Una parte de México sí entró en el primer mundo, eso hay que reconocérselo al ex presidente Salinas. Negarlo sería tanto como rechazar la evidencia de que él mismo reside en Dublín y que sus ahorros se hallan invertidos en diversos y prestigiosos bancos y giros de Europa y Estados Unidos.
Al igual que el ex presidente Salinas, otros diligentes mexicanos repudiaron el tercermundismo, vicio al que se aferra la gran mayoría de sus compatriotas. Quizá hubieran podido optar por el mundo intermedio entre el primero y el tercero, pero no hallaron quién pudiera decirles dónde estaba. No preguntaron por las islas Caimán, que es un sustituto aceptable; sin embargo, algunos supieron de ellas por ciertos hombres de las finanzas que los invitaron a multiplicar su dinero en off shores.
Las off shores son empresas financieras que por hallarse en territorios libres de impuestos (normalmente islas de todos los tamaños) resultan altamente redituables. Tienen el atractivo adicional de que el régimen de los lugares donde se encuentran pone a cubierto los capitales así invertidos, mediante una maraña burocrática y de disposiciones legales, de la odiosa jauría fiscal que existe en los países tradicionales.
Un escándalo reciente hizo que los mexicanos enterados de las noticias --por lo menos ellos-- se pusieran al tanto de lo que son las off shores. Parece ser que el presidente del grupo Abaco-Confía y algunos allegados hicieron un mal negocio con los dólares que varios ahorradores pusieron en sus manos para invertirlos off shore, motivo por el cual éstos los acusaron de fraude. Afortunadamente, después de varios días (no que a los acusadores se les presionara ni mucho menos) el financiero acusado desmintió la especie vertida en su contra. Con ello confirmó, una vez más, que el delito tiene una cotización social: lo que para un individuo carente de banco propio es fraude, para quien sí lo tiene es simplemente un mal negocio.
A los ahorradores que actuaron precipitadamente por no saber resignarse a perder su dinero, les fue mal. Quizá algunos se sientan peor por su deficiente dominio del inglés (no faltará uno que diga off shorts en vez de off shores). Pero hay otros ahorradores que no toman tan a pecho las cosas.
Ante el supuesto fraude, el actual gobernador de Nuevo León señaló, al tiempo de remarcar su amistad con el presidente del grupo Abaco-Confía, que las inversiones en off shores implican riesgo y de esta manera había que asumirlas. Por su parte, el gobernador electo de ese estado, primo y socio del gobernador en funciones, y socio y también amigo del hombre clave del grupo Abaco-Confía, opinó en el mismo tenor poniendo de ejemplo el suyo como uno de los casos en que se pierde. Claro, como él mismo dijo, sólo perdió 50 millones. Tal vez por razones igualmente nimias no incluyó como parte de su patrimonio, al dar a conocer durante su reciente campaña el monto de su fortuna personal, lo que representa la empresa Dolliver: una off shore sita en la isla Gran Caimán.
El escándalo implicó a algún dirigente panista más, pero se espera que la sólida posición de su partido frente a las corruptelas del PRI sea un argumento a su favor.
Aparte las olas periodísticas, que pronto fueron absorbidas por el gran oleaje en torno al Informe presidencial y al accidente en que perdió la vida Lady Di, los negocios off shore del grupo Abaco-Confía pueden ser de gran utilidad para los mexicanos que no pudieron llegar al primer mundo y repudian al tercero. En primer lugar, porque entrarán en familiaridad con el término off shore. En segundo, porque podrán enseñar a sus hijos lo que sus padres no les enseñaron a ellos: la situación geográfica, las oportunidades financieras y fiscales, y hasta la leyenda premonitoria de las islas Caimán (¿no se dice que la isla Gran Caimán inspiró a Robert Louis Stevenson su Isla del tesoro, y que el bucanero Francis Drake les puso el nombre por haber descubierto en ellas a unos animales parecidos a lagartijas gigantes?). En tercer lugar, porque podrán dar a su ahorro un sentido menos mediocre que el de invertirlo en el país. Y en cuarto lugar porque aprenderán, primero que nada, a ahorrar. Los que tengan dos salarios mínimos, ahorrarán uno; los que tengan cuatro, ahorrarán dos. Etcétera.
Lo importante de las off shore es, sobre todo, que permiten ver más allá del limitado horizonte nacional. Agradezcamos, pues, el escándalo que nos las ha descubierto.