La Jornada viernes 5 de septiembre de 1997

ASTILLERO Ť Julio Hernández López

Los sospechosos forasteros que visitaron las urnas colimenses el pasado 6 de julio --presuntamente para realizar encuestas rápidas de salida, cuyos resultados jamás se han conocido-- dejaron suficientes huellas de sus maniobras, como para que las autoridades investiguen a fondo y disipen las sospechas de fraude electoral que panistas, perredistas y ciudadanos sin partido tienen contra el priísta Fernando Moreno Peña.

Antes de conocerse el dato de los falsos encuestadores ya había densas sombras sobre los resultados electorales oficiales, en los que el PRI perdió los principales municipios (Colima, frente al PRD, y Manzanillo, Villa de Alvarez, Comala y Coquimatlán, ante el PAN), en los que vive 68 por ciento de la población estatal; la mitad de las diputaciones locales (diez para PAN y PRD, y diez para el PRI, con riesgo de que una impugnación perredista le quite al tricolor una curul), y una de dos diputaciones federales, pero... ¡mágicamente salvó la gubernatura!

El milagroso triunfo de Fernando Moreno Peña se dio gracias a un civilizado voto diferenciado que habría ejercido la ciudadanía colimense, sobre todo en las áreas rurales, pues el PAN mantuvo una votación pareja en las elecciones de diputados federales con 74 mil 621 sufragios, de senador con 73 mil 958 y de gobernador con 74 mil 250 (es decir, virtualmente las mismas cantidades), mientras el PRI consiguió, para diputados federales, 72 mil 449 votos, para senador 71 mil 25 y, para gobernador, la extraordinaria cantidad de 82 mil 662 votos, es decir, 10 mil más que los diputados y 11 mil más que la lista de senadores.

Según los datos que se han recabado a la fecha, y que han sido formalmente presentados ante los tribunales electorales en busca de echar abajo el presunto triunfo de Fernando Moreno Peña, hubo suplantación de funcionarios a última hora en cuando menos 45 casillas; se dio una gran disparidad numérica debido a que ``en muchas casillas'' fueron entregados juegos de boletas electorales para senador, diputados federales, diputados locales y presidentes municipales pero no para gobernador, lo que hace pensar a los impugnadores que esa boleta faltante fue usada fraudulentamente, y, en otras casillas, las firmas de los funcionarios no es coincidente en las actas de los cinco procesos electorales.

La mano mapachona

Ahora, sin embargo, hay que sumar la inexplicada aparición de los presuntos encuestadores electorales a las cavilaciones de los colimenses que no entienden cómo un partido puede perder los principales municipios, la mitad del Congreso local y la mitad de las diputaciones federales, y ganar la gubernatura.

Los supuestos encuestadores llegaron a bordo de tres autobuses, uno de los cuales tenía la leyenda Tours Hermanos, de Ciudad Obregón, Sonora, con placas 292-ARS. Otro de los autobuses era de la línea ETN.

El viernes 4 de julio se instalaron 80 personas, de las cuales 24 eran mujeres, en diversos hoteles de la ciudad de Colima. Los responsables del grupo se hospedaron en las habitaciones 212, 121, 123 y 124 del hotel América, y todos los cuartos quedaron registrados con el nombre de Juan Mario Cárdenas, quien pagó 5 mil 446 pesos al hotel con la tarjeta American Express número 3707 324120 74007.

Juan Mario Cárdenas dijo en el hotel ser representante de la empresa Gemark, aunque a la directora de un colegio cuyas instalaciones consiguió para ``cursos de capacitación'' le aseguró venir de la empresa Exipol. Gemark tiene sus oficinas en la calle Musset 326, colonia Polanco, en México, Distrito Federal, y su director es el licenciado Jaime González Negrete, a quien se buscó telefónicamente, dejando recado con su secretaria, sin obtener respuesta.

Algunos de los visitantes electorales se

hospedaron en el Hotel del Mar, en Manzanillo, bajo el nombre de Héctor Rivera, o Rivero, como responsable, presuntamente procedentes de Tepic, Nayarit, y otros en el Hotel Star, a nombre de León Alberto Esteban, con domicilio en Bogotá 691, colonia Lindavista, México, DF. Otros hoteles utilizados en este puerto fueron el Marbella y el Santa Cecilia.

En Tecomán llegaron al Hotel Fénix, y dieron como nombres los de José Luis Naranjo, José Refugio Haro, María del Socorro Chávez, José Valenzuela, Ernesto Labra y René Galindo.

Una investigación profesional encargada a un despacho particular, a la vista de Astillero, da como característica de todos los grupos mencionados las siguientes: ``Eran personas de otros estados, con acento fuereño; llamaba la atención su manera de comunicarse, con frases como ``dame línea'', ``tenemos luz verde'', ``dame clave para armado de paquetes'', y ``llámame en la noche de un teléfono seguro''; la mayoría de ellos traía teléfonos celulares; todos traían suficiente dinero en efectivo para hacer sus pagos; no registraron en los hoteles las placas de los automóviles que usaron, y, por comentarios de los trabajadores de los hoteles, todos los individuos tenían facha de pelafustanes y se manejaban con impunidad''.

Otro párrafo del reporte del despacho de investigaciones contratado para este caso dice que ``el día de las votaciones, estas mismas personas tuvieron fricciones con la Policía Preventiva, e incluso se estuvo manejando por radio, a los policías que cubrieron la labor de vigilancia, como orden, que nada más les tomaran datos y que no los detuvieran''.

De todo lo aquí consignado podrían opinar los enviados de la Secretaría de Gobernación para cubrir las elecciones de Colima, que fueron los licenciados Gabriel Arenas Flores y Juventino Salinas, quienes dijeron pertenecer a la Dirección de Apoyos a Organismos Electorales.

O se le podría preguntar a José Rogelio Gil Castillo, con domicilio en C. Antonio Rosales 2046, en Cajeme, Sonora, a quien se detuvo el 6 de julio en el municipio de Armería, cuando se dedicaba sospechosamente a realizar las citadas encuestas rápidas de salida. El sonorense dijo venir de la empresa Análisis de Resultados en Comunicación y Opinión Pública (ARCOP), y mostró el oficio 33/2226/97, firmado por Felipe Solís Acero, secretario ejecutivo del Instituto Federal Electoral, y dirigido a Ignacio Cadenas, directivo de esa compañía.

Ahora bien, si lo que se quiere es que sigan los rumores en Colima, y que los ciudadanos sigan sin entender los complicados mecanismos del voto diferenciado, bien puede no hacerse nada, con lo cual el folclor político-electoral habrá ganado una historietilla más, la de los sospechosos forasteros que un domingo del mes de julio de 1997 visitaron las urnas colimenses para realizar unas encuestas de las que nadie sabe, nadie supo nada...