De lo perdido, lo que aparezca
ROBERTO GONZALEZ AMADOR
Cuando apenas habían transcurrido 15 meses desde el estallamiento de la crisis, funcionarios y economistas del gobierno no disimulaban su optimismo. En menos de año y medio la economía del país comenzaba a registrar tasas positivas de crecimiento, después de haber sufrido la peor caída en seis décadas. El programa de ajuste aplicado para hacer frente a la devaluación del peso de finales de 1994, seguida de una fuerte salida de capitales del país, comenzaba a rendir frutos.
Todo marchaba sobre ruedas. Dos años y medio después de que fue decretado un periodo de ``emergencia económica, la economía mexicana crece a una tasa anual de 7 por ciento, después de que entre abril y junio de 1995 sufrió un desplome de 9.2 por ciento''. No obstante, los efectos del colapso y de la medicina empleada para restañar las heridas causadas por la crisis tardarán varios años en ser olvidados por los mexicanos que padecieron el desengaño del ficticio ingreso al Primer Mundo.
Medido en pesos y centavos, el valor del producto interno bruto (PIB) al cierre del segundo semestre de este año supera en 5 por ciento al observado en diciembre de 1994, después de que en el segundo trimestre de 1997 la economía tuvo un crecimiento de 8.8 por ciento, una tasa mayor incluso a la que preveían los más optimistas.
Sin embargo, economistas independientes señalan que los buenos signos económicos --inflación a la baja, tasas de interés y tipo de cambio estables, así como un ligero repunte de las ventas internas-- sólo muestran parte de la historia.
``Deberán pasar por lo menos cinco años, o más, antes de que el consumo privado regrese a los niveles que tenía en 1994 y que el poder de compra de la población muestre signos de que se ha recuperado'', comenta la correduría estadunidense Merril Lynch en un estudio realizado en agosto pasado.
El capítulo irresuelto de la crisis está en los bolsillos vacíos de los trabajadores, como se reconoce en los propios informes oficiales.
De acuerdo con el Banco de México, entre 1994 y 1996 las remuneraciones reales en el sector manufacturero, una actividad que aporta la cuarta parte del PIB, tuvieron un deterioro en términos reales de 25 por ciento. Pero, además, en la fase más aguda de la crisis el costo de la recuperación fue pagado casi completamente por los trabajadores.
El Banco de México señala en su informe anual 1996 que mientras las remuneraciones reales cayeron 25 por ciento, la productividad por trabajador en el sector manufacturero aumentó, también entre 1994 y 1996, 15 por ciento.
Además de las cifras relativas al salario y la productividad en la industria, el banco central establece que las remuneraciones totales --que incluyen salarios, sueldos y prestaciones-- muestran un acelerado deterioro desde 1994, que no ha sido compensado con el repunte en la actividad económica.
Las remuneraciones totales, medidas entre diciembre de 1994 y marzo de 1997, continúan resintiendo una caída de 25 por ciento en términos reales, según la medición del propio Banco de México.
``El favorable comportamiento de la productividad, aunado al hecho de que (en 1996) las remuneraciones medias reales descendieron, no sólo contribuyeron a la recuperación del empleo, sino que además propiciaron una reducción importante de los costos unitarios reales de la mano de obra'', dice el banco central.
A mediados de agosto, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público dio a conocer que en el segundo trimestre de 1997 el producto interno bruto tuvo una tasa de crecimiento de 8.8 por ciento. Con este resultado, la economía registró, entre enero y junio pasados, un avance de 7 por ciento.
``México sobrepasó la recesión'', calificó el hecho Merril Lynch después de que fue dado a conocer el resultado económico del segundo trimestre del año.
El calificativo quizá no fue exagerado, si sólo se tomaba en cuenta la evolución del PIB.
A partir de enero de 1995, el país entró a una etapa de depresión económica, que se prolongó hasta el primer trimestre de 1996.
Durante los 15 meses en que la actividad productiva registró tasas negativas de crecimiento, un millón y medio de mexicanos perdieron su empleo; cerraron 800 mil industrias; los niveles de bienestar retrocedieron una década y los grandes corporativos financieros experimentaron una reconfiguración en la tenencia del capital, del cual casi una quinta parte ha ido a parar a manos de inversionistas extranjeros.
``La evolución reciente del ingreso y el gasto en México demuestra que en los periodos de crisis y de elevada inflación, los más perjudicados son los sectores de población con menor ingreso'', señaló en un estudio el Grupo de Economistas y Asociados.
Los indicadores oficiales muestran que, así como el consumo y la recuperación de las percepciones reales, el bajo nivel de ocupación formal se mantiene como asignatura pendiente dentro del proceso de recuperación económica.
Hasta junio de este año, los trabajadores afiliados al Instituto Mexicano del Seguro Social sumaron 9 millones 598 mil, una cantidad superior en 729 mil puestos laborales a la registrada en diciembre de 1994. Pero en ese periodo, la población económicamente activa creció en 3 millones 250 mil mexicanos.
La tasa de desempleo abierto reportada por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática fue, en el segundo trimestre de este año. de 4.1 por ciento de la población económicamente activa, un nivel todavía superior al 3.7 por ciento registrado en diciembre de 1994.
Es decir, de lo perdido lo que aparezcaÉ pero aún falta mucho por aparecer.