Se está abriendo la puerta para una discusión, entre las principales fuerzas políticas del país, en torno al programa económico. Creo que esta discusión no debe verse trabada y, sobre todo, que los problemas económicos no deben seguir sin ser resueltos. Para ello, el camino debe contener, entre otros, los siguientes elementos:
La discusión no debe centrarse en cuestiones ideológicas o muy generales, sino en las medidas que deban adoptarse. Si se va a discutir centralmente en torno a los poderes mágicos del mercado o sobre si el rumbo cambia o se mantiene, serán escasos los resultados que se puedan obtener.
Las medidas que deban adoptarse no se pueden considerar como independientes entre sí. A diferencia, por ejemplo, de la forma como se distribuyen las presidencias de las comisiones de las Cámaras del Congreso de la Unión, aquí no procede tomar un cierto porcentaje de medidas económicas del programa de cada partido. Las medidas que se adopten deben ser congruentes entre sí, en el corto y en el largo plazo.
Lo anterior implica una discusión sobre el proceso económico que hemos vivido, y las formas que puede haber de lograr avances sustantivos. Y la congruencia implica, entre otras cosas, definir de dónde van a provenir los recursos económicos que se vayan a emplear al aplicar aquellas medidas que impliquen gastos.
No se debe ignorar la importancia de impulsar las actividades productivas. Habrá que definir las formas como los servicios financieros puedan apoyar la inversión productiva, y las formas de evitar que los movimientos económicos especulativos vayan a relegar o a trabar la actividad productiva.
La discusión debe incluir las formas de apoyar el ahorro interno y la inversión interna, pero también el apoyo al mercado interno, sin el cual los primeros tendrán poco sustento y poca solidez.
Se tendrán que definir las formas de desarrollar la infraestructura del país. Lo sucedido con las carreteras concesionadas, y las dificultades que se aprecian en otras áreas, obligan a pasar de la observación de lo que no se debe hacer, a la conclusión de lo que sí se debe hacer al respecto.
Relacionado con lo anterior, es ineludible a estas alturas el problema de la corrupción. Este problema, muy presente no sólo en nuestro país sino en otros, tiene un alcance tal que si no se aborda de manera adecuada puede entorpecer seriamente cualquier programa económico.
Es muy importante para el país que se llegue a conclusiones útiles en esta discusión. Confío en que se le reconozca esa importancia.