Octavio Rodríguez Araujo
Confluencias y definiciones

El Frente Zapatista de Liberación Nacional, contra lo que se dice en círculos gubernamentales, no es el brazo político del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Es, sí, una organización de la llamada sociedad civil con base en el EZLN y a iniciativa de éste, que no aspira al poder sino a influir en él (independientemente de quién lo detente), y que está formada por ciudadanos mexicanos que no tengan puestos gubernamentales ni de elección popular, ni militancia en partidos políticos.

El FZLN es, por lo tanto, una organización de nuevo tipo, cuya constitución formal se llevará a cabo en un congreso con la presencia de mil 111 representantes de igual número de comunidades zapatistas en Chiapas, más los que en su marcha a la ciudad de México se les hayan sumado.

A diferencia de los partidos políticos, que por definición aspiran al poder en cualquiera de sus niveles, el FZLN se ha planteado la misión de organizar a la sociedad civil (con sus diferencias sociales e ideológicas) que se identifique especialmente con la primera y la cuarta declaraciones de la Selva Lacandona y sus demandas y propuestas, en un ambiente de democracia y de libertades necesarias para la sana discusión entre sus miembros.

En estos días, a partir de mañana viernes, se traerán desde Chiapas dos demandas principales al poder, concretamente a la Presidencia de la República: que reconozca su firma en los acuerdos de San Andrés (febrero de 1996) para que éstos se traduzcan en las reformas constitucionales correspondientes (recogidas puntualmente por la propuesta de la Cocopa), y que el gobierno retire al Ejército federal de las comunidades y zonas civiles del país (y no sólo en Chiapas), puesto que con su presencia se impide la vida normal de amplios sectores de población, además de someter a las guardias blancas --que actúan con absoluta impunidad-- con base en las leyes vigentes.

El coordinador de la delegación gubernamental para el Diálogo de San Andrés, Pedro Joaquín Coldwell, ha expresado que el gobierno tiene buena voluntad para solucionar los complejos problemas de Chiapas y para continuar el diálogo. Quizá Pedro Joaquín tenga información que yo no conozco pero, según entiendo, el diálogo sólo podrá continuar si antes se ratifican los acuerdos de San Andrés y si el gobierno acepta, por lo mismo, las iniciativas de reformas jurídicas que presentó la Cocopa desde finales de 1996 y con las cuales está de acuerdo el EZLN.

Es sentimiento generalizado, y no sólo entre los zapatistas, que el gobierno federal tiene un doble lenguaje: el de las palabras y el de los hechos. Dos ejemplos: 1) El avance del Ejército y el aumento de sus efectivos en Chiapas se intentó justificar legalmente, a partir del 9 de febrero de 1995, porque supuestamente el Ejército iba a ser coadyuvante de la Procuraduría General de la República en la aprehensión de los presuntos dirigentes del EZLN. Dicha aprehensión quedó suspendida por la Ley del Diálogo, la PGR ya no está en Chiapas, pero el Ejército no sólo permanece sino que se ha mejorado su armamento y se han enviado a la región cuerpos especiales entrenados en contrainsurgencia. 2) Se dijo, tanto desde la Secretaría de Gobernación como desde la coordinación de la delegación gubernamental para el Diálogo, que los zapatistas tendrían garantías constitucionales en su marcha a la ciudad de México y que se deseaba buen éxito a la constitución del FZLN y, al mismo tiempo, se giran instrucciones para que 20 mil policías armados vigilen e identifiquen, por tierra y por aire, a los dirigentes del EZLN que vengan con la numerosa y desarmada delegación zapatista. (¿Chinameca en el DF?)

Ha llegado el momento de confluencias en que el gobierno federal deberá dar señales claras y coherentes (sin doble lenguaje) de buena voluntad en el conflicto chiapaneco. Creyendo que perdería ante el EZLN si cede en lo que es de justicia (y así ha sido reconocido), pierde en realidad ante el pueblo mexicano, como quedó demostrado el 6 de julio en las urnas electorales. El pueblo de México no acepta ya ambigüedades por parte de los gobernantes, quiere definiciones, una sola palabra y su cumplimiento. Es la hora de la verdad, diría Rocha. Veremos.