En el Palacio, sesión irregular; ``hicimos el ridículo'', dijo Arvizu
Oscar Camacho Guzmán y Ciro Pérez Silva Ť Instalado en la primera fila del salón de sesiones de la Cámara de Diputados, donde tradicionalmente se sienta la bancada panista, el diputado del PRI, Orlando Arvizu Lara, no dejó espacio a las interpretaciones y sintetizó sin ambages y con expresión desencajada: ``Aquí sólo hemos venido a hacer el ridículo...''
A hacer el ridículo, diría Arvizu, y ``a violar la ley...'', complementaría luego por su parte el duranguense Angel Sergio Guerrero Mier, a juicio de quien ``Píndaro Urióstegui hizo mal al convocar a una nueva sesión'', toda vez que el primer citatorio para la instalación de la Cámara lleva la firma de los cinco integrantes de la comisión instaladora.
Y es que los priístas se desdijeron ayer de cuanto habían dicho en días anteriores:
El sábado calificaron de ilegal la instalación de la Cámara de Diputados que llevaron a cabo las cuatro fracciones de oposición. Ayer reconocieron que sí era legal, y que sólo tenía algunas deficiencias jurídicas.
La legalidad, a la basura
El sábado anunciaron que no asistirían a la ceremonia del informe presidencial y ayer confirmaron su presencia. El sábado desconocieron a Porfirio Muñoz Ledo como primer presidente de la mesa directiva, llamándolo presidente artificial, y ayer anunciaron su aceptación de que sea quien responda el Informe de Gobierno.
Por eso las palabras del priísta hidalguense Orlando Arvizu resumían con nitidez la inconformidad de más de cien legisladores del partido oficial que por la mañana, en la sede nacional del PRI, llegaron a pedir, inclusive, la remoción de Núñez, por considerar ``absolutamente errática'' la estrategia de negociación de la directiva de su bancada.
La inconformidad terminó al reconocer por la noche el propio Arturo Núñez que ``toda decisión implica costos'', cuando se le preguntó sobre la molestia de los priístas que encabeza.
Pero no fue, sin embargo, la única contradicción en la que ayer incurrieron los priístas, pues su exigencia de respeto a la legalidad fue echada al bote de la basura por ellos mismos, quienes llevaron a cabo una sesión sin quórum y se instalaron sin apego a la legalidad e hicieron uso de la tribuna al margen de la ley.
Todo ello, en tan sólo 30 minutos.
Citados a las 10 de la mañana en San Lázaro para llevar a cabo la sesión de instalación de la Cámara a que los convocó el priísta Píndaro Urióstegui, los legisladores priístas electos para la 57 Legislatura llegaron ayer al Palacio Legislativo de mala gana.
``Aquí nos tienen otra vez, doblando las manos...'', decía retador el barbudo y conocido peleador callejero y ahora diputado priísta salido del sindicato ferrocarrilero, Víctor Flores: ``Pero se la vamos a cobrar a Núñez, ya verás...'', advertía temerario.
Uno a uno, los priístas fueron entrando al salón de sesiones de San Lázaro con las caras gachas, las miradas sin brillo y el paso lento. Se sentaban donde mejor les venía en gana y en medio de la incertidumbre esperaban a su coordinador, Arturo Núñez.
El líder parlamentario priísta ingresó al salón de sesiones a las 10:29 horas. Instalado en su curul lo iluminaron cientos de flashazos. ``Acá don Arturo...'', le demandan distintas voces desde todos los ángulos.
Cinco minutos después, el enjambre de fotógrafos y reporteros cambiaron de objetivo, cuando desde lo alto del presidium Píndaro Urióstegui, presidente de la Comisión Instaladora, movió la campanilla de las águilas que simbolizan la autoridad de quien dirige las sesiones.
Píndaro anunció que se iniciaba la sesión pero, casi de inmediato, desde su curul, el vicecoordinador del grupo priísta, Ricardo Monreal, pidió la palabra.
Y Píndaro, sin hacer caso de que la tribuna de la Cámara sólo puede ser utilizada por diputados constituidos, dio la palabra a Monreal, hasta ese momento diputado electo, no constituido.
Monreal, crítico de la ilegalidad
Y Monreal habló, y desde la ilegalidad en el uso de la tribuna, afirmó que el PRI ``a lo largo de la historia ha sido siempre garante y observador de la legalidad y del Estado de derecho que rije a la Nación''.
Y dijo que por ello, ``nos preocupa nuevamente el surgimiento de voces, de actitudes que intentan generar crisis institucional o inclusive posibles rupturas constitucionales''.
El discurso de Monreal no fue aplaudido por su correligionarios, e incluso hubo chiflidos. Apenas bajó de la tribuna, Monreal fue abordado por reporteros.
-¿Por qué hizo uso de la tribuna si no es diputado? -le preguntó un columnista.
-Por práctica parlamentaria.
-¿Esa es la legalidad a que ustedes apelan? -se le insistió.
-Sí, esta es una muestra de tolerancia -respondió quien momentos después reconocería que a él y a otros diputados les había tocado ``hacer las cosas más cabronas'', refiriéndose al hecho de haber sido designado para fijar la posición del PRI en la tribuna de la Cámara.
Al filo de las 11 de la mañana, los priístas abandonaron el salón en el cual sesionaron sin reunir el quórum que la ley ordena. Salieron con los rostros igual de contritos con que llegaron y, en su partida, saliendo de su curul, Orlando Arvizu reiteraba: ``Sólo hemos venido a hacer el ridículo...''.