Qué es
El desarrollo del cáncer ya no ofrece misterios, dijeron en publicación reciente los especialistas mundiales. Veamos un breve resumen de esos datos. Un tumor canceroso comienza con una célula que sufre una mutación, un cambio, en su material genético, mutación que incrementa la reproducción celular en esa célula y en su abundante descendencia. Con el tiempo, una de estas células de rápida reproducción vuelve a sufrir un cambio en sus genes y sus descendientes muestran formas anormales. Tales células pierden la orientación normal de las celulas en los tejidos y se acumulan desordenadamente, formando el tumor canceroso. Una última mutación de estas células ya cancerosas les permite a algunas de ellas abandonar el tumor y dispersarse a través de los vasos sanguíneos por todo el cuerpo. Tenemos así un tumor maligno con metastasis o tumores secundarios en otros órganos.
Los cómplices
Podemos preguntarnos entonces, si la enfermedad comienza por una mutación en los genes, cómo se produce tal mutación. La herencia juega un papel y el medio ambiente otro. Algunas personas nacen ya con la propensión a padecer alguna mutación genética. En segundo término, tenemos la propia química corporal, productora de elementos de desecho fisiológico que dañan los genes en el interior de las células. Luego tenemos lo que nos llega del medio ambiente. Entre los elementos cancerígenos, o productores de cáncer, externos, tenemos dos grandes responsables: el 30 por ciento del cáncer mundial se debe al tabaco, sobre todo fumado como cigarrillo; otro 30 por ciento del cáncer es responsabilidad de la dieta abundante en grasas animales, carnes rojas y sal, pero escasa en productos vegetales. El resto se distribuye entre la radiación solar, cuyos rayos ultravioleta dañan los genes en las células, otras formas de radiación, tanto naturales como de producción humana, el alcohol, la vida sedentaria y hasta algunas medicinas. Tenemos así un buen cuadro para la prevención del cáncer y un conocimiento de la enfermedad hasta su nivel molecular que está haciendo surgir nuevas terapias.
Gene faltante
Acaba de ser descubierto un gene que falta por completo o parcialmente en una amplia variedad de cánceres comunes, como el cáncer de pulmón, de seno o de colon. Carlo Croce y sus colegas del Centro Kimmel, en Filadelfia, sostienen que la relación encontrada entre el cáncer y la falta de un gene sugiere que este gene debe ser un supresor de tumores y que es su ausencia lo que permite el crecimiento de células cancerosas. Se encuentra ese gene en un área del cromosoma de los llamados sitios frágiles, esto es, donde el material genético se rompe fácilmente. Todavía falta a los investigadores seguir el camino inverso, esto es probar que la restauración de ese gene previene el crecimiento de tumores, paso indispensable para comprobar que un gene actúa como supresor de tumores. De todas formas, la evidencia acumulada hasta el momento permite suponer que en efecto, se ha dado con una causa del cáncer, que sería la falta de un gene en el interior de la célula.
Cáncer de mama
Todos los médicos recomiendan la mamografía, o radiografía de mamas, realizada anualmente, a las mujeres desde que cumplen 50 años.
Ninguno recomienda lo mismo para las mujeres en sus treintas. Pero ¿y a los 40 años? La controversia divide por mitades a médicos, investigadores e instituciones de salud. En la última reunión de los National Institutes of Health, la mayor autoridad médica en Estados Unidos, la discusión alcanzó niveles emotivos que no es fácil oír ante problemas científicos. Los expertos que están a favor de recomendar estudios anuales a mujeres en sus 40 y pico son principalmente radiólogos. Las instituciones que apoyan lo mismo son la American Cancer Society, la American Medical Association y el Colegio de Obstetras y Ginecólogos. Pero otros expertos argumentan que a los 40 años el tejido de los pechos tiene menos grasa que en mujeres mayores, por lo mismo el tejido sano muestra con frecuencia la misma densidad que los tumores, en caso de haberlos, y no son detectables, así que los estudios pueden ser confusos. A esa edad es alta la frecuencia de falsos positivos y de cirugías innecesarias a mujeres sanas. En este grupo, que no recomienda hacerse estudios de mamas antes de los 50 años, se encuentran, curiosamente, casi todas las mujeres participantes en la controversia, epidemiólogos y médicos con especialidad en salud poblica. Entre las instituciones que no recomiendan la mamografía a mujeres en sus años 40, están el Colegio Americano de Médicos y el National Cancer Institute. Argumentan que la posibilidad de hacer daño a la mujer estudiada es mayor que la de encontrarle un cáncer de mama. La decisión es muy difícil y, por cierto, similar a la controversia en torno a los hombres y la edad en que deben realizarse los primeros estudios para detectar cáncer de próstata.
Cáncer de próstata
Un equipo de investigadores acaba de demostrar que el sistema inmunitario puede acabar por completo con células de próstata cancerosas. Este hallazgo, publicado en el órgano oficial de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, podría abrir la puerta a una terapia del cáncer de próstata basada en la respuesta natural del organismo. Para comprender la orientación que seguiría ese tipo de terapia, recordemos que las defensas del cuerpo lanzan un ataque contra un invasor externo, o contra señales internas de cáncer, únicamente si detectan dos señales diferentes. Es algo así como las dos llaves que deben girarse para disparar un misil nuclear, ejemplifica un urólogo. Cuando una célula se vuelve cancerosa su membrana exterior se cubre de una proteína; ésta viene a ser como una banderola que señala el sitio a donde debe dirigirse el ataque. Hay además una segunda señal, otra banderola, en este caso la proteína llamada B7, que debe mostrarse en el exterior de una célula enferma para desencadenar la acción destructiva. Una vez detectadas las dos señales en la membrana de una célula cancerosa, el sistema inmunitario lanza el ataque y mata la célula enferma. Pero, por razones todavía no claras, algunos tipos de cáncer, entre ellos el de próstata, no activan una respuesta inmune eficaz. El éxito de los investigadores consistió en lograr que las células cancerosas expresaran la proteina B7, que atrae el ataque. A la semana de recibir esa constante activación, el propio sistema inmunitario destruyó por completo los tumores cancerosos. Se espera que este novedoso método, que consiste en ayudar al cuerpo a sanar por sí mismo, sea probado en humanos dentro de los próximos dos años.
Science Now 22.7.97