La escalada de fraudes científicos propia de la ciencia actual resalta el carácter premonitorio de Donogoo, crítica aguda que ilustra el poder avasallador de la propaganda, al tiempo que cuestiona la otrora noble actividad científica. Veamos si no nos resultan reveladores algunos conceptos y sofismas ahí incluidos:
L: ``...cuando he de servirme de palabras que no comprendo, me arreglo de manera de construir una frase que nadie comprenda tampoco.'' p. 263.
T: ``¿Cómo quiere usted que un sabio vaya a verificar por sí mismo todos los hechos que relata en una obra de esta dimensión?''. p.264.
T: ``Toda ciencia, señor, y ésta en primer lugar, está basada en la confianza.'' p.264.
T: ``...una ciencia que se limita a atestiguar meramente lo que existe... es ciencia para pobres infelices. Yo sólo respeto la ciencia creadora, la que crea la verdad, la ciencia para grandes.'' p. 281.
T: ``...he demostrado así que un geógrafo incapaz podía convertirse en un bribón muy capaz.'' p. 324.
T. ``Una elección en el Instituto no se compra.'' p. 325.
Banquero: ``...¡incluso en los medios científicos, esos medios que hace un momento usted me afirmaba... que eran incapaces de escuchar la voz del dinero!'' p.328.
L: ``Lo esencial es la propaganda, el bluff.'' p. 336
L: ``...una estatua de mujer... perpetuamente encinta, inagotablemente fecunda... [representa] el error científico [aunque] su nombre oficial es la Verdad científica.'' p. 341.
L: ``El culto del Error científico es obligatorio para todos los ciudadanos y debe tener cabida en las ceremonias de todas las sectas.'' p. 344.
Es fácil imaginar la sorpresa que Jules Romains se llevaría al verificar que su comedia ha sido superada por el protagonismo indecente de los bufones científicos tan comunes hoy en día. ¿Qué académico no conoce sucesos similares a los ridiculizados en Donogoo? ¿Quién no ha oído (u ofrecido) justificaciones para datos fraudulentos? ¿Quién resiste la propaganda? Conviene recordar, sin embargo, que tan descarados fraudes son un extremo de la conducta científica impropia, misma que también comprende el plagio, la autoría irresponsable, el arbitraje tendencioso de manuscritos, las citaciones fuera de contexto (incluyendo un exceso de autocitas), el uso deliberado de un lenguaje ambiguo que evite críticas conceptuales, y la explotación de estudiantes y subalternos. Mención especial merece el proceder de connotados barones de la ciencia y en particular de los falsos profetas de la genética (llámense Collins o sus contrapartes autóctonas), quienes ostentando una ética a toda prueba organizan conferencias sobre los logros científicos y las implicaciones bioéticas del proyecto del genoma humano, incapacitados para reconocer que sus carencias morales invalidan su magisterio, pero sabedores de que todo cabe en la ética de amplio espectro benedettiana.
Para concluir, subrayo que estos comentarios complementan otros que he hecho en diferentes foros (v.gr. Congresos Nacionales de Genética Humana) o que han sido vetados por otras instancias (v.gr.
La Gaceta Médica de México y la 4th South-Norh Human Genome Conference), e intentan combatir el triunfalismo cientificista ramplón y rampante propio de nuestra época.
Romains J. Teatro, Donogoo, pp.245-347. Editorial Losada, Buenos Aires, 1957. Traducción al español de Natividad Massanes.
El autor es investigador del Centro de Investigación Biomédica del IMSS en Guadajalara, Jalisco.