Ruy Pérez Tamayo
La ciencia y los niños en Aguascalientes

Hace poco fui a dar una conferencia en el Instituto de Cultura de Aguascalientes y cuando iba entrando al Museo de esa bella y hospitalaria ciudad se me acercó un hombre joven y me entregó una carpeta con unas cuantas hojas escritas, diciéndome con gentileza que ojalá pudiera yo darles un vistazo. En el avión de regreso a la ciudad de México abrí la carpeta mencionada y me encontré con una agradable sorpresa: tres escritos diferentes inspirados por un interés centrado en explorar y mejorar la imagen de la ciencia y de los científicos que tienen los niños hidrocalitanos, debido a Víctor Moreno Ramos, del Departaento de Educación de la Universidad de Aguascalientes. Aparte del excelente estudio de María Luisa Rodríguez Sala de Gómezgil, sobre la imagen del científico entre los estudiantes de educación media (secundaria y preparatoria) en México, publicado hace ya 20 años por la UNAM 1, y el texto más reciente de Jacqueline Fortes y Larissa Lomnitz, que se refiere a la formación del científico en México y que toca el tema en forma tangencial 2, desconozco si existen otros libros o estudios sobre la imagen del científico en distintas poblaciones de estudiantes o del público en general de nuestro país. Naturalmente, todos tenemos opiniones al respecto, basadas en puntos de vista y experiencias personales anecdóticas, pero aquí no se trata de eso.

En un país con ciencia y tecnología subdesarrolladas resulta de enorme importancia establecer de manera objetiva y rigurosa (o sea, científica) cuál es la imagen que distintos sectores de la población tienen del científico, y en especial la del grupo que deseamos atraer para aumentar las filas, hoy tan escasas, de los profesionales de la ciencia. Se ha dicho mucho que la educación en lo que son la ciencia y el científico debería iniciarse desde la niñez más tierna, porque se piensa que esa es una manera de lograr interesar a tiempo a los futuros investigadores mexicanos, antes de que los atractivos de otras ocupaciones (como abogado, político o periodista) los alejen de los laboratorios y cubículos académicos. Aunque esta hipótesis parece razonable, está basada en puras buenas intenciones y no toma en cuenta un pequeño detalle: que los niños ya tienen una imagen de la ciencia y el científico desde que llegan a la escuela, adquirida de su familia y de los medios de comunicación.

¿Cuál es esta imagen? ¿Cómo se forma? ¿Qué factores la refuerzan o la modifican? ¿Tiene elementos positivos que se puedan aprovechar, así como otros negativos que convenga reducir? Los materiales de enseñanza primaria (los libros de texto gratuitos) contienen secciones sobre la ciencia a partir del segundo grado, cuidadosamente preparados para alumnos y maestros: ¿cuál es el impacto de estos materiales sobre la imagen que el niño ya posee sobre el científico? Uno de los aspectos más interesantes del trabajo de Víctor Moreno Ramos con los niños de primaria de Aguascalientes es que pretende examinar los resultados de la educación (tanto familiar como escolar) en la constitución de la imagen del científico; se trata de una evaluación de los distintos elementos que contribuyen a ella.

Las preguntas que Moreno Ramos se hace son: ¿qué imagen de los científicos tienen los niños de educación primaria en Aguascalientes?... ¿Cómo representan a los científicos?... ¿En qué grado escolar de la primaria surge una imagen consistente del científico?... ¿Qué variables se asocian significativamente a la imagen del científico? Estas son preguntas importantes y muy difíciles de contestar, pero sus respuestas pueden dar bases racionales a decisiones educativas fundamentales, sobre todo en un sitio como Aguascalientes, que se toma la educación en serio. Es muy satisfactorio que este tipo de esfuerzo se esté desarrollando en México, y mi regocijo es doble porque se está llevando a cabo en Aguascalientes. Felicito a Víctor Moreno Ramos por su importante trabajo, le agradezco que me haya concedido el privilegio de conocerlo y le deseo la mejor de las suertes para llevarlo a cabo. Lo que no le perdono es que la copia del cuento ``El hombre de la bata blanca'', escrito con Marisa Zamora, me lo haya entregado impreso en letra tan pequeñita (creo que son 6 puntos), que junto con mi presbicia me obligó a leerlo con una lupa.

1. Rodríguez Sala de Gómezgil, M.L. El científico en México: su imagen entre los estudiantes de enseñanza media. UNAM, México, 1977.

2. Fortes, J., y Lommnitz, L. La formación del científico en México. Siglo XXI Editores, México, 1991.