La Jornada 26 de septiembre de 1997

Deja al PRI por el PRD el diputado Valdés Arias

Georgina Saldierna, Elena Gallegos, Roberto Garduño E. y Ciro Pérez Silva Ť Con un caudal de 50 mil votos a su favor, Sergio Valdés Arias se incorporó ayer a las filas del Partido de la Revolución Democrática (PRD) al presentar su renuncia irrevocable al partido de toda su vida, el PRI.

La fracción parlamentaria del PRD en la Cámara de Diputados incrementó ayer su número de escaños a 126 con la incorporación de Valdés Arias, diputado federal que contendió por el PRI en el noveno distrito del estado de México, y extendió su presencia en el norte de la entidad (Ixtlahuaca, Almoloya de Juárez, Jipilco e Isidro Fabela), zona que se considera controlada por Emilio Chuayffet.

En la sede nacional del PRD, Jesús Ortega y Ramón Sosamontes dieron a conocer la incorporación de Sergio Valdés Arias a su partido. En su turno, el nuevo perredista leyó la misiva que enviaría más tarde a Mariano Palacios Alcocer, en la que expresa su decisión irrevocable de abandonar al PRI.

``Sin duda, difícil por todos conceptos me resulta tomar esta decisión, pero procede de la más profunda reflexión y estudio de la realidad que vivimos. Hoy el país demanda un cambio de rumbo urgente y la integración del pueblo al gobierno'', dijo.

--¿No es oportunismo político?

--No, no lo es. De ninguna manera. Oportunismo sería si optásemos por esta vía cuando estuviéramos terminando la representación popular.

Valdés Arias adujo que había analizado esta decisión desde hace tiempo, cuando comenzó a cuestionar las actividades del Revolucionario Institucional.

--¿Se puede vivir tanto tiempo en la inconformidad?

--Me dicen que por qué hasta ahora. Hasta ahora soy diputado federal y hasta ahora veo la imperiosa necesidad de cambiar el esquema que tenemos y lograr el equilibrio entre poderes --repuso.

Oleaje en la Cámara

Entre sorprendidos y enojados, los miembros de la fracción del PRI recibieron la noticia de que uno de sus compañeros, el médico Sergio Valdés Arias, quien llegó a ser secretario general adjunto del Comité Directivo Estatal del PRI en el estado de México, había decidido cambiarse a la bancada del PRD. ``¡Es una traición a los electores!'', reaccionó Arturo Núñez y descartó que la dimisión se haya debido a un malestar generalizado entre sus correligionarios.

Desde todas las curules de la bancada priísta, no sólo del Bronx, se multiplicaron las voces de ``¡traidor!'' y ``¡Judas!'' Esto ocurrió a las 14 horas, cuando Valdés entró al salón de plenos de la Cámara de Diputados y se sentó en medio del vicecoordinador perredista, Pablo Gómez, y de Ricardo García Sainz. Para entonces la noticia ya se conocía en todas las fracciones.

Un grupo de reporteros y fotógrafos rodeó al nuevo perredista y lo bombardeó con preguntas y destellos de las cámaras, lo que ocasionó varias llamadas de atención de la mesa directiva. Nervioso, con manos sudorosas, Valdés sólo atinaba a responder: ``Desde hace tiempo he observado que el PRD tiene la mejor propuesta... Me siento más libre, mejor''.

En tanto, varios perredistas se le acercaban y lo felicitaban por su decisión: ``¡Bienvenido, mano!''; ``es lo mejor que has hecho''; ``elegiste la mejor opción''.

Atrás, junto a la burbuja del PRI, los demás diputados del estado de México se azuzaban unos a otros: ``Vamos a echarle unas pinches monedas a ese traidor'', repetía Janitzio Soto Elguera, mientras que Sara Estela Velázquez Sánchez (quien no tiene parentesco alguno con el extinto jerarca de la CTM) exigía que subieran a la tribuna ``porque esto no se puede quedar así''. Fidel Herrera los alentaba. Al final, Núñez llamó al orden: ``No convirtamos un problema interno del partido en un asunto del pleno''.

Varios priístas esparcieron la versión de que el PRD había ``comprado'' a Valdés. ``Seguramente le ofrecieron un puesto'', comentaba Herrera recio y quedo y aseguraba --lo cual apoyó más tarde Núñez-- que ayer por la tarde la dirigencia del PRI en el estado de México iba a expulsarlo (nunca se explicó por qué) y que él sólo se había adelantado para no quedar en evidencia.