Letra S, 4 de septiembre de 1997
Al hablar de sexualidad, los estudiosos olvidan mencionar a las personas con discapacidad. Sin embargo, sobra decir que nosotros somos individuos con derecho a ejercerla plenamente, sólo que, en nuestro caso, diversas situaciones fuera de lo común dificultan el ejercicio de ese derecho. El exceso de contacto físico que se da para realizar las actividades de la vida cotidiana (tener que ser cargado, bañado, vestido, etcétera), por ejemplo, trae como consecuencia una dificultad importante para establecer límites personales.
Esta dificultad en el establecimiento de límites personales se vincula con aspectos de la vida psíquica del individuo, es decir, se establece una serie de círculos viciosos difíciles de romper. Si las manos funcionales de un discapacitado son las proporcionadas por otra persona ¿cómo podríamos imaginar un momento de masturbación? Es por eso que la sexualidad de las personas con discapacidad se puede considerar un aspecto familiar, ya que debido a las ayudas adicionales es necesario verbalizar diversas necesidades o preferencias que, en ausencia de discapacidad, no se dirían tan claramente; si se tienen que decir, cuesta trabajo hacerlo, y si se logra, generan culpas por los prejuicios sociales existentes.
Entramos en un círculo vicioso que se abre al no pedir ayuda u orientación a una persona sin discapacidad y que se cierra con la sensación de falta de alternativas de acción e incluso con el convencimiento de que cierto tipo de conductas ``no corresponden a una persona con discapacidad''.
Desde el punto de vista práctico, otra de las dificultades que se presentan en el ejercicio de la sexualidad de una persona discapacitada, es la necesidad de renunciar en ciertas ocasiones a la espontaneidad. Si al desconectar una sonda, tomar relajantes musculares, o quitar un pañal; una relación coital, antes de llevarse a cabo, debe ser bien planeada.
La sexualidad en general, no se limita a la relación carnal, va más allá. Tomando en cuenta la división de los roles sexuales, la virilidad o femineidad de una persona es la concepción que ésta tiene de así misma en el mundo. Esta concepción se forma desde la infancia, echando mano de varios elementos: la forma como somos tratados según nuestro sexo, las expectativas sociales para cada uno de los sexos, la imagen de tu propio cuerpo. En este último aspecto, las personas con discapacidad sufren una distorsión, ya que algunas partes de su cuerpo pueden no estar registradas por el consciente de esas personas, o ser parte de un elemento traumático. En estas circunstancias se dan elementos compensatorios de manera natural, pero en el aspecto sexual tienen que ser aprendidos, ya que generan también dificultades emocionales que influyen de manera determinante en la estructura de su personalidad.
Este aprendizaje, responsabilidad de las propias personas con discapacidad, les permitirá asumir su propia sexualidad, así como ejercerla y disfrutarla de manera autónoma y sana, en la medida de sus posibilidades.
Este aprendizaje debe tomar en cuenta los siguientes aspectos:
1. Nuestra sexualidad ha sido concebida y tratada tan solo desde el punto de vista médico y jamás como un hecho social y sexual.
2. Los medios de comunicación generan estereotipos de belleza, salud y vigor que no alcanzan a contemplar la situación particular de las personas con alguna discapacidad.
3. Algunos de los aspectos sociales podrían minimizar las dificultades sexuales que enfrentan las personas con discapacidad. ``Que la gente se acostumbre a concebirte como ente sexual.''
4. La sexualidad en el aspecto de la discapacidad radica en el grado de afección emocional, intelectual, social y físico de la persona.
5. La información y orientación sobre sexualidad debe ser impartida a las personas con discapacidad para que éstas cuenten con más elementos de decisión que les permitan ejercerla de manera sana emocional y físicamente.
6. Las personas con discapacidad tienen el derecho al ejercicio pleno de su sexualidad.
Pasante de psicología de la Universidad Iberoamericana.
Tal como se esperaba surgieron las reacciones en contra de la tercera fase de la campaña de prevención del VIH/sida de la Secretaría de Salud (Ssa), que promueve el uso del condón para prevenir la transmisión del VIH. En realidad no ha habido sorpresas, sabíamos que aflorarían los discursos sin sustento científico de organismos que dicen defender la vida y la moral pública, aunque ello sea eludiendo una realidad que ya nos rebasa y que se expresa en miles de enfermos y millones de personas que ejercen su sexualidad sin protección.
Sin menosprecio de nadie, la situación más grave es por supuesto la de los jóvenes, quienes, según ha dicho la propia Ssa, inician su vida sexual a los 16 años de edad en promedio sin haber tenido previamente una educación sexual seria y responsable que les inculque el respeto por el cuidado y la salud de sus cuerpos. Es absurdo pensar que un joven se va a abstener de tener nuevas experiencias, de sentir y gozar sólo porque alguien dice que no debe hacerlo.
Obviamente ocurre algo similar con la fidelidad. Sin duda es lo ideal y es una opción, pero, ¿cómo explica Pro Vida que ahora otro grupo vulnerable de contraer el VIH sean precisamente las mujeres casadas?, ¿cómo justifica que ahora de cada seis hombres infectados haya una mujer?
Es algo que simplemente no tiene lógica, sobre todo luego de que grupos de religiosas voluntarias que trabajan con enfermos de sida en Neza reconocen aunque no tan abiertamente el grave riesgo en que se encuentran las mujeres porque sus maridos tienen otras parejas, sin saber con exactitud si son hombres o mujeres, o los dos.
Las mismas religiosas comentan que el condón es la única forma de protección. Lo malo, dicen, es que a pesar de saberlo, la gente no lo usa porque no tiene una educación sexual de respeto y cuidado de sus cuerpos. Ellas que lo ven todos los días, saben de lo que hablan, al contrario de Pro Vida o los jerarcas de la Iglesia Católica, que insisten en menospreciar a los que no piensan ni sienten como ellos.
En un ambiente de respeto y pluralidad, deben esponerse todos los argumentos (si es la fidelidad, la abstinencia o el condón, lo mejor), pero con bases científicas, para que sean los propios individuos los que decidan.
Ya se ha mencionado, por otra parte, la efectividad del condón para prevenir la transmisión del VIH/sida. Los estudios científicos han demostrado que su uso adecuado y constante protege al usuario hasta en un 95 por ciento.
El argumento de los grupos conservadores y eclesiásticos de que aunque se use condón persiste el riesgo de infección, envía un sólo mensaje a hombres y mujeres: ``si de todos modos no protege para qué lo uso''. Lo seguro es que este tipo de argumentos no consiguen su objetivo moralista: persuadir a las personas de abstenerse del sexo. Por el contrario, favorecen de manera irresponsable las relaciones sexuales desprotegidas y riesgosas, y, ojalá no fuera así, pero muy probablemente después estaremos lamentando otro enfermo y tal vez otra muerte.
Periodista.
``La epidemia de sida ha brindado una nueva vida a la sexología. A un costo terrible, esta tremenda tragedia ha forzado a gobiernos y fundaciones a apoyar la investigación sobre sexualidad y la educación sobre la prevención del sida, aunque todavía falta incluir educación sobre sexualidad.
``Desgraciadamente muchas de las investigaciones sobre (la epidemia de) VIH no han sido hechas por sexólogos, por lo que los investigadores no han entendido muy bien la conducta sexual y esto ha obstaculizado nuestros esfuerzos para entender cómo contener la epidemia, cómo prevenir que se siga expandiendo. Cuando aplicamos los principios sexológicos y la sexología como un campo interdisciplinario, obtenemos una mejor comprensión de cómo tratar la epidemia de sida. Necesitamos que más sexólogos dediquen su tiempo y energía a esta cuestión.
``De hecho, tanto los académicos como las instituciones que estudian la conducta sexual han tardado en responder a la crisis del sida, por eso la sexología no ha tenido mucha influencia en cuanto a la investigación del VIH y del sida. Creo que los sexólogos estaban tan ocupados con la liberación de la sexualidad, empujados por la revolución sexual, que para ellos ponerle límites a la sexualidad o a la conducta sexual fue un gran cambio. Digamos que el sida estaba echando a perder la fiesta y ellos no querían parar la fiesta. Por eso tardaron en responder a la crisis. Al principio esto fue muy importante.
``Ahora bien esto ha cambiado claramente y para mucha de la gente que trabaja en sexología es imposible no abordar la cuestión del sida, y cualquier resistencia que hayan tenido ya pasó, aunque lo que sí está creando resistencia ahora es ver por qué la gente está reincidiendo en prácticas sexuales de riesgo. Todavía se titubea para disculpar cualquier conducta sexual y en mi opinión, en la actualidad, cualquiera que se engancha en prácticas de riesgo está siendo llevado por un problema o desorden psicológico. Yo creo que hay un reflujo de estos individuos que están teniendo estos problemas y parece que ningún aspecto de la prevención del sida se está enfocando a este fenómeno y sabemos que hay gente que está reincidiendo crónicamente en prácticas de riesgo y que se está diseminando el virus y se siguen haciendo campañas enfocadas a la prevención pública masiva. No se están enfocando a los vectores o grupos en los que está ocurriendo la transmisión. Así por ejemplo, hay gente que tiene problemas con dependencias químicas, abuso de sustancias, gente con depresión crónica cuya conducta y prácticas sexuales están en función de un desorden obsesivo compulsivo y yo pienso que es importante que abordemos estas cuestiones. Hay gente que necesita algo más que educación. Algunos de ellos necesitan una psicoterapia intensiva.
``Para controlar esta epidemia requerimos acción política en varios niveles. Los científicos necesitan ser más activos políticamente para presentar la información científica que contrarreste las actitudes moralistas que parecen dominar nuestras decisiones acerca de la legislación o las actividades de promoción de la salud, pero también se requiere de acción política desde las bases como la que hace Act Up en los Estados Unidos. Pienso que esto es necesario para el cambio y ciertamente soy un creyente en la acción política no violenta, pero también creo que a veces se necesita una acción política vocal muy fuerte y agresiva. Ha sido muy efectivo que la gente con sida o afectada por el sida esté dispuesta a salir y volverse políticamente activa y a cambiar la situación. Creo que han sido muy efectivos para lograr que la FDA (Food and Drug Administration) apruebe rápidamente nuevas drogas y haya acceso y distribución gratuita del medicamento para los pobres. Necesitamos de esta clase de activismo social.''
El derecho al placer
``Por otra parte, los sexólogos siguen trabajando con las disfunciones, pero no están abordando la cuestión del placer. Esa fue una de las razones por las que me decidí a hablar acerca de la promoción de la salud sexual y es que hay muchos sexólogos que siguen siendo un tanto erotofóbicos y antisexuales, y aunque es necesario resolver los problemas sexuales, también necesitamos promover la salud sexual con un componente fundamental que es el placer. Esto es muy importante.
``Durante el encuentro en Valencia de la Asociación Mundial para la Sexología (WAS, por su sigla en inglés) todo mundo estaba muy contento y excitado por la Declaración de los Derechos Sexuales. Fue un punto de partida histórico para la WAS el tomar partido en algunos de estos asuntos delicados políticamente. A veces como científicos nos gusta quedarnos en nuestras torres de marfil sin involucrarnos en cuestiones políticas, pero yo creo que necesitamos volvernos más activos políticamente y a mí me encantó que pudiéramos hacer una Declaración como esa y vamos a seguir afinándola. Por cierto que no hubiéramos llegado a las conclusiones de la Declaración de Derechos Sexuales de Valencia tan fácilmente si no hubiera sido por la ayuda de la Declaración de Principios de la Federación Mexicana de Educación Sexual y Sexología, A.C. (Femess). Esto nos dio un excelente modelo para trabajar. Esther Corona y los otros miembros de Femess que trabajaron en ese documento nos facilitaron mucho nuestra tarea en Valencia. Si ustedes observan ambos documentos encontrarán que son muy similares y la comunidad sexológica está muy agradecida por este esfuerzo pionero hecho en México.
``Estos derechos sexuales deben diseminarse alrededor del mundo y tienen que legislarse, formar parte de nuestras leyes. Hay que reconocer que los derechos sexuales forman parte de los derechos humanos básicos. Nosotros como Asociación Mundial para la Sexología no vamos a seguir tolerando las violaciones a los derechos sexuales en ninguna parte del mundo y alzaremos nuestras voces y haremos todo lo posible para cambiar esas situaciones. Estos derechos sexuales están basados en la ciencia y en lo que sabemos sobre la conducta sexual humana, de modo que cualquier sociedad ilustrada necesita poner atención a lo que sabemos desde un punto de vista objetivo. Actualmente en muchas religiones conservadoras se pueden ver enormes debates acerca de la homosexualidad y tienen que darse cuenta de la evidencia científica, por ejemplo de que ésta es una variante normal de la conducta sexual humana que no está asociada a ninguna patología y que estos individuos tienen la capacidad de amar y tener toda clase de valores como los demás y que pueden llevar vidas virtuosas y productivas. Por lo tanto, con esta información científica nueva, ellos tienen que revisar algunas de sus cuestiones teológicas y reconocer que las cosas están cambiando.''
Comunicólogo.
1. Derecho a la libertad, que excluye todas las formas de coerción, explotación y abusos sexuales en cualquier momento de la vida y en toda condición. La lucha contra la violencia constituye una prioridad.
2. Derecho a la autonomía, integridad y seguridad corporal. Este derecho abarca el control y disfrute del propio cuerpo, libre de torturas, mutilaciones y violencias de toda índole.
3. Derecho a la igualdad y la equidad sexual. Se refiere a estar libre de todas las formas de discriminación. Implica respeto a la multiplicidad y diversidad de las formas de expresión de la sexualidad humana, sea cual fuere el sexo, género, edad, etnia, clase social, religión y orientación sexual a la que pertenece.
4. Derecho a la salud sexual. Incluyendo la disponibilidad de recursos suficientes para el desarrollo de la investigación y conocimientos necesarios para su promoción. El sida y las enfermedades de transmisión sexual (ETS) requieren de aún más recursos para su diagnóstico, investigación y tratamiento.
5. Derecho a la información amplia, objetiva y verídica sobre la sexualidad humana que permita tomar decisiones respecto a la propia vida sexual.
6. Derecho a una educación sexual integral desde el nacimiento y a lo largo de toda la vida. En este proceso deben intervenir todas las instituciones sociales.
7. Derecho a la libre asociación. Significa la posibilidad de contraer o no matrimonio, de disolver dicha unión y de establecer otras formas de convivencia sexual.
8. Derecho a la decisión reproductiva libre y responsable. Tener o no hijos, el espaciamiento de los nacimientos y el acceso a las formas de regular la fecundidad. El niño y la niña tienen derecho a ser deseados y queridos.
9. Derecho a la vida privada que implica la capacidad de tomar decisiones autónomas con respecto a la propia vida sexual dentro de un contexto de ética personal y social. El ejercicio consciente racional y satisfactorio de la sexualidad es inviolable e insustituible.
La sexualidad humana constituye el origen del vínculo más profundo entre los seres humanos y de su realización efectiva depende el bienestar de las personas, las parejas, la familia y la sociedad. Es por tanto su patrimonio más importante y su respeto debe ser promovido por todos los medios posibles.
La salud sexual es un derecho humano básico y fundamental.
29 de junio de 1997
XIII Congreso Mundial de Sexología, Valencia, España