Adolfo Martínez Palomo
Recuerdo de José Adem

En el recuento del desarrollo de las ciencias exactas en México a lo largo de la segunda mitad del siglo XX destaca la obra de José Adem, por el valor de sus investigaciones, por la continuidad de su labor como editor de revistas científicas, y por el rigor académico que logró imbuir a la institución a la que dedicó más de la mitad de su vida: el Cinvestav.

Adem fue siempre parco al referirse a su propia obra. Al ingresar en 1960 a El Colegio Nacional dijo: ``Me siento como pez fuera del agua. Si se me permitiera operar en mi propio medio, preferiría usar el pizarrón, y expresar con el lenguaje peculiar del matemático, algunas de las ideas o temas sobre los que trabajo''. En esa ocasión recordó los orígenes de la investigación matemática en México: ``Existía una gran desorientación sobre las tendencias de la matemática contemporánea, se ignoraba la existencia de las revistas especializadas o, simplemente, su nivel resultaba demasiado elevado para interesarse en ellas. Desesperadamente se hurgaba en libros, tratando de encontrar un camino hacia la cima y ésta parecía inaccesible, produciendo la impresión de necesitar esfuerzos sobrehumanos para alcanzarla. Era la muralla infranqueable de la producción matemática de varios siglos, que se trataba de recorrer por caminos escabrosos, tomados al azar. Faltaban guías orientadoras que indicaran los atajos cortos que rápidamente conducen a la frontera del conocimiento''. Adem encontró pronto esas guías: los pioneros de las matemáticas en México, Sotero Prieto y Alfonso Nápoles Gándara.

Los primeros cursos superiores de matemáticas se ofrecieron en forma sistemática en la Sección de Ciencias de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. En 1939 se creó la Facultad de Ciencias con departamentos de matemáticas, física y biología. Poco tiempo después se estableció el Instituto de Matemáticas y la Sociedad Matemática Mexicana, creada... ``con las finalidades principales de mantener el interés por la investigación matemática y procurar la unión y cooperación de los profesores de ciencias exactas y de los profesionistas e intelectuales mexicanos, para lograr el progreso de esta ciencia en nuestro país''. En este ambiente incipiente de la matemática profesional en el país, José Adem comenzó sus estudios en la Escuela de Ingenieros y los terminó en la Facultad de Ciencias de la UNAM.

Adem relató más adelante la importancia para nuestro país de la labor del eminente matemático de la Universidad Princeton, Salomón Lefshetz, y en particular su influencia en su carrera profesional: ``En la visita que hizo Lefshetz en el verano de 1949, le comuniqué mi deseo de ir al extranjero a doctorarme. Días después de su regreso a Estados Unidos, recibía una oferta de la Universidad de Princeton que acepté inmediatamente. En septiembre de ese mismo año, a mi llegada a Princeton, inicié mis investigaciones en topología algebraica bajo la dirección del doctor Steenrod''.

En 1960, todavía como profesor del Instituto de Matemáticas de la UNAM, Adem concluyó: ``El aficionado a las matemáticas ha sido sustituido por el investigador profesional. Pero aún estamos lejos de la meta final: formar en México uno de los principales centros de investigación matemática que irradie su influencia benéfica sobre todas las otras ramas de la ciencia, la técnica y la educación. Tal es el empeño en que estamos comprometidos''. Un año después, en 1961, iniciaba con vigor el trabajo para lograr la meta ansiada: hacer del departamento de matemáticas del Cinvestav uno de los centros de investigación de la especialidad más importantes de América Latina.

La discreción con la que Adem presentó su labor científica en su discurso de ingreso al Colegio Nacional contrastó con la vibrante contestación oficial, a cargo de otro eminente científico, Guillermo Haro: ``A los 39 años, Adem está considerado, por propios y extraños, como uno de los topólogos más distinguidos del mundo. Pero ¿qué hay detrás de su esquemática biografía?... la vida más difícil, apasionada y estricta, la más llena de aventura y perseverancia. Una vida seguida paso a paso, sin concesiones triviales, con arreglo a un plan y persiguiendo una meta. La simple y difícil vida de José Adem es en nuestro país tan carente de paradigmas un excelente ejemplo.

Hay algo más en Adem fuera de su éxito puramente matemático. Ese algo es su juventud, empeñada en ejercer una limpieza de vida, de costumbres y de trabajo que le han permitido sobresalir en un medio con frecuencia poco estimulante. Ha logrado un nombre científico internacional en la única forma que es posible hacerlo: conjugando, en un trabajo perseverante, su talento y su carácter''.

Más adelante, Haro anotó: ``José Adem se ha dedicado a la matemática pura, esa rama del conocimiento que Bertand Russel ha llamado con humorismo: ciencia en que no se sabe ni de qué se habla, ni si lo que se dice es verdadero'', y concluyó: ``a las glorias artificiales, a los renombres falsos, a los que confunden la burocracia con las tareas del investigador, se ha sobrepuesto la autoridad y la pasión del auténtico hombre de ciencia. Al honrar a Adem se honra a la juventud estudiosa, sobre la cual descansa ya no el porvenir lejano, sino la realidad más inmediata y promisoria en el campo de la investigación científica, y esta honra recae en nosotros, en todos los que ven en la ciencia un instrumento para darle a México la libertad y la grandeza a que tiene derecho''.

Casi cuatro décadas después, reafirmamos las palabras de Guillermo Haro: la vida de José Adem sigue siendo un ejemplo para la juventud estudiosa. El nuevo auditorio del área de las ciencias exactas del Cinvestav lleva hoy su nombre, como homenaje a la autoridad y a la pasión del auténtico hombre de ciencia que ensanchó los límites de su especialidad y consolidó a la institución que él mismo ayudó a concebir.