La Jornada 24 de septiembre de 1997

Se utilizó el Hospital de Malacatán, en Guatemala, como expendio de menores

Karina Avilés, enviada, Malacatán, Guat. Ť Mientras directores de hospitales fronterizos reafirmaron la existencia del tráfico de menores, la organización internacional Casa Alianza exigió al gobierno guatemalteco esclarecer el trasiego de niños hasta llegar a la condena de los responsables.

A raíz de que miembros de la red utilizaron al Hospital de Malacatán como si fuera un expendio de menores, la Policía de Guatemala, el Ministerio Público y la Procuraduría General de la Nación tomaron cartas en el asunto, y luego de iniciar una investigación se comprobó la compra-venta de niños en las afueras del propio nosocomio.


En la Casa Hogar Quetzaltenango, Guatemala.
Foto: Cristina Rodriguez

Lo anterior fue confirmado por el director de ese hospital, Carlos Raúl Rodas Monterroso, quien explicó a La Jornada que conoció del asunto apenas hace dos meses, aunque ``al parecer'' integrantes de la red tenían dos años de operación en esas instalaciones.

Las pesquisas iniciaron cuando una trabajadora social llamada Eva delató la presencia de una mujer ``que llegaba muy seguido al hospital'', vestida con un uniforme celeste de enfermera auxiliar.

Dicha mujer observaba a las mujeres embarazadas --que acudían al hospital con el objetivo de realizarse un examen de consulta externa-- para después captar afuera del nosocomio a solamente ``aquellas que tenían problemas con su familia, menores de edad''.

No sé cómo detectaba a estas personas, pero lograba hacer todo el paquete allí, afirma Rodas Monterroso.

Una vez que había realizado su trabajo de convencimiento, las llevaba a su casa ``como empleadas domésticas, les cuidaba todo el embarazo y después las llevaba al hospital para dar a luz''.

Al salir la madre y el bebé de este nosocomio, la mujer ``ya los estaba esperando'' en compañía de una pareja mexicana, abordo de un automóvil que portaba placas de México.

Afuera del hospital, la mujer introducía al recién nacido a dicho automóvil, mientras que la madre ``se iba caminando por su lado o bien podía ser llevada en el mismo vehículo.''

--¿Cuántos niños lograron sustraer del hospital?

--Según parece que esa mujer tenía dos años por acá y nosotros, yo al menos, me dí cuenta hace dos meses-- cuenta Rodas.

Y añade: ``Lo que he detectado es que se aprovechan de las que han dejado embarazadas, de las inmigrantes que van para el norte y se dedican al comercio sexual''.

Por separado, el director del Hospital Nacional de San Marcos, Angel Alfredo Longo, expresó su preocupación ante ``la falta de control que existe en la frontera, porque ``imagínese lo que hace esa gente que ya se dedica a eso; a ellos les tiran una alfombra para que pasen, la corrupción así es.

``La gente que sabe que pasar niños les va a significar, me quedaría corto si digo 2 mil, 3 mil quetzales por cada niño que pase, pues se hacen los babosos para no hacer el paro. Si lo digo es porque mis hijos pasan conmigo en la frontera y nadie me chequea, no hay controles para saber a quién están pasando''.

Mil 500 niños en la frontera

Precisamente aquí, en la región fronteriza entre México y Guatemala, se calcula la existencia de mil 500 niños de la calle, provenientes de El Salvador, Honduras, Nicaragua ``y, por supuesto, un número considerable de niños guatemaltecos y mexicanos'', explicó el coordinador de la Oficina de Apoyo Legal de Casa Alianza, Héctor Dionicio Godínez.

Ante la situación de riesgo que implica para estos menores, dijo Dionicio Godínez, Casa Alianza prepara un proyecto dirigido a ubicar a esos niños en ``programas de asistencia, ya sean guatemaltecos o mexicanos'', así como integrarlos al seno familiar.

Por otra lado, el abogado de esta dependencia convocó al gobierno de Guatemala a ``respetar los derechos humanos de los niños'' y a castigar el tráfico de infantes.


Karina Avilés, enviada/III y última, San Marcos, Guat. Ť En la Prisión de Mujeres de San Marcos se oyen algunos secretos.

--¡Mayra, te llaman! --las palabras se multiplican--: ¡Te llaman, te llaman...!

La hondureña Mayra Yanet Núñez Vacas, de 25 años, deja atrás las rejas, cruza un cuartucho oficina de la rectora, se sienta en la silla de los acusados.

Hay una mesa astillada de por medio. Mayra Yanet coloca allí sus manos, de las que comienzan a salir gotitas de agua.

Se rehúsa a hablar, pero su miedo la delata; no alza la vista, se acomoda la falda; sus pies se retuercen.

Dice que por ser extranjera está en la cárcel, pero la verdad es que fue detenida por formar parte de aquel paquete que se le encontró a doña Lucinda (una de las traficantes de menores de renombre). El delito: ``Sustracción de menores''.

Señala hasta el cansancio que desconoce aquello de la compra-venta de niños, aunque confiesa: ``Yo lo fui a entregar (a su propio hijo, recién nacido), porque quería deshacerme de él. Tengo que trabajar para mis otros niños''.

Ella fue a la capital para entregar a su bebé a una abogada. Así lo dice.

--¿Le importa lo que pueden llegar a hacer con su hijo?

--No. Yo lo di porque no lo quería --La respuesta hace el silencio en aquel cuarto de paredes verdes atravesado por un tendedero que hace las funciones de una cortina.

La rectora, una mujer de largos cabellos blancos y ásperos, permanece al acecho.

Mayra continúa: ``Yo salí embarazada aquí y al niño no lo quiero porque no es de mi esposo; yo iba para adelante (a Estados Unidos) porque allá tengo un hermano, pero me agarron en Veracruz y me tiraron aquí, a Talismán, y fue cuando conocí a Lucinda''.

Naciendo y entregando al bebé; lo regaló al comenzar este año.

Suelta una que otra risa y revela que hace 40 días salió y entró de nueva cuenta a la prisión. Tuvo un aborto.

La que sigue

En la misma silla se sienta Erika Mirtala Rodríguez Miranda, de 23 años.

Ve hacia el techo, desconoce dónde está; sus labios se llenan de saliva.

Esta mujer, o niña, también fue aprehendida en la casa de la traficante de menores. Es enferma mental y se sospecha que su vientre era utilizado para obtener niños.

Antes de ser llevada a su celda abandona algunas palabras: ``Mi mamá me dijo váyase; me sacó a la calle''.

No he hecho nada malo

Tras las mismas rejas --y por el mismo delito-- también estuvo Verónica Soto Hernández, quien fue localizada a ocho días de salir de prisión.

--¿Cómo fue que te metiste en esto?

--Mire, la verdá que yo no he hecho nada malo. Yo sentí estar haciendo una caridad con el niño porque en las condiciones que lo cargaba la mujer me dio lástima y por eso fue que ella, la mamá del niño, andaba buscando quién lo cuidara.

Sin embargo, la mamá supuesta no era tal; el niño no era su hijo.

Documentos de la Procuraduría General de la Nación establecen que Epifania LaParra Pérez, quien llevó a Verónica Soto Hernández ese menor, se hizo pasar por la verdadera madre.

Oficiales investigadores del gobierno de Guatemala indicaron que ese niño, ``de quien se presume viene de México'', recibió el nombre de Selvin Alexandre LaParra Pérez.

La abogada y notaria Gilda Lily Cuevas Cojulún entregó dos niños a la señora Epifania LaParra Pérez el pasado 2 de abril.

Uno era Selvin y el otro, su supuesto gemelo, ambos dados en adopción por LaParra en octubre de 1996. Selvin se encuentra en el Hogar-Cuna de Quetzaltenango en espera de ser adoptado. Se desconoce el paradero del otro menor, del que se supone que ``también es mexicano''.

Mientras tanto, Verónica Soto Hernández asegura que continuará con sus visitas al río Magdalena para lavar y planchar.