Letra S, 4 de septiembre de 1997
Vivimos momentos de cambios profundos en la política social: las instituciones sociales se están transformando en instituciones financieras, las nuevas leyes del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), de los sistemas de ahorro, del Instituto de Fomento Nacional para la Vivienda de los Trabajadores (Infonavit) y varias más, se han convertido en piezas básicas en la tarea fundamental de desmantelar el estado de bienestar en términos que nos son impuestos desde el exterior, básicamente por el Fondo Monetario y por el Banco Mundial. Y todo esto obedece a la concepción neoliberal del desarrollo y de los equilibrios sociales. Me gustaría destacar aquí tres estrategias de varias que han sido cada vez más claramente identificadas:
La primera de ellas, que determina muchas de las decisiones gubernamentales, obedece al propósito de restringir la intervención del Estado hasta despojarlo de las responsabilidades que había asumido para garantizar los mínimos de bienestar. La segunda estrategia es la privatización, porque, se nos ha repetido infinidad de veces, lo público es ineficiente, mientras lo privado, per se, es eficiente. La tercera, consiste en el permanente debilitamiento de las estructuras sindicales, ya que los elementos que pueden oponerse estructuralmente a esta construcción neoliberal están en las grandes empresas e instituciones nacionales y en los grandes sindicatos, y los sindicatos están siendo permanentemente debilitados en este proceso de disminución de los derechos de los trabajadores y de los niveles de salario.
Origen y evolución de la seguridad social
El IMSS es la institución con más tiempo en nuestro país, nace en 1943 con la finalidad de garantizar el derecho humano a la salud, la plena asistencia médica, la protección de los medios de subsistencia y los servicios sociales necesarios para el bienestar individual y colectivo.
Esta institución, que hoy protege a 40 millones de personas, crece de manera gradual. Inicialmente sólo cubre a los trabajadores sujetos a una relación formal de trabajo, pero pronto esta cobertura es insuficiente y se expande a los sectores agrícolas con alta capacidad contributiva, a los cortadores de caña de azúcar, los mineros, los electricistas y los ferrocarrileros. Se establece entonces como tarea permanente, ininterrumpida, el incorporar a estos grupos dentro de este esfuerzo de cobertura universal.
A medida que avanzan las incorporaciones, se establece una prima del 9 por ciento sobre el valor de los salarios, que se mantiene constante hasta 1989. Durante todo el periodo del llamado desarrollo estabilizador, se construye el sistema de medicina social más grande del continente americano. Pero desde esa época había una serie de restricciones impuestas sobre la plena eficacia de la seguridad social. Todos los efectos de la inflación y de la pérdida del valor real de los salarios se daban para beneficio y protección de los grupos empresariales; pero no obstante esto, fue factible durante toda esta época construir un sistema de atención médica que permitía cubrir al universo que tenía responsabilidad de proteger. Esta concepción de modelo de atención estaba basado en tres ejes rectores: la eficiencia de los servicios, determinada por la capacidad resolutiva de la unidad; la oportunidad, determinada por la cercanía entre el lugar donde se realizaba el riesgo y el lugar donde podía ser atendido el paciente; un sistema nacional de referencias y contrarreferencias que hasta 1980 estuvo concentrado en un Centro Médico Nacional y que a partir de 1985, debido al terremoto, se reestructuró, de manera afortunada, con la disminución de ese Centro Médico y el nacimiento de diez centros médicos más. Es un gran sistema nacional integrado que tiene tres niveles básicos de atención y está diseñado para la plena cobertura de la población.
A partir de la década de los ochenta, se dan dos fenómenos muy severos que afectan estructuralmente la seguridad social: la caída del valor real de los salarios y los salarios son el elemento determinante del dinero que se entrega a la seguridad social para que pueda cumplir con sus tareas, hasta una tercera parte del que estaba vigente 12 o 15 años atrás. Por lo tanto, el volumen de recursos que la sociedad asigna ahora a la seguridad social es sólo una tercera parte de lo que se asignaba históricamente; el segundo es que no hemos sido capaces, de acuerdo con los nuevos modelos de desarrollo, de generar el suficiente número de empleos. De cifras que se estimaban en un millón de empleos remunerados anuales, y por lo tanto un millón más de asegurados anuales, que deberían de haber sido 12 millones en los últimos 12 años, escasamente se han generado 2.5 millones. Esto es fundamental para la seguridad social porque el crecimiento determina la eficiencia global del sistema: en la medida que se atiende a mayores poblaciones, la posibilidad de ubicar las clínicas o los hospitales en los lugares cercanos a los domicilios de los asegurados se amplía de manera importante, y mientras mayor es la población a servir, más se amplía la capacidad resolutiva de las unidades con la presencia de especialistas, servicios sofisticados, etcétera. Pero también es fundamental por una razón que olvidamos con frecuencia, en la medida que crece la población, se da una distribución mucho más racional de los riesgos. El hecho de servir a una población de 40 millones brinda un beneficio inmenso, porque la incidencia, frecuencia y gravedad de los padecimientos se distribuyen entre un gran universo de 40 millones y se logra una gran estabilidad en el sistema. Y por el contrario, en la medida en que se reduce el tamaño de un sistema, o pierde su capacidad de crecimiento, se origina una indeseable concentración de los riesgos.
Crisis institucional y estrategia neoliberal
Al inicio de la actual administración, se elabora un diagnóstico de la situación institucional y en ese diagnóstico se llega a la conclusión de que el valor de la prima, es decir la cantidad de dinero que se le entrega al seguro de enfermedades generales y maternidad, es insuficiente para poder cumplir con su responsabilidad de proporcionar servicios eficientes y oportunos. En medio de este diagnóstico ocurre el llamado error de diciembre y, derivado de ese error, se producen una serie de fenómenos adicionales profundamente indeseables para la eficacia de la medicina social: la caída del número de asegurados, que llegó a ser hasta de un millón, y que dejó de contribuir; segundo, un fenómeno de inflación por encima del valor de los salarios, es decir, la inflación estaba muy por encima del valor de las cuotas; tercero, una demanda adicional de servicios, porque la crisis golpeó a todos los habitantes y en esta medida al disminuir su capacidad adquisitiva tuvieron que recurrir con mayor frecuencia a la medicina social. Además, con el esfuerzo de los empresarios para hacerle frente a la crisis y ajustar sus plantillas de trabajadores, se aceleró el proceso de jubilaciones, y, de está manera, aumentó la presión sobre las finanzas del Instituto, que se vio afectado por la pérdida de liquidez general del mercado. Y no obstante todo este conjunto de abrumadores fenómenos, no se toma ninguna medida para poder contar con los recursos necesarios. En contraste con la celeridad con la que se atendió el problema carretero o el problema bancario, en el caso de la seguridad social, el ajuste se dio contra la calidad, contra la eficiencia y contra la oportunidad de los servicios.
La insuficiencia de las instalaciones de los servicios médicos es un problema estructural, que se puede agravar o aliviar según la capacidad administrativa. Pero la base de los problemas de desatenciones y desabastecimientos no es un problema administrativo, sino de insuficiencia de recursos asignados a la institución. Problema que se verá agudizado en el futuro.
En la nueva Ley del IMSS, el gobierno de la república aumenta en 7 u 8 veces, de manera inexplicable, la contribución para el seguro de enfermedades generales y de maternidad. Esta contribución, en lugar de destinarse a resolver la problemática de la seguridad social para darle suficiente capacidad de respuesta y de inversión, será para liberar al sector empresarial del 33% del valor de sus contribuciones, y en unas condiciones que resultan absolutamente inexplicables, porque para el sector empresarial esta contribución no es trascendental.
En el proceso de desmantelamiento del sistema de seguridad social, de disminución de la cobertura de servicios médicos, el escenario que podemos prever es que los grupos de trabajadores con alta capacidad de contribución y, por tanto, con capacidad de gestión política y de presión sobre las instituciones van a exigir que se les reintegren sus cuotas para regresar a la fórmula de cobertura de sus servicios. 25 por ciento de asegurados, 10 millones de contribuyentes, se llevarán sus cuotas, pero éstas representan la mitad de las que recibe la institución, y entonces dentro de un modelo ya erosionado, ya sin capacidad de respuesta, se estará atendiendo al 75 por ciento de la población en peores condiciones, llegando al tipo de modelos de atención, en donde se ofrecerán solamente paquetes básicos de salud.
Es muy importante que tengamos clara conciencia de lo que está ocurriendo con el desmantelamiento de las instituciones por vía de la insuficiencia de cuotas, no sólo del IMSS, sino del ISSSTE y otras instituciones de política social.
Lo que tenemos que hacer es plantear la necesidad de destinarle suficientes recursos a la salud de los mexicanos. Tenemos la capacidad de lograr la eficiencia de los servicios. Creo que entre las tareas futuras están las de exigir los suficientes recursos para la plena cobertura de la seguridad social y lograr la integración funcional de las instituciones para evitar duplicidades y dispendios.
Ponencia presentada en el evento de aniversario de este suplemento, el pasado 21 de agosto.
Las recientes declaraciones de un alto jerarca eclesiástico, el arzobispo Norberto Rivera Carrera, a propósito de la supuesta inseguridad del condón, y su descabellada sugerencia de incluir la leyenda ``nocivo para la salud'' en cada preservativo, representan no sólo un intento de desinformación con propósitos moralistas, sino una etapa más en la creciente campaña de hostigamiento que los grupos conservadores enderezan contra las políticas de planificación familiar y prevención de enfermedades sexualmente transmisibles. A la satanización del condón se añade hoy el recurso al dato pretendidamente científico (porosidad y fragilidad del látex) para marcar los márgenes de inseguridad del preservativo. Una evidencia es irrebatible: el condón contribuye poderosamente a reducir los riesgos de infección por VIH, en la inteligencia de que resulta imposible garantizar porcentajes absolutos de protección efectiva, ni siquiera en materia de fidelidad y abstinencia. La mejor protección contra el sida sigue siendo la información científica y confiable. Por ello, nos causa profunda extrañeza la falta de toda mención del sida en el último Informe presidencial, donde incluso se mencionó como logro gubernamental la ausencia del sarampión. Entendemos que el Informe no es el sitio para todos los problemas, pero si la Secretaría de Salud lo considera el problema número uno, ¿cómo se explica la eliminación del tema? ¿para no remitir el Informe al debate sobre el condón o porque de esas enfermedades no se habla en público? ¿Cuál es el poder diabólico de la palabra sida que la vuelve impronunciable en los labios de altos burócratas? Son ya decenas de miles los mexicanos que han muerto por causa del sida. Esos mexicanos merecen por lo menos la mención del nombre del mal que cortó vidas productivas en su juventud o madurez.
``En una sociedad como la mexicana es necesario lanzar la advertencia:
Si sigues siendo promiscuo te vas a morir'.
``No es costumbre,
no está dentro de la idiosincrasia de los mexicanos el uso del
condón.''
Jorge Palencia, secretario Pastoral de la Salud de la
curia mexicana. La Jornada, 15 de agosto.
``Los laboratorios que los producen (los condones) se llenan los
bolsillos de dinero a costa de la inmoralidad de la población a la que
alientan de esta manera al libertinaje.
``Usa lo que Dios te dio no
para el abuso, sino para una misión sagrada que es transmitir la
vida.''
Juan Sandoval Iñiguez, cardenal de Guadalajara. La
Jornada, 15 de agosto.
``Qué bueno que en nuestro país las autoridades obliguen a que el
alcohol tenga la leyenda Este producto es nocivo para la salud',
pero que lástima que una leyenda semejante no se ponga en los
preservativos que el mismo gobierno promueve.''
Norberto Rivera
Carrera, arzobispo primado de México. La Jornada, 25 de
agosto.
``Hacemos igualmente un llamado a las autoridades civiles a reconocer y
respetar los derechos de los padres de familia en este campo y a
resistir cualquier presión de quienes buscan corromper a nuestros
niños con sus programas antinatalistas de educación sexual'. Son
estos grupos e instituciones los que están imponiendo a las familias y
a la sociedad un proyecto destructivo, corrupto y antisocial que un
gobierno responsable no puede ni debe aceptar.''
Pontificio
Consejo para la Familia. La Jornada, 27 de agosto.
``Con estas campañas se quiere promover el preservativo y se cambie la
cultura de los mexicanos para que los niños y adolescentes se
acostumbren a ver estas medidas de anticoncepción para que al iniciar
la actividad sexual les sea natural. Así, las campañas del Conasida
responden a intereses trasnacionales.''
Justo Mullor García,
nuncio apostólico. La Jornada, 27 de agosto.
``A pesar del uso del condón es probable el contagio del sida. En caso
de que la Secretaría de Salud no atienda la petición que le hará la
unión de agregar las dos leyendas a los condones, entonces ya no
aplaudiremos su esfuerzo y tendremos que agregar el calificativo
`criminal' a la campaña de la Ssa para la prevención del
sida.''
Norberto Rivera Carrera, arzobispo primado de
México. La Jornada, 29 de agosto.
(Los medios de comunicación) ``incitan a la promiscuidad y atentan
contra los valores de la familia cristiana al promover el uso del
condón''.
Diócesis de León, Gto. La Jornada, 30 de
agosto.
``Una invitación al uso indiscriminado del sexo prostituye y degrada el
corazón del hombre, haciendo que se vanalice (sic) y se deshumanice lo
más hermoso de ese don de Dios.''
Documento de la segunda
Asamblea Diocesana de Pastoral. La Jornada, 30 de
agosto.
``Las campañas de la Ssa son nocivas, pues favorecen la promiscuidad
sexual y van en contra de la salud social.''
Arquidiócesis de
México en Nuevo Criterio. La Jornada, 30 de agosto.