El domingo pasado estuve junto con el ex diputado federal Manuel Chablé, del Foro Democrático, y con otros compañeros interesados en el asunto, en la entrega del documento mediante el cual la Secretaría del Trabajo reconoce y registra al Sindicato de Pescadores Camaroneros y Similares del Estado de Sinaloa, en un acto que nos confirma que los cambios en este país no son exclusivos del Poder Legislativo.
La Secretaría del Trabajo, ciertamente en cumplimiento de la ley, pero también con una actitud diferente a la de otras administraciones, reconoce y acepta plenamente el derecho de los trabajadores a organizarse en forma autónoma e independiente.
En el caso de los pescadores de Mazatlán, similar al de sus compañeros de otros puertos pesqueros de la República, tiene sus peculiaridades.
Los pescadores, ahora trabajadores asalariados y contratados por los dueños actuales de los barcos, eran antes integrantes de las viejas cooperativas a las que se les dio vida e impulso durante el régimen del general Lázaro Cárdenas.
Al correr de los años el sistema cooperativo, que tuvo reservadas para su explotación las especies marinas más productivas de nuestras costas, se fue deteriorando y desgastando por muchos motivos; algunos, según reconocen los que saben de estos asuntos, fueron el excesivo burocratismo, el paternalismo del estado que quiso controlar a las cooperativas mediante un sistema clientelar y la corrupción...
Los cooperativistas se quedaron sin cooperativas, los dueños de los barcos son ahora empresarios particulares y por tanto es necesario establecer para las saludables y justas relaciones entre ambos, un sistema jurídico fundado en la letra y el espíritu del artículo 123 Constitucional. Destaco la sensibilidad de la Secretaría del Trabajo porque en otros ámbitos de la sociedad mexicana y de la administración pública, la tendencia es más bien contraria al sindicalismo al que se le ve como un peligro para el desarrollo del sistema capitalista.
Lo cierto es que un sindicalismo sano, en el que los sindicatos funcionen para defender los intereses de sus agremiados y para negociar con los patrones y no para hacer política o para servicio de los líderes, ``es un componente básico de la democraca'' como lo afirmó Jean Maninat, director general de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), según nota de La Jornada del día de ayer.
Los 800 pescadores que integran el nuevo sindicato serán sin duda, no un estorbo, sino un elemento de integración de la industria pesquera y contribuirán para que muchas familias, cuyos padres viven de arriesgar su vida en alta mar, encuentren seguridad social y mejores ingresos.
El domingo se depositó una ofrenda en el Océano Pacífico, ceremonia en la que participé con gran emoción, pues soy hombre de tierra adentro y ver el respeto de los marinos por sus compañeros muertos en el trabajo me emocionó y me confirma que el paso que se dio será trascendente. Los trabajadores de la pesca ya tienen su organismo de defensa de sus intereses, les toca a ellos ahora hacer que sea eficaz, que se maneje con honradez y con transparencia y para ello cuentan con su propio esfuerzo e interés, y seguramente con asesores que deberán de aconsejarlos y apoyarlos en el despegue de su nueva agrupación; probablemente algunos de ellos surgirán del grupo de profesores de la Universidad de Sinaloa que estuvieron presentes en los actos a que me refiero.