El tabaquismo se ha considerado la epidemia del siglo. Las enfermedades causadas por el cigarrillo ocasionan a la larga perjuicios al país, que superan las posibles derramas económicas que podría dejar el comercio, la manufactura de cigarrillos o los cultivos de tabaco. Los gastos de salud son tales que en Estados Unidos muchos estados interpusieron demandas legales a las compañías tabacaleras para exigir que los cubran. Se habla de que Phillip Morris y RJR Nabisco, las más grandes compañías tabacaleras americanas, están dispuestas a pagar una indemnización de más de 300 mil millones de dólares por daños a la salud, e invertir en programas de educación e investigación para advertir de los riesgos de fumar.
El acuerdo debe aprobarse todavía por el Congreso y el Ejecutivo, pero cuenta con la desaprobación de muchos organismos antitabaco, incluyendo a la Sociedad Pulmonar Americana, por considerarla prematura y pobre.
La Sociedad Americana del Tórax ha decidido también rechazar la publicación en su prestigiada revista de las investigaciones financiadas por la Industria del Tabaco, otra forma de corromper.
Adicionalmente, la iniciativa de Clinton para considerar a la nicotina como una droga sujeta al control de la Federal Drug Administration hizo que las acciones de las compañías tabacaleras cayeran en Wall Street. Ante las dificultades para el desarrollo del consumo del tabaco en EU y en otros países industrializados, las compañías tabacaleras han emigrado a otros lados para hacer su campaña mortífera.
La mala noticia es que han puesto en la mira a México, considerado un mercado amplio que no se ha expuesto lo suficiente a la mercadotecnia moderna debido en parte a los monopolios estatales que existían previamente. Los vecinos del norte están espantando los demonios y muchos se vendrán para acá, como es tradición de los perseguidos.
Ya circulan libremente muchos cigarrillos extranjeros y vemos sus anuncios en periódicos, revistas, radio y televisión, a toda hora.
Las libertades para la venta de cigarrillos son grandes. Las compañías promueven sus cigarrillos en atractivos eventos deportivos o musicales para la juventud.
El interés de las compañías internacionales de tabaco en México se ha demostrado de maneras más directas. Phillip Morris recientemente se convirtió en dueño mayoritario de Compañía Tabacalera Mexicana e invitó a Carlos Slim, previo principal accionista, a formar parte de la junta de directores. Un mes después, la compañía British American Tobacco, segunda mundial, se hizo mayoritaria de Cigarrera La Moderna que tiene el 50 por ciento del mercado mexicano. Los riesgos que ocasionarán a la salud de los mexicanos importan poco a las compañías tabacaleras, bien conocidas internacionalmente por su capacidad para mentir. Ha circulado por el mundo una fotografía de varios representantes de compañías tabacaleras en EU declarando ante el Congreso, bajo juramento, que era cuestionable la toxicidad y adictividad del cigarrillo. Poco después, documentos internos de la industria hechos públicos, demostraron que conocían desde hace décadas los riesgos del tabaco, mismos que ocultaron. Es esperable, pues, que las campañas publicitarias que veamos próximamente se vean influidas por el espíritu mentiroso y mercantilista a toda costa que invadirá a las compañías mexicanas, quizá estrategias centrales en la globalización y el libre comercio. Recientemente los impuestos a los cigarrillos, que tienden a bajar el consumo y se consideran una medida apropiada de prevención y salud pública, se anularon al menos temporalmente con baratas, ``para contrarrestar el contrabando de cigarrillos''.
Ojalá la sociedad civil de México también aprenda de la norteamericana que logró ir venciendo poco a poco a las tabacaleras, verdaderos gigantes económicos. Fumar se ha convertido en EU en una costumbre desagradable y no la moda encantadora, o el estilo americano de vida que pretenden promover las compañías de tabaco. Por presiones de la sociedad civil estadunidense, se ha logrado un endurecimiento considerable de la legislación antitabaco y de la publicidad sobre todo de la dirigida a niños. Es cierto que las enfermedades asociadas al tabaco son consecuencia de un hábito personal, tal y como argumentan las compañías del tabaco. Pero el tabaco es altamente adictivo y tóxico aunque daña lentamente y todas las campañas de las compañías del tabaco, aun las que parecen más filantrópicas, alcanzan a los niños y les promueven el vicio. En Estados Unidos las compañías del tabaco están dispuestas a pagar una gran fortuna por daños a la salud, en buena parte porque lo recuperarán con creces en otros países con poca cultura antitabaco.
La incursión de Phillip Morris y British American Tobacco en México amenaza nuestra salud. Esperemos que se tomen urgentemente medidas para contrarrestar sus prácticas, incluyendo la exigencia de que las compañías paguen los daños a la salud que ocasionen, como en Estados Unidos.
El autor es jefe del departamento de fisiología del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias de la SSa.