Juan Carlos Villa Soto Ť En México, la principal vía de transmisión del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) es la sexual. El hecho de que aún no exista una cura ni una vacuna para el sida, ha propiciado que una gran cantidad de investigadores traten de identificar las variables que determinan que las personas realicen conductas de riesgo o de prevención. El doctor Rolando Díaz Loving, investigador de la Facultad de Psicología de la UNAM, dijo en entrevista que las ciencias que estudian la conducta están involucradas centralmente en la posibilidad de detener este problema. A principios de los ochenta, el área médica tenía una visión bastante sencilla del fenómeno: ``si la persona tiene conocimientos sobre las formas de transmisión del virus, sobre las conductas de riesgo, etcétera, entonces realizará conductas de prevención''. Empero, ¿los conocimientos producen cambios de conducta?
El doctor Díaz Loving comentó que cuando las campañas de conocimientos se evaluaron a fines del decenio de 1980, se encontró que a pesar de que las personas poseían mayor conocimiento seguía aumentando el número de personas infectadas. Esto nos condujo, agregó, a desarrollar modelos un poco más complejos que nos ayudaran a realizar intervenciones adecuadas. Además de los conocimientos y las prácticas, los estudios empezaron a incluir las actitudes. ``Hay personas que piensan que el sida es peor que la muerte, pero no cambian las conductas operativas necesarias para no infectarse.
Entonces, desde la psicología social empezamos a desarrollar modelos más pertinentes a la predicción de conducta'', apuntó.
El doctor Rolando Díaz Loving, Premio de la Academia Mexicana de Ciencias, comentó que uno de estos modelos se basa en la ``Teoría de la acción razonada'', que en esencia dice: si se quiere predecir una conducta, se tiene que medir la intencion de llevarla a cabo. La conducta a predecir puede ser la abstinencia, la monogamia con una persona que no esté infectada o la utilización correcta, consistente y sistemática del condón.
El doctor Díaz Loving, fundador de la Asociación Mexicana de Psicología Social, se refirió a algunos estudios orientados a predecir la conducta de utilizar el condón, tanto con la pareja regular como con la pareja ocasional. Sabemos, dijo, que cuando se trata de parejas ocasionales lo más importante es que la gente tenga una actitud positiva hacia la utilidad del condón (evitar las enfermedades de transmisión sexual). El placer es otro factor importante, aunque hay muchos mitos en torno a la pérdida de sensibilidad por el uso del condón. Con la pareja regular, lo más relevante es que la persona piense que su compañera o compañero crea que es importante que use el condón (la norma subjetiva). En este caso, lo usa si la pareja lo pide. Por otro lado, cuando la persona habla de su propia actitud refiere lo que tiene que ver con la inteligencia o la racionalidad de utilizar el condón. Si piensan que es inteligente usarlo, lo usan con la pareja regular. Esto sugiere, dijo, que debe haber programas para incrementar el uso del condón que sean específicos para cada situación: en el primer caso las campañas tendrán que ver con la utilidad y el placer; mientras que en el otro, se debe hablar de cómo pedirle a la pareja que use el condón y sobre la inteligencia y la racionalidad de utilizarlo.
Por otro lado, el experto en Psicología de la Salud señaló que las campañas dirigidas a las personas que controlan su salud (a través de ejercicio, dietas, etcétera) y que generalmente tienen conductas preventivas, deben hacer énfasis en el conocimiento: qué debe hacer la persona para controlar la salud, pues ya tiene la orientación y motivación adecuada para ello. Empero, para quienes piensan que la salud es cuestión de suerte y que, por lo tanto, no utilizan ningún medio preventivo, se deben diseñar campañas en las que se busque cambiar su forma de percibir la salud o en las que se indique que la buena suerte está vinculada a conductas de prevención. Otra variable importante es el patrón conductual anterior de las personas. Cuando se ha incurrido en conductas de riesgo es dificil que los programas de prevención tengan algún efecto: ``Si no me ha pasado nada en el pasado, lo más probable es que no me pase nada en el futuro''. Esto nos indica, agregó, que tenemos que intervenir antes de que ocurra la primera conducta de riesgo. En este sentido, es conveniente que haya programas de educación sexual desde la primaria y la secundaria. Hay grupos sociales que creen que este tipo de información podría alentar conductas que consideran indeseables, como promiscuidad o inicio más temprano de la actividad sexual. Sin embargo, afirmó que diversas investigaciones demuestran claramente lo contrario: la preparación y la información clara para el ejercicio responsable de la sexualidad conduce a un inicio sexual más tardío. En este caso, ``la persona piensa dos veces antes de realizar una actividad que puede tener consecuencias de las que va a ser responsable'', sentenció.