Horacio Flores de la Peña
El Informe/I
Hubo de todo, sorpresas y más de lo mismo en esta reunión republicana que, por primera vez presenciamos aún las personas de mi edad, que vimos los informes acartonados del pasado. La respuesta del presidente de la Cámara al Informe del mandatario del país fue una sorpresa grata, rescatando con ella tanto la independencia del congreso como el nivel intelectual de los presidentes de la cámara de diputados. Al ciudadano presidente se le da su lugar, pero ni más ni menos, y un respeto republicano que mucho enaltece al que no otorga y al que lo recibe.
No hubo más fallas que las cometidas por los diputados del PRI. La oposición demostró, inteligencia y responsabilidad, ojalá y la conserven, porque la situación aún es frágil. La democracia todavía no está consolidada, se ha dado un paso en la dirección correcta, pero es un camino lleno de obstáculos. Setenta años de malas costumbres no se abandonan en un día y, conservar lo ganado, es responsabilidad de todos pero, sobre todo, de la oposición.
El presidente, no aprovechó el foro que se le ofrecía; era único y por eso histórico, pudo utilizarlo para dirigirse más al pueblo que a los empresarios, estos, por lo pronto, aún son un auditorio cautivo. Hablándole al pueblo pudo aumentar su aceptación y su legitimidad, al explicar lo que falta por hacer y el apoyo que reclama para lograrlo, en lugar de abrumarlos con un informe clásico, con la verdad a medias de que hoy se hace más que antes, es obvio que así sea, el país crece a pesar de los esfuerzos de sus colaboradores económicos para que esto no ocurra.
Habló poco de política exterior. Las interferencias de su gabinete económico es fatal porque para ellos la defensa de los principios de nuestra política exterior, consiste en decir amen a las invocaciones de Washington y, ahora, hasta las de España; esta actitud, que ya se prolonga casi 9 años, ha frenado a los funcionarios de la Sria. de Relaciones en su trabajo y ha impedido que estos se muevan con mayor libertad en la defensa de los intereses de México. No hay que olvidar que un país débil sólo lo hace fuerte la solidez de los principios en que descansan sus relaciones con el exterior. Aquí, nohay lugar para el pragmatismo.
Desde luego, que la educación es uno de los dos factores determinantes del crecimiento de la economía, el otro es la inversión. La educación permite crear, adaptar y utilizar bien las innovaciones tecnológicas y con ello aumentar la productividad del trabajo. Pero la educación requiere crecimiento, de lo contrario, sólo se educaráa la población para ser desempleados o subempleados el resto de su vida. Crecimiento y educación son dos fenómenos concurrentes. Ningún país se ha educado primero y crecido después.
De la politica interior es muy poco lo que vale la pena destacar ya que gobernación no ha colaborado en el proceso democrático, al contrario, lo obstaculiza hasta el ridículo; en cuanto a la seguridad interna, que es su otra función, su ausencia ayuda a que no se agraven los problemas.
En economía, como siempre, más de lo mismo; tal parece que su equipo sólo aprendió este modelo de algún libro de economía elemental y, todo lo que se sale de él o no lo conocen o no le entienden. En la actualidad sólo el gobierno de México y el de Argentina siguen apegados firmemente al modelo neoliberal y esta no es buena compañía.
La política económica hay que analizarla con seriedad y gran responsabilidad técnica y política, tomando en cu enta que las alternativas no pueden sacarse de la manga ni mucho menos se puede cambiar de modelo de un día al otro, esto equivale a un salto al vacío, que es lo que ocurrió a partir del sexenio pasado y, además, hay que abstenerse, en lo posible, de no legislar en materia económica. La realidad no se ajusta al gusto ni del gobernante o del legislador. Esto creían los soviéticos y así le fue.
Con las ciencias sociales hay que ser precavido, sus leyes no son inmutables en el tiempo y el espacio como las de las ciencias físicas. La economía cambió con mucha frecuencia influida por una multitud de factores y muchas veces estos cambios son impredecibles. Además, no hay que olvidar que México, ya es un gran cementerio de leyes que no se cumplen y decretos que no se ejecutan. Se ha legislado hasta el rídiculo y frenar esto es parte importante de la reforma del Estado.
Una política económica de estado puede significar una camisa de fuerza para la economía y para el Congreso mismo. La economía no las tolera y, cuando es necesario las rompe, pero en forma violenta como en 1994. Se pueden fijar metas y hasta instrumentos para lograrlas, pero nada más, lo otro, no pasa de ser una trampa neoliberal para seguir manejando, mal, pero con toda libertad la economía y el camino más directo a otro ``error de diciembre''.
A ciertos hombres de empresa y algunos funcionarios, todos tan delicados, hay que decirles que no se asusten. Pueden seguir de hinojos ante la economía de mercado que seguirá existiendo como ha existido hasta ahora y desde la Colonia. Cuando hubo intervención del estado fue por la falta de solidaridad nacional de los hombres de negocios y muchas veces a petición de ellos mismos. En cuanto al neoliberalismo, hay que convencerlos de que no es una religión, es sólo un disparate económico que se defiende religiosamente.