La Jornada 22 de septiembre de 1997

TRAFICO DE NIÑOS EN GUATEMALA

El involucramiento de la esposa del presidente de la Corte de Justicia de Guatemala como cabeza del ilícito comercio de niños documentado en estas páginas, resulta ofensivo por el grado de deshumanización a que se ha llegado en la era de la globalización y de prácticas mercadotécnicas, en la que lo único que vale es la mercancía. Lo ofensivo de esta práctica resulta acentuado por el hecho de que aparezca involucrada en ella la esposa de un funcionario público al que se le ha encomendado la alta responsabilidad de aplicar la justicia en un país donde ésta ha estado ausente durante décadas y en donde apenas se hacen denodados esfuerzos por construir un estado de derecho.

El negocio, que opera como cualquier otro, es decir, bajo las leyes del mercado (el ``inversionista'' busca la matriz que produce a bajo precio al niño, el cual es amamantado para mantenerlo en forma, mientras una red de abogados se encarga legalmente de su adopción, para posteriormente enviarlo al mercado, en donde lo vende al mejor postor), no es nuevo. En anteriores ocasiones y en otras regiones del continente se ha sabido del tráfico de niños.

Ahí mismo, en Guatemala, se tenía conocimiento de la venta de mano de obra infantil destinada a la servidumbre en Estados Unidos. Lo escandaloso, en el caso referido ahora, es el grado de organización alcanzado y la impunidad para operar.

En un país lacerado por 34 años de guerra, con miseria galopante, con una de las tasas más altas de natalidad en América Latina, con graves déficits en infraestructura hospitalaria, sin programas de asistencia infantil, con severos problemas de desempleo, parece un sino siniestro la aparición de ``industrias'' de este tipo.

Preocupa, además, la denuncia de que la organización delictiva importara niños de otros países para luego exportarlos. Eso implica la complicidad de autoridades migratorias de los países involucrados y supone una red internacional dedicada a ese negocio. Por lo mismo, se hace necesaria una investigación a fondo que llegue hasta sus últimas consecuencias para poner al descubierto a quienes están envueltos en este delito que lastima la conciencia de los pueblos latinoamericanos.

Es reprobable que la niñez, a la que se pone en los programas gubernamentales como el futuro de la humanidad, sea tratada como simple mercancía y que el interés de reproducción del capital no tenga límites.