El tema de la complejidad, paradójicamente, se repite y reencuentra, constantemente, en las situaciones más vulgares y cotidianas. Para dar un ejempolo simple, quiero hacer referencia a un tema muy poco científico.
Como todos sabemos, el América se ha dedicado a contratar, a precios inverosímiles, a los mejores jugadores imaginables. El resultado, sin ser desastroso, deja mucho que desear. Por el contrario, el Morelia, no tiene ninguna figura de talla internacional en sus filas. Sin embargo, su desempeño ha sido notorio y notable.
José Ramón Fernández, en su antiamericanismo radical, sostiene, ahora, que los jugadores del América, tomados de uno en uno, no son nada, que se volvieron malos. Es decir, que el patético desempeño colectivo del equipo ha determinado que la calidad de cada uno los integrantes esté puesta en duda y por el contrario, los otrora mediocres jugadores del Morelia, adquieren una calidad inesperada; se trata de un equipo con un extraordinario desempeño colectivo, insospechable a partir de la calidad de juego de cada uno de sus integrantes. En el draft, equivalente deportivo de la evaluación, los jugadores del Morelia se venden mal. En ell campeonato, siempre están en la liguilla.
¿Cómo juzgar, entonces, el desempeño de una institución científica? ¿Como si se tratara del América (es decir, juzgándola a partir del valor de los individuos) o como si se tratara del Morelia (es decir, juzgando el desempeño colectivo)?
Supongamos el siguiente caso ideal: en un departamento X, hay un investigador extraordinario (publica tres artículos al año pero es incapaz de dar una clase decente o de explicar sus ideas a un mortal común y corriente); hay, además, un profesor extraordinario (que no publica nada pero que es capaz de entusiasmar a los estudiantes menos entusiastas) y uno que es capaz de explicar los misterios de la disciplina X, de manera simple y atractiva a quien le pongan enfrente.
El Departamento X, como tal, cumple sus funciones de manera excepcional: se investiga, se enseña y se divulga, pero cada uno de sus integrantes, por sí solo, es un desastre: a lo más que puede aspirar es a un tercio de la calificación total, el departamento X es como el Morelia.
Nuestras instituciones evaluadoras, sin embargo, siguen la lógica del América; bien harían en contratar a José Ramón para que les explique como funciona un equipo o leer, de vez en cuando, la sección deportiva.