democrática-- casi la totalidad estaba en el lugar, provocando un tumulto, que a veces no dejaba oír a los presidentes.

Por los corrillos de la cumbre corría la versión de que Cardoso había dicho a Menem ``somos un matrimonio'', a lo que el argentino respondió sonriendo: ``Pero no tenemos relaciones carnales''.

Cardoso recordó que todos juntos estaban buscando voz, voto y veto en el Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU), y agregó que para Argentina y Brasil lo más importante eran las relaciones establecidas en estos tiempos y la expansión y fortalecimiento del Mercado Común del Sur (Mercosur).

Menem convalidó las expresiones de Cardoso y sostuvo que se había acordado en que todos los problemas que surjan serán debatidos en un diálogo para evitar situaciones conflictivas.

También rápidamente tomó los términos de Cardoso cuando éste dijo que podía existir la posibilidad de que uno o dos o más países, o los que sean, puedan integrarse al Consejo de Seguridad de la ONU.

Este había sido el principio de la dura pelea, ya que Menem consideró que el ingreso de Brasil podía producir desequilibrios. De allí en más la guerra de palabras pasó las fronteras y la intervención de Washington sólo logró avivar las llamas.

Para limar asperezas hubo muchos lobbys, pero fue la mano del canciller uruguayo, Alvaro Ramos, la que logró finalmente abrir las puertas a la distensión.

En otras oficinas del hotel, que tiene una magnífica vista sobre el río, se cocinaban otros arreglos para terminar con la crisis entre Chile y Argentina.

El presidente Eduardo Frei había solicitado una cantidad de encuentros bilaterales para lograr un consenso en torno al tema de que el anunciado ingreso de Argentina como socio extra Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) de Estados Unidos produciría un serio desequilibrio regional.

Pero el canciller chileno dijo que ya no existían problemas con Argentina, aunque recordó que las relaciones político-estratégicas en las regiones deben darse en un pie de igualdad.

``No los hemos cuestionado, no nos corresponde hacerlo, sino que expusimos nuestro punto de vista'', dijo el diplomático chileno.

Asimismo apareció un compromiso de que Chile no interferiría en la sociedad argentino-estadunidense, y tampoco Argentina lo haría en el caso de la compra de pertrechos por parte de las fuerzas armadas chilenas.

El golpe de efecto de Chile fue la entrega de un ``libro blanco'', en el que especifica los equipos y armas que posee ese país y también cuáles serán las futuras compras.

En el plan de blanquear esta situación también Brasil estaría redactando su propio libro blanco. Al fin salió humo blanco, pero muchos piensan que algún sedimento quedaba en esta situación.

En tanto, los discursos fueron algunos más fuertes que otros y, como siempre el presidente de Colombia, Ernesto Samper, habló sin pelos en la lengua.

El mandatario que menos fue visto resultó ser Alberto Fujimori, de Perú, ya que algunos organismos de izquierda habían anunciado una movilización en su contra.

Varios peruanos y bolivianos que viven en Paraguay fueron las víctimas lejanas de la cumbre, pues resultaron demorados debido a las versiones que hablaban de un posible atentado contra Fujimori por parte de supuesto miembros del Movimiento Revolucionario Tupac Amaru.

Muchos piensan que ésta fue una maniobra de Vladimiro Montesinos, el hombre de la inteligencia peruana, a quien se le atribuyen ``condiciones satánicas''.

Lo cierto es que Fujimori fue un paso discreto.

La sorpresa fue el protagonismo del presidente de Panamá, Ernesto Pérez Balladares, quien estuvo muy activo.

A su vez, el ex general Hugo Bánzer, de Bolivia, quien junto a Balladares y Wasmosy cerró la reunión, trataba de mostrar un perfil de cambios, y así se lo dijo a La Jornada: fue muy incisivo a la hora de condenar injerencias y unilateralidades.

Pero en realidad lo que impactó el día de hoy fue la presentación de Francesco Paulo Fulci, representante especial de Italia y embajador de ese país ante la ONU, quien criticó con mucha dureza las propuestas de Estados Unidos para ampliar el Consejo de Seguridad, porque introducirían una serie de discriminaciones ``inaceptables y socavarían los principios de democracia, representación equitativa e igualdad soberana de todos los Estados''.

El representante italiano consideró que estas propuestas crearían fuerte discriminación entre los grupos regionales, ya que la fórmula de rotación se aplicaría a las naciones en desarrollo de tres regiones: Asia, Africa y América Latina y el Caribe, excluyendo a los países industrializados, pues a estos últimos le darían verdaderos asientos permanentes, aunque sin veto.

``No puede haber ninguna justificación para discriminar entre los unos y los otros'', afirmó.

Esta posición dejó la impresión de que la fuerte pelea entre los países latinoamericanos por el lugar que le correspondería a cada uno no tenía ningún sentido, porque de cualquier manera, como lo dijo Fulci, parecen más gestos simbólicos que presencias reales.

Los discursos que se pronunciaron en el día también mostraron posiciones cercanas pero diferenciadas, y mañana finalmente, se podrá ver sin ruidos, como dijo Samper, lo que ha quedado de fondo de esta reunión.