Sorprendió la muerte a Diana cuando se atrevió a dejar su silencio
Jaime Avilés, enviado, París, 31 de agosto Ť ¿Quién mató a la princesa Diana de Gales y a su novio, el multimillonario egipcio Dodi Al Fayed? ¿Los siete paparazzi que perseguían a la pareja irreal y que esta noche continúan detenidos 24 horas después del accidente? ¿El chofer del Mercedes 600, vehículo perteneciente a una empresa que cobra mil dólares la noche por sacar a pasear a la ``gente de moda''? ¿El destino que ``hizo'' que el auto se estrellara contra el decimotercer poste del túnel del Puente del Alma, a orillas del Sena, al pie de la torre Eiffel y a sólo dos cuadras del Crazy Horse? ¿O se puede hablar de un atentado?
Diana y Dodi cenaron anoche cerca del Jardín de las Tullerías y del Museo del Louvre: concretamente junto al Ministerio de Justicia, en el número 15 de la Place Vendome, que es el sitio donde se ubica el hotel Ritz, propiedad de Mohamed Al Fayed, padre de Dod, que asimismo es dueño de la cadena londinense de tiendas Harrod«s.
A la una y diez de la mañana abordaron el Mercedes 600. Al volante se colocó un agente de seguridad del Ritz y en el otro asiento delantero el guardaespaldas personal de la princesa. Los novios se instalaron en la parte posterior y subieron el cristal que los aislaba de los plebeyos. En la esquina del hotel, provistos de celulares, cámaras de gran angular y motocicletas Harley-Davidson había cuando menos siete paparazzi, quienes partieron detrás del Mercedes. El coche se dirigió hacia la gran reja negra y dorada de las Tullerías, ahí dobló a la derecha y, con el acelerador pisado a fondo, atravesó la plaza de la Concordia para tomar la Rive Droite (orilla derecha) del Sena, sobre una calzada de alta velocidad conocida como la Vía Express.
Poco antes de alcanzar la pendiente que se desliza en una suave curva debajo del Puente del Alma, y siempre seguido por los paparazzi, el Mercedes iba a más de 150 kilómetros por hora cuando la llanta delantera izquierda hizo contacto con la banqueta del camellón y recorrió 30 metros echando chispas y quemando hule contra ésta. Ahí están las huellas.
Entonces, el chofer giró el volante a la derecha, sintió que la máquina se le barría en la curva y desvió el timón de nuevo a la izquierda, con tan mala suerte que la misma llanta delantera trepó a la banqueta del camellón, el auto pegó un salto y al golpear de lado contra el muro del camellón rebotó hacia el muro lateral opuesto, ya dentro del túnel del Puente del Alma, en donde tras el segundo impacto, salió disparado en trayectoria diagonal de derecha a izquierda para estrellarse de frente contra el pilar número trece.
Diana: el otro descubrimiento
Hace tan sólo diez días, el vespertino francés Le Monde publicó una página completa dedicada a Lady Di. Era la primera vez que un periodista interrogaba a la ex princesa acerca de sus ideas políticas, algo que jamás se le había ocurrido a nadie. Y Diana habló de las obras de caridad que realizaba en Pakistán y de la campaña que había emprendido para acabar con la fabricación de minas antipersonales, producto siniestro que le rendía excelentes dividendos a la industria bélica de Inglaterra hasta que el nuevo primer ministro de la isla, el laborista Tony Blair, prohibió su venta en el mercado.
Durante el diálogo, Diana se refirió a ello y, sin mencionar a Blair, dijo que la determinación le había dado mucho gusto, pero también, sin aludir al pesado de John Major, afirmó que ``el ex primer ministro es un hombre que no tiene remedio''. Y por esta causa estalló el escándalo en el palacio de Buckingham.
A lo largo de toda la semana pasada, los periódicos británicos dedicaron sus primeras páginas a Lady Di, con titulares inequívocos como éste: ``Diana debe guardar silencio''. A través de los medios, la familia real se tomó la molestia de recordarle a la ex esposa del príncipe Carlos que también era madre del príncipe William --futuro rey de Inglaterra--, y que su deber como ex princesa era mantenerse completamente al margen de la política.
Annick Cojean, la reportera de Le Monde que logró descubrir en Diana lo que no habían conseguido legiones de paparazzi, relató hoy aquí en una entrevista radiofónica cómo fue su reciente encuentro con la mujer que renunció a la realeza porque no soportaba a su marido. Cojean, cabe añadir, acaba de ejecutar una hazaña del periodismo al entrevistar a los protagonistas de las fotos de prensa que le han dado la vuelta al mundo en los últimos 30 años: desde la niña vietnamita que corría desnuda y ardiendo en napalm bajo las bombas made in USA, o el deportista negro de Estados Unidos que ganó la medalla de oro en las olimpiadas de México y recibió el premio haciendo el signo guerrero de las Panteras Negras, hasta la muchacha más hermosa de Mayo del 68 en París o el enclenque estudiante chino que en 1989 detuvo a una columna de tanques blindados en la plaza de Tienanmen, pasando por Mijail Gorbachov, que confesó estar solo, deprimido y furioso, y Lady Di, que lucía rejuvenecida por los cálidos besos de Dodi.
Todos estos héroes civiles estaban unidos a la posteridad por una foto inolvidable (la de Gorbachov, por ejemplo, es aquella en que renuncia al poder en 1991 y anuncia la disolución de la antigua URSS), pero Diana no tenía una imagen verdaderamente emblemática, y por eso, recordó hoy Annick Cojean, ``me concedió toda una tarde, y se sentó amablemente conmigo a escoger una de las incontables fotos que le habían sacado con los niños pobres de Pakistán''.
Londres: cero fotografías
En una supuesta ``muestra de reprobación'' a los paparazzi franceses, la prensa británica adoptó hoy la increíble decisión de no publicar ninguna fotografía del accidente. Y la medida no dejó de provocar furia en las redacciones de los periódicos parisienses. René Solís, crítico teatral de Liberation, dijo a La Jornada: ``Es el colmo de la hipocresía. Los periódicos ingleses, a mi juicio los peores del mundo, viven de la basura que generan los paparazzi. ¿Por qué no dicen cuántos cientos de miles de libras esterlinas ganaron este verano con las famosas fotos de Diana y Dodi besándose en un yate en el Mediterráneo? Y ahora nos quieren vender la idea estúpida de que los paparazzi de Francia son malignos y deben ser condenados. ¡Uf!''.
No hace mucho, recordó Solís, ``un paparazzi argentino se encontró con Lady Di en no sé qué playa, y le dijo: sonría, por favor, para que pueda mandar a mis hijos a estudiar en Cambridge. Esa es la única moral del asunto''.
Y esta tarde, mientras el príncipe Carlos aterrizaba en París, acompañado de sus hijos, a bordo de un avión de la Real Fuerza Aérea (RAF en inglés), para trasladarse al hospital de la Pitié Salptrire con el fin de recoger el cuerpo de Diana, la Prefectura de París confirmó que los siete paparazzi arrestados anoche en el lugar del accidente siguen detenidos bajo la modali- dad judicial de gardé a vue (``guardados a la vista'' de la policía, en traducción libre), lo que significa que podrían permanecer bajo custodia por un plazo total de 48 horas, a cuyo término serán puestos en libertad o presentados ante un juez bajo acusaciones criminales.
Desde el primer instante de la tragedia, el gobierno francés concedió la más alta prioridad al suceso. Y prueba de ello es que una hora después del choque, 2:30 de la mañana, el ministro del Interior, Jean-Pierre Chevenement, acudió al hospital donde la princesa Diana era operada, y permaneció ahí junto con el embajador británico, Michael Jay, hasta las 4:00, cuando se produjo el deceso, que el propio Chevenement anunciaría una hora más tarde de manera oficial.
Diana falleció de una hemorragia pulmonar incontenible, con graves lesiones en todos los órganos vitales debido a la violencia del encontronazo, el cual sobrevino sin que el chofer pisara el freno, como lo confirmó hoy este enviado en el mismo lugar de los hechos, donde, mientras tanto, cientos de personas se congregaron en el curso de este día para depositar modestos arreglos florales con mensa- jes dictados por la consternación.
``Diana, ojalá que descanses en paz. Nosotros somos tu victoria'', decía una carta. Otra estaba firmada por la ``sección Francia de los Scouts Británicos del Oeste de Europa'', y concluía: ``Con respeto y amor''. Un anónimo escribió junto a sus pálidas rosas: ``So sorry that it has ended this way'' (siento mucho que haya terminado así). Una adolescente con ojos llorosos anotó sobre el tallo de un ramo de dalias: ``Diana: tú serás siempre la princesa de un cuento de hadas''. Alguien, más sentencioso, recurrió al lugar común: ``El salario de la celebridad es la angustia''. Y un bromista no tuvo empacho en firmar su tarjeta sin mensaje como ``Familia Real de Inglaterra''.
Mortal obediencia
``Fue un error del chofer'', dijo Greg Andrews, chofer también, entrevistado esta noche por La Jornada a la puerta del hotel Ritz. ``A mí no me hubiera sucedido'', afirmó varias veces, vestido con un magnífico terno de tweed oscuro y encogiendo reiteradamente el cuello dentro de su impecable y suntuosa camisa de seda, rubio, joven, con el aspecto de un galán de Ho- llywood.
``Nosotros estamos superentrenados para manejar coches de lujo bajo la máxima presión psicológica. Tenemos los autos más bonitos del mundo, que pasan las más exigentes pruebas de seguridad. Por eso, si tú quieres contratar nuestros servicios, te cobramos mil dólares por llevarte a pasear toda la noche. Entiéndeme, no nos puede pasar lo que ha ocurrido'', afirmó sin dudarlo.
--¿Y entonces por qué ocurrió?
--Fue un error del chofer, estoy convencido. Mira, yo sólo trabajo con fashion people (gente de moda), sé lo que es esto. Si yo salgo de una discoteca con Carolina de Mónaco o con quien sea, y traigo seis o siete o diez paparazzi en mi culo (traducción literal: in my ass), yo no corro a una velocidad superior a la permitida en una ciudad como ésta, y no corro aunque los paparazzi me saquen mil fotografías, y no corro aunque mi cliente me diga que lo haga.
--¿Cuál es tu hipótesis?
--En mi opinión, yo sé que Diana y mister Dod estaban muy enojados con los paparazzi por las fotos del barco. Y estoy seguro que le dijeron al chofer que se ade- lantara sin pensar en la seguridad. ¿Sabes cuál fue el error del chofer?
--¿Cuál?
--Obedecerlos.
Incierta naturaleza de los funerales de Di
Afp, Reuter, Dpa y Efe, Londres, 1o. de septiembre Ť Los restos de Diana Spencer yacían este lunes en la capilla real del Palacio de Saint James, mientras la reina Isabel de Inglaterra y el gobierno británico trataban de decidir la naturaleza de los funerales que se efectuarán.
Analistas dijeron que, según el protocolo, en el caso de la ex princesa corresponde un funeral privado, pero que el pueblo británico exigirá un funeral de Estado en toda forma para quien es considerada la personalidad más querida del país después del primer ministro Winston Churchill.
El príncipe Carlos, de quien Diana se divorció hace justo un año, viajó el domingo a París acompañado por las hermanas de la ex princesa para recuperar su cuerpo, que arribó a Londres a las 17:50.
Posteriormente, el príncipe y sus hijos William y Harry asistieron a una ceremonia religiosa en una iglesia cercana al Palacio de Balmoral, en Escocia, en la que estuvieron también la reina, el príncipe Felipe y la reina madre, abuela de Carlos.
Cientos de personas depositaron flores, cruces y testimonios escritos ante las puertas del palacio de Kensington, donde vivía la ex princesa desde su divorcio y ante el Palacio de Buckingham, sede de la monarquía británica. A pesar de que Diana ya no era considerada parte de la realeza desde su divorcio, seguía siendo más popular que todos sus miembros, y el pueblo inglés seguía considerandola princesa aunque jamás llegaría a ocupar el trono.
En tanto, el cuerpo de Dod Al Fayed también fue trasladado a Gran Bretaña y sepultado la noche del domingo en una mezquita de la localidad de Woking, en el condado inglés de Surrey.
En París, la policía continuaba el interrogatorio a los siete paparazzis que perseguían a la pareja para determinar su responsabilidad en el accidente, en el que murió también el conductor del Mercedes Benz 600.
Fuentes hospitalarias indicaron, por otra parte, que se encuentra fuera de peligro el guardaespaldas de Diana, único sobreviviente de la colisión, quien podría esclarecer cómo ocurrió el accidente. Mientras tanto, médicos que atendieron a la ex princesa revelaron hoy que ésta no hubiera podido sobrevivir a sus lesiones.