La Jornada lunes 29 de septiembre de 1997

ASTILLERO Ť Julio Hernández López

La batalla por la asignación de comisiones de trabajo en la Cámara de Diputados ha vuelto a crear la sensación de que del lado oficialista no hay la suficiente inteligencia política para entender el momento de trancisión que se vive.

Entrampados por la mayoría opositora, los priístas se mantienen arrinconados, inmóviles, ya desesperados ante la falta de definiciones y estrategias que les permitan salir del pasmo en el que los dejó no sólo el 6 de julio, sino la actual y sostenida incapacidad de sus jefes para actuar conforme a las nuevas realidades.

Destaca en este periodo de extravíos el discurso con el que la cúpula priísta de San Lázaro ha querido desactivar en reuniones privadas las inconformidades de sus diputados. Aparte de las palabras de Arturo Núñez, se han producido intervenciones de otros dos personajes importantes en la conducción de la bancada priísta, como son el veracruzano Fidel Herrera y el jalisciense José Luis Lamadrid.

Según comentarios de legisladores presentes en esas reuniones privadas, los jefes les han asegurado que los infortunios del tricolor son pasajeros, en cuanto la unidad opositora es necesariamente efímera y, además, carece del oficio y la experiencia política de los priístas.

Como en los mejores tiempos del PRI, Núñez, Herrera y Lamadrid han desarrollado largas peroratas en las que les aseguran a los muy inquietos diputados de a pie que las cosas cambiarán, entre otras cosas porque los excesos y las torpezas del bloque opositor terminarán por reventar su cohesión actual, y porque sus demandas y propuestas son torpes.

A reserva de conocer el desenlace final de esta batalla por las comisiones -ya sea el arreglo previo o la discusión en el pleno camaral-, los priístas aparecen faltos de inteligencia política para enfrentar la realidad aritmética que durante décadas usaron para acallar a sus opositores.

Y sin embargo, ¿se moverán?

Sólo los hechos podrán precisar el carácter y el alcance del llamado Grupo Galileo.

Integrado por políticos con biografías ortodoxas (con alguna excepción), y muchos de ellos con vinculaciones empresariales y políticas que los hacen altamente vulnerables a las presiones desde el poder, los senadores del Galileo han visto disminuir aceleradamente el capital de credibilidad que tuvieron a su nacimiento.

En esa disminución ha ejercido un papel fundamental el hecho de que el Galileo no ha sido capaz, hasta ahora, de definir con puntualidad su verdadero carácter. Grupo de reflexión, dijo Genovevo Figueroa que eran, y la indefinición continuó cuando Mariano Palacios les dio una desactivadora bienvenida.

Hasta ahora, lo único absolutamente claro es que el cuidadoso amago de revuelta senatorial ha recibido como respuesta el despliegue de los más finos oficios cooptadores y mediatizadores del sistema para cada uno de los integrantes del grupo y, para éste, como entidad, una campaña de desacreditación y confusión.

En esta campaña contra el grupo, diversos espacios periodísticos con fama de ser influidos por instancias como la de Bucareli, se han dedicado a subrayar las inevitables contradicciones encontrables en políticos hechos en el priísmo tradicional, y a dibujar al Galileo a partir de las ambiciones de poder, como las gubernaturas, y como un grupo regido por pasiones y propósitos menores.

Sin embargo, según los integrantes del grupo, los tiempos de las definiciones los van a marcar ellos y no las instancias externas. Con ese propósito han acordado una agenda de trabajo en la que cuidadosamente se irá desplegando, dicen, el verdadero perfil del Galileo.

Por lo pronto, han explorado ante Genovevo Figueroa la posibilidad de presentar como grupo algunas iniciativas de ley, aunque el michoacano les ha pedido que se abstengan de actuar como instancia independiente del bloque priísta porque de esa manera, toda propuesta del Galileo ``nacería muerta''.

Un primer sondeo de los senadores galileos se refiere a la posibilidad de establecer que el Senado no sólo ratifique la firma de tratados, sino que decida plenamente sobre su aprobación o rechazo, y ordene mecanismos de seguimiento para verificar el cumplimiento de esos tratados.

En todo caso, según los galileos, será en las votaciones donde el grupo irá mostrando su verdadera caracterización, pues persiste la decisión de todos los miembros de ese agrupamiento de votar conforme su voluntad y criterio político les indique y no como les sea ordenado por disposición partidista.

Esa voluntad de voto individual, y no obligadamente colectivo, podría llevar a los galileos a enfrentarse al peor escenario que ya les ha advertido algún interlocutor: convertirse en adversarios de la voluntad presidencial cuando ésta pretenda que el Senado sea, por la mayoría aritmética de los priístas, dique de contención de ``los excesos y las torpezas'' provenientes de la mayoría opositora de la Cámara de Diputados.

En el momento en el que los galileos pretendieron romper -con su voto individual, que podría sumarse al de los no priístas-, el predominio tricolor en el Senado, habrían traspasado la línea política del disfrazado respeto con el que hoy se trata a los senadores incómodos, y estarían pasando al terreno de los adversarios políticos, con todo lo que eso significa de riesgo para negocios, empresas, estados financieros revisiones fiscales gastos y prerrogativas en el propio Senado, expectativas políticas en cuanto a candidaturas, y otros detalles parecidos.

La pregunta es: ¿Se moverán los galileos, o habrán sido simplemente un movimiento priísta para afinar alianzas, encarecer apoyos y ganar publicidad canjeable en acomodos?

Astillas: En Colima continúa el torbellino político adverso a Fernando Moreno Peña. Los diputados priístas se han instalado provisionalmente como autoridad camaral. Lo han hecho por sí mismos y en ausencia de los restantes, que son exactamente la mitad del congreso local, en una maniobra desesperada con la que pretenden tomar el control de una Cámara en la que ya no son mayoría y, por otra parte, ir allanando el camino a la toma de posesión del repudiado Moreno Peña contra quien, como ya se ha dicho aquí, se mantienen plantones de protesta y la advertencia clara de sus opositores de que no le dejarán instalarse en el palacio de gobierno de Colima...

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