La Jornada martes 23 de septiembre de 1997

ASTILLERO Ť Julio Hernández López

El sistema político mexicano está ofreciendo hoy un espectáculo de malabarismo impresionante y peligroso: el PRI, la Secretaría de Gobernación y los liderazgos priístas de las cámaras de Diputados y Senadores no pueden ejercer el poder tradicional ni acomodarse a los nuevos tiempos, pero tampoco se les ofrecen medidas de salvamento ni proyectos alternativos de operación.

Una pequeña lista de recientes damnificados nos da una idea del desasosiego de la clase política tradicional y de la sensación extendida de que el jefe político real del priísmo, el presidente Ernesto Zedillo, está agraviando y arriesgando lo poco o mucho que todavía queda de base social y de electorado priísta. Fernando Ortiz Arana, Emilio Chuayffet, Humberto Roque, Genovevo Figueroa, Arturo Núñez y Mariano Palacios son algunos de quienes han visto mellada una larga carrera política por los descuidos de forma o/y la carencia de contenido de la conducción de la política oficialista.

Nunca antes en tan poco tiempo se habían desajustado con tal intensidad las piezas de la maquinaria conocida como PRI-gobierno, y mucho menos en un momento de tanta gravedad como es la transición política en curso.

El PRI, sin guía ni rumbo

Algunos de quienes hoy se duelen por la pérdida priísta del Poder Legislativo se han preguntado si algo habría cambiado en caso de que una corriente pública hubiera denunciado en su momento la imposición de Humberto Roque, y su ya conocido bajo perfil político, y hubiera logrado que no llegara al PRI el futuro primer brother del país.

Hoy, a toro pasado, con la Aseguradora Hidalgo como talla todavía sobrada para la estatura política del coahuilense, se han multiplicado las voces al interior del PRI que critican ``el procedimiento'' mediante el cual se impuso a Mariano Palacios como nuevo líder priísta pero que, en el fondo, lo que están buscando es la negociación incluyente, cooptadora, más que la crítica genuina y congruente.

Lo único cierto es que los Palacios se mantienen en las alturas, diseñando edictos reales y entreteniéndose con los conflictos de la corte, mientras los súbditos se alborotan soñando con tomar el poder mediante golpes periodísticos o declarativos.

Pero, sea como sea, hoy ya el PRI no es el escenario eficiente para la resolución de los conflictos internos de los grupos que buscan o detentan el poder por la vía oficialista. Y, en algunos casos, como lo han demostrado los gobernadores llamados salinistas, sobre todo los del sureste, el mejor sistema para tener éxito faccioso en esta confusión extendida es desatendiendo los lineamientos centrales del PRI, y haciendo cada cual lo que mejor le conviene y parece.

Gobernación, otro mito derruido

Las legendarias capacidades persuasoras del secretario de Gobernación también han sido demolidas con tacto paquidérmico. Por propia iniciativa y formación, o por cumplimiento estricto de órdenes superiores, el hombre de Bucareli se ha convertido en la síntesis del atraso político, de la negación al diálogo real y de la capacidad de destrabar conflictos.

Condenado públicamente al ostracismo por sus principales presuntos interlocutores, y dañado por su persistente colocación en las zonas más contaminadas de la política actual, Emilio Chuayffet es un caído más en la batalla, al que pareciera le están aplicando la misma técnica de descomposición política que se usó con Roque, al mantenerlo falsamente erguido mientras los cuervos se ensañan con él.

Genovevo y Núñez, ni a quién quejarse

Nadie puede reclamarle a Genovevo Figueroa incongruencia o engaño: al anunciar por sí mismo decisiones que nunca consultó con sus presuntos representados -como sucedió en el fallido golpe contra la reciente instalación del Congreso-, simplemente continuó la línea de comportamiento político con la que él mismo fue impuesto y que sus compañeros senadores priístas aceptaron con un par de excepciones.

Basta recordar que el miércoles 5 de marzo, cuando los senadores priístas comían por diversos rumbos, a la espera de la sesión de las 6 de la tarde en la que darían a conocer su presunta decisión de que José Murat fuera el sucesor de Fernando Ortiz Arana, que se iba de candidato a gobernador a Querétaro, Chuayffet y su subsecretario Arturo Núñez se dieron a la tarea de llamarlos telefónicamente para informarles que el bueno era Genovevo Figueroa.

Ese día, las críticas y los retobos fueron prudentemente subterráneos, aunque ya en posteriores reuniones con Figueroa, y con Humberto Roque, algunos senadores como Pablo Salazar y Amador Rodríguez Lozano expresaron abiertamente sus críticas a la imposición del michoacano. Pero, luego de los escarceos y formulismos tradicionales del forcejeo priísta, Figueroa siguió tan campante, operando justamente tal cual su propio origen le obliga.

Figueroa, Núñez y Chuayffet están en la misma línea. Sus procedimientos e intenciones son compartidos. Pero hoy ya no están funcionando ni respondiendo a los intereses del sistema y del priísmo.

Roque, en la esencia de su imposición como directivo y en la sujeción a las líneas superiores de acción, está reproducido en Mariano Palacios con una mejoría enorme pero insuficiente.

Por ello es que, luego de una callada acumulación, hoy comienzan a surgir corrientes y grupos deseosos de preservar los espacios y las oportunidades que consideran ganadas y legítimas, pero que están en riesgo en caso de mantener la tradicional actitud de asentimiento absoluto a toda orden presidencial. La fuente tradicional del poder político mexicano, que había sido el Presidente de la República, está siendo entendida ahora al revés, es decir, como una causa de descuidos y desatinos suficientes para dañar una carrera política.

Sin embargo, con las piezas principales averiadas, los planos al revés y los especialistas sin saber quién va a pagar las composturas, el sistema político mexicano sigue así, a la espera de que haya arreglo para tres de las cuatro patas de la mesa central del poder político tradicional: Gobernación, los partidos y las cámaras.

Astillas: Hoy se elige rector de la Universidad Autónoma de Puebla. Los candidatos son Enrique Doger Guerrero, primo del actual rector, José Doger Corte, y Pedro Hugo Hernández Tejeda. En la víspera electoral han surgido, con la intención de debilitar el proyecto de continuidad dogerista, informaciones que muestran el enriquecimiento inmobiliario y la ostentación del actual rector. Además, se ha difundido la gran fiesta de 15 años que en agosto celebró la hija del tesorero de la UAP, Armando Valerdi Rojas: de regalo, un BMW y un viaje de un mes a Europa; de variedad en el baile, el muy bien cotizado grupo Mercurio... El actual director general para Europa de la SRE, Jorge Chen Charpentier, será el nuevo embajador mexicano en Hungría...

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