ASTILLERO Ť Julio Hernández López
Simples piezas del poder, Humberto Roque, Mariano Palacios y Socorro Díaz fueron movidos por el dedo presidencial sin cuidados ni recato, destruyendo así las expectativas de propios y extraños respecto a la posibilidad de un esfuerzo democratizador en el interior del partido tricolor, y mostrando a todos que no hay ni ánimo ni proyecto real de insertar al PRI en un proyecto integral de democratización política.
A Roque ni siquiera se le regaló una salida digna sino que, por el contrario, se le exhibió abiertamente como un mero empleado eventual que se entera en el pizarrón de avisos de la empresa de que ha sido degradado y cambiado de asignación laboral. En realidad, fue la Secretaría de Hacienda, mediante un boletín redactado mal y a las carreras, la instancia que retiró a Roque de la presidencia del PRI. Sólo después, ya enterado del memorándum laboral, el coahuilense pudo notificar a sus compañeros de partido que había sido cesado y removido a un hilarante puesto de aseguranzas.
Dedazo, línea, madruguete, cargada
Tampoco en el caso de Mariano Palacios hubo cuidado ni recato. Se lastimó de origen al queretano al parirlo como líder entre las peores prendas del priísmo que supuestamente deberá combatir ese recién nacido: el dedazo presidencial sin disfraz, la línea política impuesta, el madruguete sin reversa y la cargada institucional.
Mariano Palacios destapado por la desagradable vulgaridad senil de Leonardo Rodríguez Alcaine al salir de Los Pinos. Mariano, súbitamente apoyado por los dirigentes de los otros dos sectores. Nuevo líder del PRI impuesto por dedazo, sin verdadera contienda interna, sin contrincante al frente, sin respeto por la nueva realidad política nacional, sin aprecio siquiera por las esperanzas de todos los mexicanos de que el PRI inicie su democratización interna y se incorpore a la imparable dinámica de la transición nacional.
Ese origen viciado será el lastre que no podrá remontar Palacios Alcocer con discursos y elaboraciones teóricas. Ese origen es, también, el verdadero mensaje desde el poder: nada cambia, nada cambiará, excepto los discursos y los gestos.
Socorro Palacios y la ortodoxia
Removido Roque con métodos gerenciales de trasnacional, e instalado Palacios al más puro estilo cetemista, el dedo presidencial ahora lleva a Socorro Díaz Palacios de la dirección de Liconsa a la secretaría general del PRI.
La señora Díaz representa al priísmo tradicional, con todo y sus reminiscencias retóricas de revolución y justicia social. No es, sin embargo, un ejemplo de cambio y rebeldía, sino más bien de disciplina y asentimiento, como lo demuestra su carrera política en general y, en particular, sus diversas incursiones en la política colimense en busca de la candidatura priísta al gobierno. En este apartado destaca el intento de seis años atrás, cuando la familia presidencial dominante la hizo a un lado en el marco de una accidentada consulta a la base, y la experiencia reciente en la que factores similares la dejaron sin oportunidad.
Provenientes de entidades donde hasta hace poco el PRI aparecía como dominante claro (Querétaro y Colima), Palacios y Díaz tienen, además, un elemento de doblez que probablemente regirá su paso por la dirección priísta: la elaboración discursiva profunda y atractiva, por un lado, y la más estricta praxis ortodoxa, disciplinada y presidencialista, por el otro.
Una elección simulada
Para que el público tenga una puesta en escena satisfactoria de Lo que el viento se llevó, se ha organizado una simpática función a cargo del Consejo Político Nacional del PRI en la que se hará como que se elige a Palacios y a Díaz.
El mencionado Consejo está integrado en un 50 por ciento por los delegados que nombrará cada uno de los líderes de sector (CTM, CNC y CNOP) que con toda anticipación se han manifestado por la dupla Querétaro-Colima. Tan sólo con los votos de esos delegados sectoriales, más otro que emitiera alguien de la restante mitad, bastaría para sacar adelante la decisión presidencial, en el absolutamente improbable caso de que hubiera una verdadera contienda. La otra mitad votante proviene de los presidentes de los comités priístas estatales, los ex presidentes nacionales y otros personajes históricamente predispuestos a seguir la línea superior sin chistar.
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