La Jornada 25 de agosto de 1997

UNA ISLA MENOS AISLADA

Cuba sufre los efectos del bloqueo económico y político que soporta desde hace más de 30 años, pero se podría aseverar que, a pesar de ser una isla, está menos aislada que nunca, pues ha logrado extender paulatina y constantemente sus relaciones diplomáticas con otros países y se ha abierto de modo creciente al comercio y al turismo.

La misma presencia del presidente cubano, Fidel Castro, en las reuniones cumbre latinoamericanas y en los grandes eventos internacionales es la expresión, junto con las resoluciones tomadas en las sucesivas asambleas generales de las Naciones Unidas en contra del bloqueo, del repudio a éste por parte de los países del área y de la mayoría de las demás naciones, cualquiera que sea el continente al que pertenecen.

En efecto, la ley Helms-Burton, que viola los más elementales preceptos del derecho internacional y pretende imponer al mundo las leyes internas estadunidenses, ha sido nuevamente rechazada en la reciente reunión del Grupo de Río, ya que América Latina, sin excepción, la declara inaceptable y peligrosa para la independencia de toda la región. Además, Cuba participará en la reunión cumbre de 1999 --la última y más importante de este siglo-- entre el Grupo de Río y la Unión Europea que, como se sabe, se realizará en un momento en que Europa, muy probablemente, habrá conseguido ya importantes avances en su unificación monetaria y política y, por lo tanto, pesará más en el concierto mundial, y cuando América Latina, si se confirman las tendencias actuales, estará en plena transformación y seguirá reforzando los acuerdos regionales y los lazos que le permitirán reducir su dependencia de Estados Unidos.

Por último, Cuba acaba de manifestar su intención de incorporarse a la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI), sucesora de la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC), para reforzar sus lazos económicos con los países hermanos y, por otra parte, el gobierno de Washington se ha visto obligado, sobre todo por la presión católica y del Estado Vaticano, a retirar su veto al viaje en enero próximo de peregrinos estadunidenses a La Habana para recibir allí al papa Juan Pablo II, rompiendo de hecho el bloqueo político no anticastrista, sino anticubano.

Todas estas circunstancias auspiciosas permiten esperar que Estados Unidos pueda reconsiderar, gracias al fuerte estímulo de la presión internacional, sus medidas unilaterales e ilegales contra quienes comercian con Cuba, o contra sus ciudadanos que viajan a esa isla. Con ello, se posibilitaría la normalización en Cuba del estado de emergencia creado por una agresión económica que alienta la perpetuación de un clima de fortaleza sitiada y, con el mismo, todos los fenómenos de concentración del poder, burocratismo y corrupción que la Casa Blanca hipócritamente deplora y que desgastan al pueblo cubano.