La Jornada miércoles 3 de septiembre de 1997

Alberto Aziz Nassif
``Todos juntos valemos más que vos''

La instalación de la Cámara baja, la crisis que generó el PRI y el Tercer Informe de gobierno forman una unidad. El acontecimiento es histórico y fundante, es un signo de transición, ganó la política y la democracia, perdió el autoritarismo. Se abre una época de una nueva relación entre los poderes, termina la presidencia hegemónica y el congreso subalterno. Muy mal leyó el PRI los signos de cambio. No cabe duda que la pérdida de la mayoría le causó un trauma a ese partido; completamente desarticulado, sin liderazgo, sin línea, se lanzó al vacío y luego se regresó, sin pena, ni gloria. Después de muchas horas de negociación, el PRI ``aceptó'' su nueva condición de minoría, la mayoría de la oposición y sus consecuencias. La condición para que el PRI pudiera regresar al Congreso fue que Porfirio Muñoz Ledo no les tomara protesta, es decir, algo ``trascendente'' para la vida del país. Uno de los diputados del tricolor describió con exactitud la acción de su partido: ``hicimos el ridículo''. Las desafortunadas resistencias del PRI y sus fobias lo mostraron como un partido que amenaza la gobernabilidad del país.

Cambió la forma, pero también el fondo. El presidente Zedillo fue el actor de una ceremonia republicana; los legisladores mostraron madurez y civilidad. El Informe tuvo una estructura novedosa de grandes tesis: política interna, soberanía y relaciones exteriores, seguridad pública, política social (educación y salud), federalismo y política económica. Del conjunto se pueden destacar dos temas: la importancia a lo social, al tema educativo y la propuesta para consensar una política de Estado sobre el desarrollo y el crecimiento económico. En la visión presidencial hay un obstáculo superado, la democracia electoral, por lo cual ahora se presenta la oportunidad ``histórica'' de compaginar por primera vez en México la democracia y el crecimiento económico. La lógica argumentativa del Presidente resulta clara: enfatizar los logros y avances de la política social para legitimar el modelo económico. Los datos de la macroeconomía respaldan el éxito de su programa para la recuperación, pero de nuevo la traducción a la microeconomía se presenta para el largo plazo, se habla de 20 años.

El Presidente no tocó los temas espinosos y polémicos, esa parte del país permaneció ausente; no se quiso meter al debate de los territorios donde puede perder; el Informe estuvo calculado para salir bien librado frente a un Congreso en donde ya no cuenta con la mayoría. La respuesta de Muñoz Ledo fue al grano en tiempo y contenido, logró mucha eficacia argumentativa y un tono republicano que prestigia al Poder Legislativo. La visión del diputado opositor fue la contraparte: mientras que el Presidente habló de logros y avances, la oposición puso especial atención en la agenda pendiente, lo que falta, lo que es indispensable resolver, los temas conflictivos, pero urgentes para que en México podamos tener democracia y crecimiento económico: se trata de la paz en Chiapas y en la otras regiones en donde se ha roto el orden legal; la reforma del Estado que construya las otras piezas de un orden democrático; un nuevo pacto social que incluya a los de adentro y a los de afuera; una nueva rendición de cuentas y, por supuesto, un debate sobre el modelo económico y la actual estrategia de desarrollo. Hay en la respuesta de Muñoz Ledo una visión de Estado. De principio a fin hubo una reivindicación del Poder Legislativo: ``Nosotros, que cada uno somos tanto como vos y todos juntos valemos más que vos''. Después de este rito de iniciación viene una etapa de prueba para la democracia mexicana: ¿cómo hacer compatibles los múltiples intereses y llegar a nuevos consensos dentro de un esquema civilizado de fuerzas y con estabilidad política?

El país observará con mucha atención el desarrollo de esta nueva relación entre poderes. Ahora sí empezaremos a ver cuáles son las capacidades de nuestra gobernabilidad y qué tan eficiente es la política. No será fácil para el gobierno entrar a discutir y a consensar su política económica y su presupuesto, cuando existe la costumbre y la inercia de llevarla a cabo sin mayores consultas. Tampoco para la oposición será sencillo actuar dentro de este nuevo marco de fuerzas, ser oposición y gobierno al mismo tiempo. Mientras que para el Presidente existe una convicción sobre su modelo económico de que las ``bases esenciales son correctas'', para la oposición, por el contrario, ``la obcecación es contraria a la sabiduría y nociva para los quehaceres del Estado''. La experiencia inédita de abrir un debate público sobre el modelo de desarrollo será una gran oportunidad para el país.