La Jornada jueves 11 de septiembre de 1997

Marco Rascón
La dictadura de los Jaguares

¿Cuál es el mensaje? ¿Esta era la finalidad de los operativos sin sentido en el vacío de poder en la ciudad? ¿Autolegitimar el ajusticiamiento mediante una ``acción ejemplar'' que ha hecho sacar la cabeza fascista en la ciudad, justificando el crimen y el exterminio como política de seguridad pública? Sólo faltaban los Escuadrones de la Muerte para completar el cuadro de la narcopolítica.

La escalada de violencia generó nuevos negocios y un nuevo país: el negocio de la inseguridad para los militares y el país de las escoltas largas. El crimen de los tres jóvenes fue precedido por una campaña sin precedentes en torno a los niveles de inseguridad que señalaban que había un asalto en cada esquina, donde se detuvieron a cientos de personas en las colonias Buenos Aires, Anáhuac, Tepito, Centro, sin que se consignara por delitos graves a ninguno de los detenidos, pues la finalidad era tensar la transición en la ciudad, más que la persecución y aprehensión de delicuentes o bandas organizadas.

Los cuerpos militarizados de la ciudad son, hoy, uno de los problemas más peligrosos de la urbe, pues de consolidarse esta política que busca legitimar las ejecuciones sumarias en la calle estaremos imitando la forma como se consolidó la ``política económica de Estado'' en los países de Asia, formas que culminaron con la matanza de Yakarta, y en Chile, donde murieron más de 100 mil en el primero y 20 mil en el segundo, para que pudiera implantarse sobre sus cadáveres las nuevas formas de capitalismo bárbaro. ¿Cuánto ha significado el negocio de la inseguridad para los militares y los policías profesionales que cotidianamente convierten su poder político en poder económico, y viceversa? ¿No son ellos los más beneficiados con los climas de terror?

El ajusticiamiento de los tres jóvenes de la colonia Buenos Aires es un nuevo mensaje que ha provocado las peores reacciones de quienes han caído en el garlito de reclamar ese camino como el mejor para acabar con la delincuencia. La práctica fascistade las razzias llevadas a cabo por la policía en estos días se explica solamente en la perspectiva de conducir a más violencia; restablecer nuevas reglas con la delincuencia y poner en acción el equipo nuevo adquirido, del cual se han obtenido grandes ganancias. La cabeza de la serpiente ya se asomó el día de ayer, luego que todos vimos pasar una redada tras otra, una redada tras otra, escenas violatorias del derecho de ciudadanos castigados por vivir donde viven. El vacío exacerbó las tentaciones de Salgado y sus generales, quienes viven las fantasías del anticomunismo, representadas ahora por miles de ciudadanos pobres, marginados y violentados. Los generales sintieron que la ciudad era suya para experimentar y probar equipos, siendo eficaces las armas con las cuales ejecutaron a tres jóvenes; de seguro probaron sus torturas y se excitaron con los gritos de los bisoños, y jadeantes; se llenaron de orgullo por su acción justiciera y fueron a Tláhuac a tirar a sus víctimas en un hoyo sin importarles testigos ni consecuencias. ¿Qué es esto? ¿Toda la fuerza del Estado o los cimientos de terror para una política económica de Estado, sin obstáculos ni interrupciones?

El gobierno pretende ser el único con derecho a desestabilizar y los operativos contra barrios y colonias que hoy abren una nueva época en la ciudad tienen por objetivo mantener a la ciudad y sus habitantes como rehenes del terror.

No basta con la renuncia de Salgado; es urgente movilizar la conciencia en la ciudad para restablecer el tejido social y comunitario, pues la seguridad es algo tan serio como para dejarlo en manos de policías fascistas y militares ambiciosos. Cárdenas deberá sacudirse el cerco en su contra y el nuevo gobierno que tratan de imponer la canalla policiaca y su aliada histórica, la delincuencia. Se necesita un repudio generalizado en contra de estos designios, pues si la fuerza del Estado se pone por encima de la ley, ya no habrá nadie a quién recurrir para encontrar legalidad y justicia.

Ayer el procurador Madrazo reconoció que estaba rebasado por la delincuencia, una admisión tácita de la grave inestabilidad social y política, cuyas repercusiones podrían revertir la decisión de cambio de la ciudadanía el pasado 6 de julio. Detengamos el fujimorismo, el tatcherismo, el reaganismo, con una amplia movilización ciudadana. PD.- Concentración- mitin frente a la SSP, viernes 12 a las 15:00 horas (Glorieta del Metro Insurgentes)