La Jornada viernes 5 de septiembre de 1997

Luis Javier Garrido
La finta

Los hombres de Carlos Salinas pretenden estar teniendo éxito al reconvertir (y rejuvenecer) al ``sistema'', pero no acaban de entender que la sociedad los está rebasando.

1. El gobierno de Ernesto Zedillo está presentándose como el gran triunfador del 6 de julio y de las escaramuzas políticas previas a la instalación de las cámaras federales, pues no sólo ha logrado darle un golpe político al Grupo Hank y a otros aliados incómodos, evidenciar al PRI y subordinar a la oposición, sino convencer a muchos de que como se vive en la democracia no hay ya cabida para las manifestaciones de descontento social que no sean encauzadas por los partidos, pero no se da cuenta, sin embargo, de que el ``sistema'' está más que nunca al descubierto.

2. La instalación de la 57 Legislatura de la Cámara de Diputados sirvió una vez más para constatar los dobles juegos del grupo salinista, pues mientras Emilio Chuayffet recibía órdenes de alentar la revuelta palaciega de Arturo Núñez y del resto de la bancada priísta pretendiendo ganar tiempo para cooptar a una veintena de diputados opositores y garantizarle al gobierno una mayoría absoluta en la cámara baja (Proceso, núm. 1087), desde Los Pinos el propio Ernesto Zedillo alentaba al ``Bloque Opositor'' y negociaba con él la forma de forjarle una nueva imagen al ``sistema'', según refirió Porfirio Muñoz Ledo (Reforma, 3 de septiembre).

3. La apertura del periodo ordinario de sesiones de las cámaras federales sirvió a su vez para evidenciar los límites de la oposición. La primera ocasión desde 1923 en que un diputado de oposición contesta el Informe presidencial no satisfizo a las expectativas. Porfirio Muñoz Ledo pudo dar una respuesta cumpliendo con lo establecido por la ley y hablando en nombre de la representación nacional de un pueblo agraviado por las políticas oficiales y la impunidad de quienes gobiernan, pero prefirió hacerlo en términos de lo que demandaba el gobierno, de acuerdo con las normas ``no escritas'' del ``sistema'' y anteponiendo los intereses de los partidos a los sentimientos de la nación.

4. La intervención de Porfirio Muñoz Ledo suscitó una enorme decepción en amplios sectores de mexicanos pero obtuvo, sin embargo, un aplauso unánime de la burocracia gobernante, y en especial de los priístas y del salinismo, por una razón fundamental: aunque se olvidó de las demandas populares, supo interpretar los intereses de la clase política. Su discurso entrañó un enorme esfuerzo por no referirse a las políticas del gobierno en el último año, y en consecuencia por no dar respuesta al Informe presidencial, como lo impone el mandato legal: fue notable, no por lo que dijo sino por lo que calló. Con una prosa apretada buscó hacer un texto de filosofía política que avalara las tesis oficiales sobre la supuesta ``transición democrática'', y terminó por repetir de manera elegante lo que hemos venido escuchando en los últimos meses sobre la independencia de los poderes, que sería interesante si no fuese por una circunstancia: no corresponde a la realidad.

5. El ``sistema'' está ahí, a pesar de todo lo que pueda haber cambiado nuestra vida política y de lo que dijera Muñoz Ledo. En el México de 1997, el Ejecutivo lo puede casi todo y el Congreso no puede casi nada, y en consecuencia el Poder no tiene la posibilidad de ``detener al Poder'', como lo vislumbrara Locke y lo preconizaran Hamilton y Madison.

6. El saldo del primero de septiembre es, a pesar de todo, presidencialista: Zedillo dijo una vez más, impunemente, lo que quiso, y como en las ocasiones precedentes lo hizo ante los medios de comunicación y los representantes populares, y esta vez no hubo una voz, como tampoco un gesto ni un acto para contradecirlo, y esto tiene una lectura para los mexicanos.

7. El grupo de Carlos Salinas, que con el pretexto de modernizar al Estado desmanteló a la nación y llevó a México a la peor crisis de su historia reciente, ha logrado mantenerse en el poder gracias a que está reconvirtiendo al ``sistema'' y aceptando que el Legislativo adquiera una imagen de supuesta independencia, pretendiendo que tiene más atribuciones de las que son suyas. Los cambios de estilo en los ceremoniales legislativos o las atribuciones que tienen los diputados en términos del 74 constitucional, no podrán sin embargo acotar su poder real por una razón sencilla: buena parte de los diputados priístas son gente de Salinas, y éste además tiene las manos metidas en el ``Bloque Opositor''.

8. ¿Qué está entonces cambiando realmente en la vida política de México, que no sean las apariencias y los nuevos espacios a la oposición? Ante la emergencia de la ciudadanía y las presiones del exterior, el grupo tecnocrático ha aceptado reconvertir al ``sistema'', a) modificando el estilo de ejercer el poder (la modernización de las formas), y b) accediendo a compartir los cargos no sólo con la burocracia priísta y con los panistas, sino también con el PRD, pero la principal condición para ello es la de que se garantice la impunidad del grupo salinista, a fin de que pueda seguir detentando el poder en México (al menos hasta el año 2000).

9. En este escenario, la gran deformación de los dirigentes de oposición está en el creer a pie juntillas que los partidos son todo, y que lo que es conveniente para ellos es bueno para la nación, porque al apuntalar al ``sistema'', lo están reciclando: llevándolo más cerca de la partidocracia que de la democracia, y fortaleciendo al mismo grupo en el poder al tolerar su impunidad.

10. Las políticas generales del Estado no han cambiado en México, y si algunos se creen la propaganda oficial de que ya hay democracia y de que por lo mismo hay que abandonar toda forma de lucha cívica o social que no pase por la vía ``institucional'', y dejar todo en manos de los partidos, muchos otros no se van con la finta, y saben que el proceso de cambio apenas comienza y que pasa necesariamente por la sociedad civil: por el derecho de ésta a la inconformidad.