La Jornada 2 de septiembre de 1997

Crecimiento insostenible si no hay redistribución del ingreso: Alzati

César Martínez Ť El crecimiento económico de México no será sostenible si no va acompañado por la redistribución del ingreso, ya que la evidencia empírica demuestra que su concentración no se traduce en ahorro interno debido al elevado consumo suntuario, a la emigración de capitales y a la falta de educación y productividad que implica su contraparte: la pobreza extrema. Tales son las principales conclusiones de la investigación realizada en la tesis doctoral de Fausto Alzati Araiza, ex secretario de Educación Pública.

Alzati fue director del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) desde 1990 hasta que lo nombraron secretario de Educación Pública, en diciembre de 1994, cargo que ocupó hasta los sucesos que derivaron en su renuncia, en 1995, relacionados con su doctorado inconcluso. Entre septiembre de ese año y abril del corriente, Alzati culminó su tesis en la Universidad de Harvard y ahora reaparece para presentar la investigación con la que se doctoró.

En entrevista, comentó que su trabajo, que analiza los factores determinantes del crecimiento en México, abarca el periodo más extenso que se haya investigado (1895-1994) e introduce por primera vez en estudios de este tipo la idea de que el cambio tecnológico, como fuente de progreso, proviene no sólo de fuera del sistema económico, sino también de sus propias decisiones, porque la inversión en educación, investigación y desarrollo tiene un alto impacto en el crecimiento.

Otra novedad, agregó, es la relación entre el crecimiento y la distribución del ingreso. Según las teorías anteriores, para crecer en forma sostenida no importaba que en una primera etapa se concentrara el ingreso, porque esto generaría mayores tasas de ahorro, con el consecuente incremento de la inversión, que desembocaría en crecimiento.

Sin embargo, dijo Alzati, ``la evidencia empírica muestra que esta perspectiva no es necesariamente correcta'' en los países en desarrollo.

Al explorar esta correlación ``me encuentro con la sorpresa de que hay una estrechísima relación entre crecimiento y distribución del ingreso. Una mayor concentración del ingreso no contribuye a un crecimiento más acelerado, sino que además lo obstaculiza''.

Explicó que esto se debe a que la concentración no se ha traducido en tasas de ahorro más altas por tres razones: en primer lugar, ``las clases más ricas de América Latina tienen una capacidad de consumo suntuario que rebasa la esperada por los economistas''.

En segundo término, el ahorro de estos sectores no se conserva necesariamente en el país --quizás por su desconfianza en la seguridad de los derechos de propiedad-- y los grandes capitales se invierten en el exterior, afirmó.

Una tercera causa es que la concentración de la riqueza provoca como contraparte niveles extremos de pobreza, lo cual ``priva a una parte importante de los trabajadores de la oportunidad mínima de adquirir capital humano, porque para poder comer dedican todo el día a una labor de muy baja productividad y no tienen tiempo disponible ni para educarse'', resaltó.

Los cálculos de Alzati señalan que 60 por ciento de la población de menores ingresos tiene una productividad laboral por debajo de la media nacional. Este fenómeno se llama subempleo y constituye un ``enorme'' desperdicio de recursos, que explica en buena medida la insuficiencia del crecimiento, opinó.

El objetivo, añadió, debería ser que esa población alcance la productividad media de los mexicanos, y la única forma de lograrlo es que dispongan de las mismas oportunidades que los trabajadores medios para educarse y desempeñarse en labores en las que adquieran y desarrollen habilidades productivas.

Para ello, Alzati propone aplicar políticas sociales que dejen a la población tiempo libre para su educación, además de reorientar su esquema formal para proporcionar ``competencias laborales concretas''.

Para alcanzar esta acumulación de capital humano México requiere tasas de ahorro interno de 30 a 40 por ciento anual al menos durante tres décadas; además, necesita inversión extrajera de 20 mil a 30 mil millones de dólares anuales durante 20 o 30 años, enfatizó.

Este objetivo sólo puede lograrse mediante un gran consenso nacional que tenga como meta alcanzar una tasa de crecimiento anual de 7.5 por ciento --umbral debajo del cual se incrementa el rezago en el empleo y en la productividad--, pero con ``pruebas creíbles de que sí se va a redistribuir'', finalizó.