La Jornada 19 de septiembre de 1997

``El gobierno dice que hay paz porque no hay guerra, pero seguimos olvidados'', señalan los jefes de la marcha zapatista

Blanche Petrich y Arturo Cano /II y última Ť Dos mujeres y cinco hombres apretujan su cansancio en un pequeño cuarto: ``De tanto y tanto decir, el gobierno dice que hay paz, porque no hay guerra, pero seguimos olvidados, ahí seguimos muriendo de hambre'', suelta, detrás de su pasamontañas y en cuclillas, Omar, uno de los siete integrantes de la Comisión Política del Agrupamiento Especial Emiliano Zapata.

Los siete jefes de los mil 111 zapatistas escuchan pacientemente cuando se les extiende el argumento del Zócalo repleto, de una paz cercana porque la sociedad así lo quiere.

No queremos la guerra

Hablan los menos cansados, sobre todo Omar, y los demás asienten: ``No queremos guerra, no. La sociedad quiere la paz, pero vemos que el gobierno no nos atiende, no escucha. No se ve la paz. El Ejército no sale de las Cañadas''.

Machacan: ``Ojalá que el gobierno llegue a responder a esos miles de voces del Zócalo, porque si no, se alejará la paz''.

En el pequeño cuarto se acomodan Claribel, Karina, Obed, Isaac, Omar, Hugo y Carlos. Todos muy jóvenes, todos con pasamontañas.

Dos pares de botas, un par de zapatos de plástico, huaraches y el cansancio de los largos días de caravana, compensado de veras con la imagen del Zócalo lleno, de los gritos y las lágrimas de la gente que los esperó durante horas, sólo para estar cerca de los zapatistas. Saben, reconocen, que los miles del Zócalo gritaron la paz.

Omar apunta: ``Sí, gritaron la paz, pero falta ver''.

¿Cerca o lejos la paz?

Carlos: ``La sociedad sí la acerca. Pero el gobierno la está alejando, porque no da muestras de que quiera cumplir los acuerdos de San Andrés, por eso sentimos que a lo mejor la paz se puede alejar, por eso con la sociedad civil estamos exigiendo al gobierno que cumpla''.

Hace unos minutos que los siete de la Comisión Política dejaron la zona de 64 departamentos y un gigantesco enlonado, preparada por los Panchos Villa para recibir a los zapatistas.

Caminaron tranquilamente, parecería que sin ser notados, entre los grupitos de voluntarios que los cuidan y les preparan las comidas.

La Comisión Política zapatista desgrana sus argumentos, armados con fechas clave, detalles de la militarización repetidos al infinito y entusiasmo por el éxito de la marcha. Va y viene en esos temas, aunque domina una actitud hacia el gobierno que ni el Zócalo lleno difumina:

``No confiamos. Sentimos que el gobierno, podría sin razón hacer eso (lanzarse contra el Ejército Zapatista de Liberación Nacional). De todas maneras como ya tanto tiempo han engañado, son sesenta y tantos años en poder del PRI, por eso ya no confiamos en el Presidente de México, porque vemos los resultados'', explica Obed.

Y Omar va a los hechos que encierran la historia de la desconfianza: la ``traición'' del 9 de febrero de 1995, la militarización y los grupos paramilitares que se la pasan ``chingando, pues, a las comunidades''. Es decir, la situación ``de que no hay guerra que se disfraza ahora como enfrentamiento entre pobres''.

Y el peligro permanente: un choque entre el Ejército federal y ``nuestros compañeros insurgentes de los que nosotros somos bases de apoyo que nos encargamos del abastecimiento''.

A ver si los diputados no se rajan

¿Que la Cámara de Diputados ya es otra? ``Falta ver si en la Cámara llegan a hacer ese tipo de trabajo, si no se rajan. El 6 de julio la gente votó contra el Partido Revolucionario Institucional, y por un gobierno que trae esperanza. Por eso tenemos esperanza de que ese gobierno haga ese trabajo'', señalan los zapatistas.

Es casi medianoche en El Molino, el predio del Movimiento Urbano Popular al que se llega por la avenida Piraña, en los confines de la delegación Iztapalapa. Una zona de 3 mil 500 viviendas, todas del MUP.

Se ve que sí nos apoyan

Ahí, con la paz cerca o lejos, los zapatistas están contentos.

Dice Obed: ``Cuando entramos (al Zócalo) vimos mucha gente que se ve que sí nos quiere, que sí nos apoya; es una forma de ver que el pueblo de México sí tiene ganas de organizarse''.

--¿Imaginaron el recibimiento, las muestras de apoyo a lo largo del camino hacia la capital?

Omar al habla: ``Cuando nos mandaron nuestros pueblos, nunca pensamos que íbamos a ser recibidos de esta forma. Desde San Cristóbal vimos a la gente muy animada con nosotros, pues nos esperaban en las carreteras, en los pueblitos. Digo San Cristóbal porque a partir de ahí ya no sé qué lugares estoy pasando, porque nosotros vacaciones nunca hemos tenido. Nos sorprendió que la gente no nos vio con odio, al contrario, veía este esfuerzo para hacer escuchar nuestras voces. En Oaxaca, aquí en el Distrito Federal, hemos visto mucha gente, se siente uno animado, porque no hemos tenido hambre, estamos atendidos, tenemos agua, y a la gente muy acercada con nosotros''.

Obed recuerda el Zócalo repleto --``con trabajos pasamos al templete''-- y resume lo que encontraron los zapatistas en el Distrito Federal: ``Vimos que sí saben escuchar. Sentíamos que la gente estaba con nosotros, todos a favor. Se siente que la gente está dispuesta a defendernos si el gobierno quiere hacernos algo''.

--¿Hubo problemas en la marcha? --se les pregunta

--Sólo camiones que fallaron en el camino, nada más --dicen. Y se despiden los zapatistas.