Tanto el Informe constitucional del presidente Ernesto Zedillo como la respuesta del diputado Porfirio Muñoz Ledo, sin menosprecio alguno por el contenido de ambos documentos, dejan la impresión de que se elaboraron a última hora, al menos en su versión conocida, y de que fueron entendidos por sus autores como piezas de circunstancias. El Presidente mencionó temas altamente controvertibles (como el de hacer de su política económica, y concretamente del crecimiento, una política de Estado) y omitió otros de gran interés, en tanto que el presidente del Congreso, más que responder, se ocupó de dejar clara la divisón de poderes y de trazar las tareas fundamentales de la nueva Legislatura. En suma, la austeridad forzada, la hora, la ausencia de los invitados tradicionales y el clima de tensión imperante, cambiaron ciertamente el formato del informe presidencial.
De hecho, había estado emitiéndose otro informe, del cual el de San Lázaro era la fase conclusiva, ya en sí un tanto tranquilizante pero todavía cargada de expectación. El eje del conflicto, que estuvo a un paso de tener consecuencias catastróficas para la vida institucional del país, fue la instalación de la 57 Legislatura.
Hubo una convocatoria formal, casi rutinaria, para el sábado 30 por la mañana, suscrita por la comisión de instaladores legales. Pero algo oscuro y enigmático cruzó por la cabeza de los dirigentes priístas de la mayoría relativa y de sus manejadores políticos, y contra la ley y la lógica se expidió una segunda convocatoria, derogatoria de la primera, para el día siguiente por la tarde. Los diputados opositores, que juntos hacen mayoría, acudieron a la primera, porque la segunda no era sino una extraña maniobra dilatoria, e instalaron la legislatura con todas las formalidades del caso; naturalmente aprovecharon las ventajas de decisión que les obsequió la ausencia de los priístas. Al día siguiente, en medio del caos, la ilegalidad patente y el descorazonamiento, los priístas hicieron su propia instalación y nombraron a sus funcionarios, sin que hayan prosperado las maniobras de soborno y cooptación respecto del otro grupo.
¿Qué iba a pasar con la instalación de dos aparatos legislativos? ¿Quién resolvería esta llamada controversia interna de los nuevos legisladores? Ante situaciones de facto, ¿qué papel se le asignaría al Ejército en todo esto? El tiempo transcurría y no había señales de recuperación de la sensatez. Quién sabe qué clase de insólita transacción se esperaba cerrando los ojos y los oídos y dejando pasar el tiempo. Finalmente, una llamada telefónica de Los Pinos abrió las posibilidades de la negociación, en la que no hubo concesiones esenciales por parte de los primeros instaladores. El acuerdo fue ``por el bien de la nación'', según Arturo Núñez, para evitar turbulencias. Esa consideración debió hacerse mucho antes, si la pérdida de espacios de poder no fuera tan dolorosa y ofuscante.
Así que el otro informe del domingo, quizá el más importante porque denotaba la diferencia entre la estabilidad y el desastre, consistía en decir, con el lenguaje de la evidencia, que el partido que había dominado el Congreso a lo largo de muchas décadas se extravió en la amargura, la desesperación y la ilegalidad durante varias horas, y que a la postre los mismos mecanismos de subordinación de los que emana su poder, le permitieron ceñirse a la legalidad y a los hechos. Pese a todo, el Presidente estaba en San Lázaro, cumpliendo con su obligación constitucional, y Muñoz Ledo le contestaba sin servilismos pero sin prepotencia. El mejor informe fue que pudo haber informe, y ahí donde uno y otro confluyeron se vio que esa ceremonia constitucionalmente prescrita puede poner en relación a los poderes de la Unión sin pistoletazos ni gritos, como en los viejos tiempos, con una serenidad republicana que no es seña de unanimidades pero tampoco arena de lucha libre. El informe presidencial y su respuesta deben analizarse en interés del país; el otro informe, el de los últimos días de agosto, tiene el signo de esa transición democrática por la que avanzamos muy paso a pasito...